Gretta Penélope Hernández. La fotografía puede cambiar el mundo
Fernando Martínez Vázquez
Semblanza
Nací en la ciudad de México en el año de 1972.
Soy madre de Leonardo. Estudié la carrera técnica de Producción en medios audiovisuales en el Colegio Americano de fotografía y publicidad Ansel Adams.
Ejerciendo como reportera gráfica, laboré en tres diarios: Periódico Imagen en Zacatecas en 1998, en El Financiero 2000-2012 y finalmente en el diario 24 Horas desde su inicio en 2011 hasta febrero 2014. En ese mismo año me uní a la revista Forbes Centroamérica, donde me desempeñé como editora de fotografía durante dos años.
Exposiciones, becas y reconocimientos.
Cuento con más de 15 exposiciones colectivas e individuales. Una de ellas fue en diciembre de 2015 en el Kultur Bahnhof Eller Vennhauser en Dusseldorf, Alemania y la más reciente en la galería de las rejas de Chapultepec “Desde nuestra mirada” una retrospectiva de mujeres fotógrafas en el periodismo. Marzo de 2020,
- En 2006 fui seleccionada para la Bienal de fotoperiodismo en el Centro de la Imagen.
- En el 2009, obtuve la beca del FONCA para apoyo a proyectos culturales y en 2012 tuve la beca del World Press Photo y la Fundación Pedro Meyer para el diplomado “Storytelling, Narrativa audiovisual”.
Libros:
- Catálogo de las exposiciones de la Expofotoperiodismo 2005 y 2006.
- El ABC de la discapacidad. Catálogo de la exposición que se montó la galería de las rejas del Bosque de Chapultepec. 2009.
- Fotografías para el libro de poesía erótica “Huella Fértil”. 2018.
- Fotografías para el libro de cuento erótico “Complicidades”. 2019.
- Fotografías para el catálogo de la UNAM: “2501 migrantes”, obra de Alejandro Santiago.
- He sido alumna de Elsa Medina y Ricardo Garibay, ambos me enseñaron a amar la fotografía.
Además de la fotografía, me apasiona escribir. Formo parte del libro “Descent into darkness” una antología de cuentos de terror publicada en EU. Fui bloguera de Huffington post México. He colaborado para la revista “Voices” of Mexico”, una publicación del CISAN-UNAM.
Soy ciclista, yogui y en pandemia descubrí un talento innato para bordar. Actualmente me desempeño como fotógrafa y escritora independiente.
- ¿Cuál fue tu primer acercamiento a la fotografía?
En los años 70, papá tenía una cámara Yashica con un lente interconstruido. En aquel entonces, él era muy aficionado a la fotografía. Así que, de alguna manera, el tener una cámara a la mano era común en casa.
- ¿Cómo supiste que tu vocación era la fotografía?
Cuando dejé la universidad –estudiaba antropología social en la ENAH– y me fui a vagabundear por el país. Una tarde caminaba por una calle de un pueblo que se llama Carrillo Puerto, allá en Quintana Roo, y en la entrada de un Centro Cultural vi un póster que anunciaba una exposición fotográfica. El cartel mostraba la fotografía de las puertas de una cantina, ya sabes, de esas de madera que se abren de par en par; al final de la puerta salían unas pantorrillas morenas con un pantalón de manta, los pies llevaban huaraches y tenían los talones agrietados. Me sorprendió la cantidad de información que podía contener una imagen sin una sola palabra.
De alguna manera, en la universidad no logré manifestar mi profundo interés por el hombre y las sociedades, el marco teórico realmente se me dificultaba, pero cuando descubrí que una imagen podía resumir mi pasión por observar al hombre en la sociedad con su cultura y compleja idiosincrasia, quedé fascinada.
- ¿Qué significa ser fotógrafa?
¡Puf!, es una respuesta variopinta. La contestaré desde el tipo de foto que yo hago. Ser fotógrafa es una manera de ver la vida y acercarte a ella para intentar explicarla, intentando no hacer juicios de valor. Ser testigo y trasmitir el mensaje lo más fiel y ético posible
- ¿Qué define tu fotografía?
Caray, no me había preguntado esto. Creo que la complicidad, la intimidad, el respeto y, quiero pensar, que tienen un toque de surrealismo.
- ¿Cuál fue la primera fotografía de la que te sentiste orgullosa?
Fue una fotografía en blanco y negro, donde se ven unas piernas entrelazadas. Se llama Afrodita, y fue la primera serie de desnudo que hice, creo que fue en el año 1996.
- ¿Cuál ha sido la situación más difícil que has vivido como fotógrafa?
En 2003 explotó la torre de Pemex. Antes de saber que la explosión se debió a una acumulación de gas, se corría el rumor de que había sido una bomba, un atentado contra el principal motor económico del país. Pasé toda la tarde y la madrugada rondando el edificio. Desde afuera escuchaba los aullidos de los perros buscando a trabajadores bajo los escombros, había personas en el perímetro acordonado que buscaban a sus familiares. El tiempo que estuve allí, pensaba que si hubiera otra explosión no saldría con vida. No tendría tiempo de correr y ponerme a salvo.
Los datos oficiales dijeron que habían sido como 26 personas muertas y decenas de heridos. Los días siguientes regresé a dar seguimiento de la noticia. Fue agotador, estresante y muy triste.
- ¿Cuáles son los principales temas que abordas en tus fotografías?
Me gusta el cuerpo humano; ahora estoy sumergiéndome en el erotismo que me puede despertar el desnudo masculino. Los temas sociales como la pobreza, la infancia, los feminicidios y los desaparecidos también son temas que siempre me están girando en la mirada.
- ¿Por qué?
En el desnudo, porque me gusta explorar la sexualidad desde mi condición de mujer. En relación con los temas sociales, porque son una asignatura pendiente desde hace muchos sexenios y mientras que la justicia no descienda a los niveles más sensibles de la población, creo que es obligación de la sociedad entera estar poniendo el dedo en el reglón. Cada quién desde su trinchera.
- ¿Cuáles son los fotógrafos que más te han influenciado?
Es una larga lista, pero te daré nueve nombres: Dorotea Lange, Diane Arbus, Eikoh Hosoe, Henri Cartier-Bresson, Josef Kouldelka, Joel Peter Kitkin, Elsa Medina, Eniac Martínez y Patricia Aridjis.
- ¿Qué expresa de tu persona cada serie fotográfica?
El surrealismo, el compromiso social y el erotismo.
- ¿Cuál es tu foto favorita?
No, creo que no tengo favoritas, a varias les tengo cariño. ¿Por qué? Porque los cariños de mis fotos me llevan a emociones específicas. Hace muchos años hice unas fotos a niños con paraplejia y cuadriplejia en sus sesiones de hidroterapia. Pedí prestada una bolsa para poder sumergir la cámara al agua y retraté a los niños en la placidez de no sentir la rigidez de su cuerpo. El agua tibia les transmitía paz y sus padres estaban allí sosteniéndolos en todo momento. Fue una estampa amorosa que guardo con cariño
- ¿Cuál ha sido tu reto fotográfico más importante?
Son varios y de diversa índole: controlar mi miedo en situaciones de riesgo para poder hacer bien mi trabajo; no “imaginar” las fotos sino hacerlas; dominar la técnica; ser lo más ética posible al transmitir un suceso.
- ¿Qué posibilidades tiene la fotografía para cambiar al mundo?
Es un gran dilema. Varios fotógrafos que han cubierto la guerra se han cuestionado eso y, abatidos, dejaron de retratar a la humanidad y se volcaron a la naturaleza donde encontraron paz y otro significado a la imagen. Entiendo su desazón y abatimiento; sin embargo, estoy convencida de que todos los días, la fotografía contribuye a cambiar criterios, a poner atención donde nadie mira, a elevar conciencias. Lloramos, reímos, nos enojamos e indignamos ante una imagen. Lo que pasa es que el cambio no es tan rápido como quisiéramos. La evolución se cuece a fuego lento y una de esas llamas, por supuesto que es la fotografía. Recuerdo la icónica fotografía de Kevin Carter: en un campo de ayuda alimentaria de la onu en Sudán, una niña desnutrida (años después se sabría que en realidad era un niño y que, a pesar de sobrevivir a la hambruna, murió 14 años después víctima de la fiebre), está en el suelo y cerca de ella un buitre parece que la acecha.
En 1994, Kevin Carter recibió el Premio Pulitzer en la categoría Feature Photograph por esa imagen; sin embargo, miles de personas en todo el mundo, incluyendo a colegas que jamás habían puesto un pie en Sudán, criticaron a Carter por ponderan su imagen por encima de la vida de la criatura. Decían que había dos buitres, el de la imagen y él.
Por diversas circunstancias, Carter entró en una espiral de depresión que lo llevó al suicidio. A pesar de que la revista Time publicara una nota explicando que, si bien la escena de buitres y niños era común puesto que había un tiradero de basura allí, el fotógrafo no se marchó del lugar hasta cerciorarse de que el ave levantó el vuelo y se fue sin tocar a la niña, pero el dedo flamígero ya había apuntado a la cabeza de Carter.
Sin embargo, gracias a ESA fotografía, los ojos del mundo volearon a ver lo que estaba pasando en Sudán y se destinaron recursos, se hicieron conciertos y diversas acciones para recabar fondos. En resumen, sí, la fotografía puede cambiar al mundo.
- ¿Cómo sería una clase de fotografía ideal?
Una donde tuviera todos los recursos técnicos y humanos para poder transmitir teoría, psicología, amor, arte. Que pudiera trasladarme del desierto al bosque, del amanecer a una noche estrellada. Del estudio a las calles.
- ¿Qué consejo le darías a un joven alumno de fotografía?
Que observara la luz, que se enamorara de ella. Que fuera paciente y discreto. Que dominara la técnica, pero que no haga fotos desde allí sino que la fundiera a su corazón, y que desde ese lugar hiciera click. Que tuviera empatía y respeto por las personas que fotografíe.
- ¿La fotografía es una herramienta social o una expresión artística?
Ambas, pueden ir de la mano.
- ¿Cuál es la fotografía que quieres hacer y no has podido?
Tengo un asunto pendiente con el Tarot, desde hace años tengo la intención de representar, a mi manera, los 22 arcanos mayores, pero se ha quedado en bocetos. En este tiempo de pandemia volví a sacar mi vieja baraja del cajón y estoy redefiniendo.
- ¿Cuáles son tus tres películas favoritas?
¿Por qué sólo tres? Soy amante del cine. Es difícil decidir: Tres colores: azul, Las alas del deseo, Transpointing, Kill Bill, El Resplandor, Taxi Driver, El viaje de Chihiro, El Faro. El Señor de los anillos, Star Wars, Prometeo. Aunque debería sumar que ahora en tv hay series que alcanzan magnitudes cinematográficas.
- ¿Cuáles son tus escritores favoritos?
Salman Rushdie, Rosario Castellanos, Ernest Hemingway, Baudelaire, Oscar Wilde, Eliseo Diego, Vargas Llosa, Virginia Woolf, Goran Petrovic, Harpen Lee, Amy Tan, Kazuo Ishiguro, Homero, Rabindranath Tagore, Artur Miller, D.J. Salinger, Gioconda Belli. La lista es larga.
- ¿Cómo te gustaría que te defina tu epitafio?
“Le temo a los roedores, por favor, no deje migajas.”