El discurso emotivo como instrumento de poder

Aline Paulette Villegas Berdejo y Marianela Contreras Domínguez

Introducción

La comunicación es algo innato para el ser humano; entendiendo innato como “un acto libre y responsable que surge de la naturaleza misma de la persona humana como ser social” (Gómez, 2006, pág. 146). Entonces, la comunicación se entiende como una necesidad social e individual en la que se busca transmitir una idea. Ante esto, el discurso, de acuerdo con Foucault (1973), toma relevancia, debido a que se vuelve una herramienta para legitimar el poder y mostrar aquellos deseos encubiertos, manifestados, al tiempo que expone las diferentes ideologías de uno o varios individuos. Por ello, en este ensayo se plantea que el discurso emotivo influye en la sociedad y en la interpretación de la realidad de las personas.

Para abordar el planteamiento de este texto se utilizan los siguientes ejemplos: Adolf Hitler, líder del Partido Nazi en Alemania del año 1933 a 1945, y Donald Trump, propuesto como candidato a la presidencia de Estados Unidos (EU) por el Partido Republicano en junio de 2015, y quien posteriormente tomó posesión en un periodo de enero 2017 a enero 2021. 

Marco teórico

Para comenzar, es necesario aclarar el término persuasión, que se puede definir como “pretender algo del interlocutor […] básicamente, que entregue algo que el seductor necesita” (Woizinski, 2013, pág. 186), esto puede ser su convicción, lealtad, aceptación, etcétera. Existen diferentes maneras para lograrlo; para persuadir, la retórica de Aristóteles expone tres tipos: Ethos, es decir, la credibilidad que tiene el orador; Logos, que hace referencia a la razón, la lógica y el razonamiento que refuerzan el mensaje, y el Pathos, para indicar la capacidad de generar emociones en la audiencia. 

Aclarado el punto, en la retórica, el discurso es el mensaje que busca persuadir mediante lógica, emoción y credibilidad para convencer al receptor. El discurso entonces es una herramienta, un instrumento mediante el cual el orador puede obtener control de la percepción que tiene la audiencia; es decir, un instrumento de poder. De acuerdo con la visión foucaultiana, el poder es “una vasta tecnología que atraviesa al conjunto de relaciones sociales; una maquinaria que produce efectos de dominación a partir de un cierto tipo peculiar de estrategias y tácticas específicas” (Ceballos, 1994, pág. 31). En otras palabras, el poder no es algo tangible sino se forma a partir de prácticas y actitudes que provocan relaciones de supremacía, y el discurso es el que permite legitimar ese poder.  Asimismo, Foucault (1973) indica que estas relaciones de dominación se dan debido a que la sociedad está sujeta y sometida a diferentes discursos, de tal modo que las relaciones sociales, y con ello la realidad social, están hechas a partir de discursos y planteamientos que le dan una dirección a las ideas, las perspectivas y la toma de decisiones de las personas. 

Es importante mencionar que todo esto ocurre sin que la sociedad sea consciente de ello, ya que las ideas y palabras empleadas en los discursos son fetichizadas, entendiendo fetichismo como el momento en que los objetos “tienen un inmenso poder de dominación sobre los propios productores; se presentan como algo ajeno y, a la vez, enajenante” (Salguero, 2005, pág. 156); es decir, los objetos se van humanizando y el ser humano se va cosificando a sí mismo. Este proceso también ocurre dentro del discurso, ya que a las ideas y palabras se les da cierto poder –que no tienen–, al punto de fetichizarlas, y el ser humano se convierte en sujeto en lugar de individuo al estar inconscientemente dominado por estos discursos. 

Ahora bien, como ya se mencionó, el discurso se conecta directamente con las relaciones sociales, aquellas que solían ser físicas y presenciales, pero debido al desarrollo de nuevas tecnologías de la información y el desarrollo de medios de comunicación digitales, se han expandido a la virtualidad. Estos medios digitales, en comparación con los tradicionales, permiten la comunicación simétrica entre los usuarios, y deja de existir la comunicación unilateral. Todo individuo que tenga Internet puede ser consumidor, y también productor y distribuidor de contenido. “En vez de recibir información directamente de aquellos intermediarios institucionales (que, con sus defectos en la ejecución, adhieren en principio a una serie de normas editoriales que son públicas), hoy la obtenemos de nuestras redes de contactos” (Born, 2017, pág. 1). 

Ante esta nueva manera de interacción en el mundo digital, cualquier persona tiene la posibilidad de generar contenido y éste, a su vez, compartirse y viralizarse por los demás usuarios, aun cuando no sea verídico, crítico o certero, promoviendo así la propagación de información y contenido falso o tendencioso. Entiéndase viralizar como lo definen Paus y Macchia (2014): fenómeno contagioso que propaga contenido a través de internet mediante redes sociodigitales.

A partir de la repetición masificada de los mensajes, contenidos y discursos que pueden o no ser verdaderos, la sociedad se adentra aún más a la era de la posverdad, que se caracteriza por la existencia de desórdenes informativos. Esta posverdad, según Coughlan (2017), muestra que los hechos que se presentan objetivamente tienen menos influencia en definir la opinión pública que aquellos que apelan a la emoción.

Desarrollo 

La posverdad se compone de diferentes discursos que retoman distintos mecanismos de persuasión. Como se mencionó antes, Pathos es una de las herramientas, ya que es la que genera emotividad en la audiencia y usa de manera cotidiana falacias de emotividad para formar discursos que dirijan la opinión pública a favor de la realidad que el emisor desea instaurar. En este caso, se analizan los discursos de Adolf Hitler y Donald Trump, quienes son reconocidos por el impacto de sus respectivos discursos.

Para entender la base del discurso de Adolf Hitler, es necesario comprender previamente su ideología nazi, que se basaba en un antisemitismo radicalizado, una perspectiva racista y un profundo sentimiento nacionalista. El discurso de Hitler se compuso, sobre todo, de falacias argumentativas con lenguaje emotivo, con el que afirmaba que Alemania se encontraba debilitada por la influencia judía.

Ahora quizás surja todavía la pregunta de si hoy es conveniente hablar sobre la culpa de la guerra. ¡Por cierto, hasta tenemos la obligación de hablar de ello! ¡Porque los asesinos de nuestra Patria, que a través de todos los años traicionaron y vendieron a Alemania, son los mismos que como criminales de noviembre nos han arrojado al infortunio más hondo! ¡Tenemos la obligación de hablar sobre ello, porque en un futuro próximo, junto con el poder, también tendremos la ulterior obligación de colgar a estos corruptores, canallas e incursos en alta traición en la horca, donde deben estar! ¡Que nadie crea que quizás ellos han cambiado! ¡Al contrario, estos canallas de noviembre que hoy aún pueden moverse libremente entre nosotros, ellos también hoy actúan contra nosotros! (Hitler, 10 de abril de 1923, en Pérez, sin fecha).

De esta manera, al inicio de su carrera política Adolf Hitler usaba prejuicios que relacionaban a los judíos con el poder financiero y sus ganancias, y mediante este discurso su popularidad creció, sumando a muchos simpatizantes al nazismo. Asimismo, conforme fueron pasando los años y su poder en Alemania se incrementaba, su discurso se fue radicalizando cada vez más hasta comparar a los judíos con gérmenes o una enfermedad que amenazaba al mundo. Las palabras de Hitler fueron fetichizadas, otorgándoles un enorme poder y persuadiendo así, gradualmente, a sus seguidores, quienes creían que estas ideas tenían argumentos sustentados y, por lo tanto, reales. Así fue como los alemanes se sumergieron poco a poco en la posverdad que el discurso de Hitler había generado, influyendo en el entendimiento de su realidad e impactando en su sociabilidad. 

En el caso de Donald Trump es relevante conocer su contexto, en el que antes de ser un actor político fue una figura pública de Estados Unidos, reconocido por ser un empresario millonario y participar en programas televisivos y cinematográficos. Por otra parte, mostró interés en la vida política desde el año 2000, no obstante, hasta el año 2015 fue que oficialmente se postuló para candidato presidencial del Partido Republicano, que se caracteriza por tener una ideología conservadora y promover el libre mercado.

Al analizar el discurso de Donald Trump, de acuerdo con Caramelo (2019), se puede observar que se compone por la transmisión de emociones, en específico el miedo, utilizando herramientas verbales y no verbales. A partir del contexto social por el que pasaba eu en el año 2015, como disparidades raciales en la justicia penal, inmigración y seguridad nacional, Trump utilizó y exacerbó el temor que sentían las personas con el fin de convencer a los electores y la población estadounidense que él era la única opción para resolver los problemas del país. No obstante, los miedos que utilizaba en sus discursos no sólo se centraron en los problemas existentes sino a su vez instauraba y fomentaba nuevas preocupaciones en la audiencia, haciéndoles creer que el peligro del que hablaba realmente existía, todo esto para inclinar sus resultados a su favor en las elecciones del 2016.

Cuando México envía a su gente, no están enviando lo mejor […] Están enviando gente que tiene muchos problemas, y están trayendo esos problemas a nosotros. Traen drogas. Traen delincuencia. Son violadores. Y algunos, supongo, son buenas personas… Nuestros enemigos se están volviendo cada vez más fuertes por el camino, y nosotros como un país estamos cada vez más débiles (Trump, 15 de junio de 2015, citado en Belalcázar, 2018, pág. 8-9).

Los problemas a los que nos enfrentamos hoy –pobreza y violencia en casa, guerra y destrucción fuera– durarán sólo si seguimos apoyándonos en los mismos políticos que los crearon en primer lugar (Trump, 22 de julio del 2016, citado en Belalcázar, 2018, pág. 9).

La influencia social que logró Donald Trump sobre su audiencia con su discurso fue evidente en su victoria para la presidencia del 2016, controló su percepción y logró convencer a las personas de que su realidad era como él la dictaba. La campaña de Trump se basaba en el nacionalismo y populismo, apegándose tanto a esta ideología y radicalizándola que cayó en la discriminación, utilizando prejuicios asociados y estereotipos raciales. 

De acuerdo con Mateo Belalcázar (2018), la capacidad de persuasión que tuvo Trump se basó en diferentes factores: primero buscó que los votantes se identificaran con él, por lo que optó por un lenguaje coloquial y tosco en sus discursos; utilizó su formación previa a la política para lograr credibilidad con los votantes, haciendo alusión al Ethos de la retórica de Aristóteles, y al final el contenido de sus mensajes, que fueron principalmente de tipo emotivo, lograron convencer a los votantes que su discurso era verídico y necesario para mejorar el país. Es importante destacar que Donald Trump contaba con herramientas que contribuyeron a su victoria: el internet y la minería de datos en las redes sociales. A través de éstas, los mensajes llegaron a diversos públicos y lograron viralizarse, produciendo un mayor alcance e impacto en su audiencia, quienes legitimaron su poder. 

El Estado islámico, el terrorismo, la economía, la inmigración, etcétera, le han servido a Trump para generar conversaciones sobre él –positivas y negativas–, hasta el punto de que en enero de este año, el candidato republicano se convirtió en el personaje sobre el que más se ha hablado en el planeta, según SocialFlow (Portaltic, 2016).

Conclusión

Finalmente, ambos ejemplos mencionados en este ensayo muestran la capacidad de control que puede tener un discurso meramente emotivo, porque a través de éste se puede llegar a convencer a la gente y direccionarlos a una realidad sin necesidad de argumentos o datos objetivos, influyendo en su ideología, perspectiva y toma de decisiones, logrando sumergirlos en la posverdad. “Los hechos objetivos tienen menos influencia en definir la opinión pública que los que apelan a la emoción y a las creencias personales” (Coughlan, 2017).

Las personas fetichizan el discurso, y le otorgan poder a las palabras y al orador, al punto que les permiten controlar su percepción, y al estar sometidos a un discurso, Foucault (1973) indica que la subjetividad se transforma, se pierde el individualismo y pasan a ser “sujetos”. Si bien es cierto que el discurso emotivo influye en la sociedad y la interpretación de la realidad de las personas, esto ocurre cuando los sujetos no son conscientes de que han sido controlados de esta manera, pero si la sociedad se vuelve consciente de estar sujeta a los discursos que le han sido impuestos, comienza a analizar el punto en que se encuentra y duda de la realidad que se le expone, entonces volvería a obtener su individualidad. 

REFERENCIAS

Belalcázar, M. (2018). Una mirada psicosocial al discurso “Make America Great Again”: Influencia y exclusión social en algunos discursos de campaña presidencial de EE.UU 2017-2021. Criterio Libre Jurídico, 16(1), 4-13. Doi: 10.18041/1794-7200/clj.2019.v16n1.5787

Born, K. (2017). Los seis pilares de la era de la desinformación. El Tiempo, p. 1.

Caramelo, L. (noviembre 16 de 2019). Análisis del discurso emocional de Donald Trump en la campaña electoral de 2016. Ámbitos. Revista Internacional de Comunicación, 47, 267-287. Doi: 10.12795/Ambitos.2020.i47.13

Ceballos, H. (1994). Foucault y el poder. México: Ediciones Coyoacán.

Coughlan, S. (enero 12 de 2017). Qué es la “posverdad”, el concepto que puso de moda el “estilo Trump” en Estados Unidos. BBC News. En: https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-38594515

Foucault, M. (1973). El orden del discurso. Buenos Aires: Tusquets. 

Gómez, G. (2006). La naturaleza de la comunicación: un aporte a su discusión conceptual. Palabra Clave, 9(1), 143-167. En: https://www.redalyc.org/pdf/649/64990107.pdf

Paús, F. y Macchia, L. (2014). Marketing Viral en medios sociales: ¿Qué contenido es más contagioso y por qué? Ciencias administrativas, (4), 67-82. 

Pérez, D. (s/f). Discursos de Adolf Hitler. Ersilias. https://www.ersilias.com/discursos-de-adolf-hitler/

Portaltic. (2016, octubre 21). Así es la exitosa estrategia de Donald Trump en las redes sociales. Europapress. En: https://www.europapress.es/portaltic/socialmedia/noticia-donald-trump-estrategia-redes-sociales-gente-gastado-1200-anos-leyendo-20161021085945.html

Salguero, S. (2005) Fetichismo del lenguaje, (6), 153-159. En: https://www.redalyc.org/pdf/3222/322240662014.pdf

Woizinski, A. (2013). Un nuevo enfoque en la persuasión, desde una perspectiva psicoanalítica. Subjetividad y Procesos Cognitivos, 17(2), 174-188. En: https://www.redalyc.org/pdf/3396/339630262009.pdf

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