Conformación de una comunidad campesina digital en el centro de Veracruz. Actores sociales en los ecosistemas digitales

Dra. Bárbara López González

Dr. Gerardo G. León Barrios

En este artículo nos propusimos analizar a los distintos tipos de actores sociales que habitan en los ecosistemas digitales (Facebook, Instagram y TikTok), tomando en consideración el proceso de apropiación-aproximación digital, y el uso de redes sociales que forman relaciones de identidad y pertenencia entre usuarios. Nos enfocamos en la observación de las dimensiones (económicas, sociales, políticas y culturales) que permiten la interacción social en los espacios online, y propician movimientos sociales y culturales en contextos digitales determinados. La finalidad es comprender cómo han evolucionado los procesos de organización social en dichos espacios; es decir, nos enfocamos en la conformación de una comunidad campesina digital a partir de la interacción y tensión desde lo online. 

Martín Serrano (2019) hace una distinción importante sobre las tecnologías, e indica que es fundamental comprender que son referenciales y multidireccionales, lo que genera su virtualización. También señala que es indispensable observar a este proceso en su carácter exponencial o multiplicativo, ya que permite la vinculación entre tres factores importantes: la información, la acción social y la organización. Además, advierte que la acción de mediar hace referencia a “operar con la acción que transforma, la información que conforma, y la organización social que vincula, para introducir un designio” (Martín Serrano, 2019).

Asimismo, este autor expone que la virtualización de las interacciones tiene implicaciones en las relaciones que impactan “el desarrollo de las capacidades biológicas, cognitivas, ontogenéticas y relacionales” (Martín Serrano, 2019, pág. 7), generando un déficit en las interacciones presenciales donde los efectos sociogenéticos pueden tener efectos antropogénicos (2019, pág. 7).

De acuerdo con el mismo autor, las interacciones están determinadas por la funcionalidad de los ecosistemas digitales (íntimo, cooperativo e instrumental), en relación con su vínculo de proximidad (pareja, familiar/amistad, conocido/desconocido), que conforman un “sistema de distancias sociales”; afectando sociogenéticamente las estructuras presenciales y virtuales de las comunidades.

Durante la investigación de campo en los años 2020-2021 (López González, 2022), dentro de los espacios digitales, se determinó que existían diferentes tipos de interacción social en éstos. Los cuales se categorizaron de acuerdo con su intensidad y forma de interacción al interior del ecosistema en que se reproducen los interlocutores que habitaban las comunidades digitales de Mahuixtlán; sin embargo, a medida que se ha continuado la observación, surgió una premisa que complejiza la interacción en las comunidades virtuales.

Lo primero es el reciclado y obtención de Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC). Esto es importante porque los dispositivos llamados smartphone tienen dos tiempos de uso; uno es la capacidad en el software para almacenar y correr las aplicaciones; por ejemplo, los aplicativos bancarios, argumentan que por seguridad del usuario y de la protección de datos se necesita estar actualizados, pero ésta sólo se encuentra disponible para cierto tipo de aparatos que tienen un software adecuado para dicho procedimiento. El otro tiempo de vida es la suma de las propiedades físicas del dispositivo en relación con las baterías, pantallas, bocinas, etcétera, que propicia la actualización de nuestros aparatos físicamente, como consecuente del software; dicho proceso físico es lo que nos da entrada a ecosistemas digitales, y permite la interacción y praxis dentro de los mismos.

Como segunda consideración, el reciclado de dispositivos sucede por diversos motivos: a) que un miembro de la unidad doméstica herede el aparato a otro miembro, como donación o regalo; b) que en el modelo de pago se incluya un dispositivo electrónico de menor capacidad y éste se pueda vender de forma externa, y c) que sea adquirido por una relación laboral, forme parte de una remesa o sea un dispositivo compartido. Existe una gran vertiente de posibilidades que nos permiten pensar que los dispositivos no necesariamente sean comprados y formen parte de las dinámicas internas de comunicación entre los miembros de los distintos grupos a los que se pertenece. Así, pensar que los grupos campesinos sólo tienen una opción que se limita a la capacidad de adquisición de TIC y no generan una apropiación y participación en los espacios digitales, sería un error limitante a un estereotipo que se ha convertido en algo exótico y extraño para las propias comunidades.

La tercera consideración es el tiempo de uso de los dispositivos, que puede depender del acceso al wifi más que a los datos móviles, y en la mayoría de los casos es algo que sucede. El tiempo que pasamos viendo u observando las pantallas también determina nuestra inserción y aproximación al espacio digital; es decir, más allá del uso que le damos al celular, es la diversidad de opciones en aplicaciones que nos permiten mantenernos hipercomunicados con otros interlocutores; asimismo, es una fuente de información o desinformación sobre los procesos políticos, sociales, geográficos, de salud, culturales y religiosos de nuestro entorno local y global; en este caso es necesario separar entre las dimensiones de análisis.

Para los fines de este artículo, las dividimos en dos partes; primero especificamos metodológicamente las distintas características a contemplar en el análisis digital, empezando por las dimensiones que observamos dentro del espacio digital y del interlocutor; esto es, qué factores transitan en los espacios digitales que permiten que se formen las comunidades digitales y los movimientos socioculturales, y qué particularidades han propiciado el surgimiento de ciudadanos-nativos digitales.

Segundo, para determinar si hay una formación de la ciudadanía digital, desarrollamos un recuento de la evolución del uso-concepción de la web y sus distintas formas de interacción en relación con el interlocutor; es decir, cómo las formas de aproximación social dentro de los ecosistemas digitales han cambiado al grado de formar estados no constitucionales dentro de la web.

Formas de interacción social en los ecosistemas digitales

Tocamos el tema de las dimensiones analíticas que se presentan en un espacio offline y online, para diferenciar entre ambos conceptos; el espacio-territorio es el que comprendemos como aquéllos que delimitan a las comunidades en los espacios presencialmente; pero cuando nos referimos a espacios digitales, como los ecosistemas digitales (Facebook, Instagram, TikTok, entre otros) o web (Google, Yahoo, Firefox, por mencionar algunos), hablamos de interacciones y construcciones sociales (movimientos políticos, sociales y culturales, así como de la conformación de identidades, sentidos de pertenencia y mediaciones al interior de los espacios de interacción; relaciones económicas, sentimentales y de dominación, entre otros procesos del habitar) que suceden en lo virtual. Tomando en consideración que dichas dimensiones están relacionadas con grandes categorías de análisis social (política, cultura, religión, sociedad, economía), cada categoría es atravesada por otras más grandes (particular, local, regional, nacional, continental, global); entonces, para fines funcionales tenemos que determinar cómo lo que se observa afecta al interlocutor y desde qué aspecto, ya sea político-global, religioso-local, y económico-regional, entre la variedad de posibilidades.

Entonces, tenemos una observación multilocal (recuperando las estrategias de Marcus, 2001); primero las observaciones son en múltiples espacios en lo digital, por lo que el objetivo es la construcción de la comunidad digital en esta categoría. Segundo, el tema de la representación se aborda pensando desde dónde, qué y cómo se construyen; es decir, cuáles son los recursos utilizados y a partir de qué ecosistemas se forma el paisaje sobre la comunidad imaginada (Anderson, 1993). Tercero, lo ideal es llegar a poder decir asertivamente cuál es el sentir que se genera en estos espacios digitales, refiriéndonos a las emociones de pertenencia, y asociación a grupos específicos dentro de la web, como una forma inherente del ser social actual.

Dimensiones de interacción social en ecosistemas digitales

Iniciamos describiendo las interacciones sociales de lo particular a lo general y, a medida que vamos desmenuzando las múltiples capas de lo particular, comprenderemos cuáles de los distintos aspectos de la vida cotidiana de los interlocutores están presentes en los espacios digitales e inciden en el orden social, económico, político y cultural de la comunidad presencial; de las que muchas veces somos partícipes, no del mismo modo, pero sí en esencia.

Por un lado, desde lo local podemos estar informados sobre sucesos que nos afectan en el espacio-territorio. En el aspecto social-político nos invitan a diálogos entre pares sobre temas de política; por ejemplo, debates sobre discriminación, racismo, bullying, violencia de género, cambio climático, entre otros. Desde esta perspectiva encontramos que la acción social se lleva a cabo en diversas modalidades; primero y lo más explícito es a través del seguimiento de algún candidate, polítique o síndique; segundo, y simultáneamente, es el número de views, likes y comentarios en las redes de los actores políticos, y tercero, es la viralización del discurso adquirido en estos espacios en pro o en contra del interlocutor burócrata (sólo el síndique puede ser considerado callejero en la medida que esté inmerso en las dinámicas locales). 

Todas estas acciones llevan a un movimiento tensionado entre los partidistas de cada grupo político; esto es, se interactúa desde el posicionamiento y conocimiento que se tiene sobre la acción política y, en algunos casos, éstas se pueden mostrar como un movimiento social comunal (por la conservación de la biodiversidad, el movimiento feminista, movimientos estudiantiles, sindicales y de partido), y sin tomar en cuenta los movimientos antiguerras globales.  

Ahora bien, en el aspecto político-institucional, podemos resaltar que las campañas partidistas también se adaptan a las tendencias del público transitorio que las observa, son retransmitidas, adecuadas y modificadas en diversos niveles por los interlocutores; es decir, el mensaje político llega al receptor como crítica, burla o a favor del candidato y/o partido en cuestión, lo que genera un diálogo, un rechazo o una alienación, como lo vimos en las campañas realizadas por Donald Trump en Estados Unidos en Facebook, la del gobernador de Nuevo León, Samuel García, en el periodo electoral del 2020-2021 en Instagram, y la del movimiento estudiantil colombiano el 28 de abril de 2021 en contra del entonces presidente Iván Duque.

Específicamente, este tipo de movimiento político en redes sociales son las campañas electorales presidenciales, y nos enfocamos en la comunidad campesina mahuixtleca digital, en este caso nos percatamos de la participación de síndiques y maestres, que comparten contenido en las páginas comunitarias en contra del partido opositor del gobierno actual; asimismo, internautas subieron fotografías de las campañas de quienes visitan a la comunidad; en ambos casos el diálogo entre integrantes de la comunidad llega a más de 20 comentarios que contienen argumentos escritos (opiniones, insultos, contraargumentos), memes y gifs. 

Otras interacciones que surgen en lo global son la sobreinformación de los procesos Estado-nación; por ejemplo, la guerra Ucrania-Rusia, donde se involucran órdenes regionales-continentales y globales, como la OTAN y la Unión Europea en un proceso particular. La información que se recibe desde el exterior hacia el interior del espacio digital es mediada (regulada) a favor o en contra de cada posicionamiento de los Estados involucrados; la opinión de agentes (actores, políticos, comentaristas, diseñadores) afecta la opinión pública sobre dicho proceso. Este tipo de manifestaciones también se categorizan como movimientos de acción política, pero en una escala macroglobal, donde el conjunto de opiniones estará mediado por interlocutores globales, como los periódicos internacionales y nacionales, y es retransmitida por interlocutores de menor alcance, como periódicos o noticieros locales, que toman un mensaje global y lo reinterpretan de acuerdo con su universo simbólico y argot.

Ahora bien, dentro de las dinámicas de lo cotidiano observamos el tema de la venta digital (en grupos específicos, con videos de productos del hogar, páginas comerciales en los ecosistemas digitales, videos promocionales, aplicativos de venta digital –Shein, AliExpress, Cornershop, UberEats, Rapid–); dichos espacios, como lo comprendemos, son el homónimo de los centros comerciales, mercados y ventas por catálogo que ya encontramos en los espacios-territorio presenciales, sólo que dentro de lo digital se expresan virtualmente. Esta dimensión la ubicamos en un marco global, haciendo la acotación sobre la vendimia en Facebook, que sólo se entiende en los espacios locales digitales; es decir, encontramos espacios especializados de venta, como bazares de ánime, productos de Starbucks, fayuca norteamericana y coreana, que tienen puntos de entrega en ferias comerciales itinerantes o de temporada; y puntos específicos que se entienden a partir de las dinámicas de intercambio económico local. Esta categoría la consideramos como un modo de consumo que se extendió durante el encierro vivido durante la pandemia por la COVID-19, siendo un proceso emergente entre las estrategias económicas locales.

Por otro lado, los aspectos religiosos y culturales se ven reflejados en la transmisión de rituales particulares, comunitarios, nacionales o globales. Desde lo particular, este tipo de eventos sería el proceso de organización y realización de un casamiento y, en el caso del centro-sureste mexicano, las parejas a contraer matrimonio; en los ecosistemas digitales van publicando diversas partes de la preparación de su boda, suben fotografías de pareja con un conteo regresivo, se publican historias de sus despedidas de solteros (ya sea por parte de sus amigos o familiares), se comparten memes o chistes alusivos a su día de casamiento; y el día del ritual se genera un Hashtag específico para que les invitades, a través de su ojo fotográfico y desde su experiencia, compartan con ellos los retratos del evento; esto puede ser publicado días o meses después de que el evento ocurrió.

Este tipo de ritualidades, en lo digital, son dinámicas de interacción social y religiosa que surgen desde lo particular; pero existen muchos otros tipos que se expresan en estos espacios, como la llegada de une hije, un emparejamiento, un divorcio, la compra de una casa, un viaje y una ceremonia de graduación, entre otros.

Desde lo comunitario, los rituales a los que nos referimos son aquellos que involucran a la comunidad que habita en el espacio-territorio; esto es, las fiestas patronales, fiestas agrícolas y ferias culturales o regionales (como la de San Marcos o el Festival Cervantino). Este tipo de eventos en lo digital podemos considerarlos como dinámicas de interacción social-religiosa que refuerzan la identidad y el sentido de pertenencia comunitario. 

Ahora bien, desde lo nacional se hace referencia a celebraciones que involucran o identifican a interlocutores que se asocian a un mismo estado-nación; por ejemplo, el día de la independencia, del trabajo, de la madre (que en México se celebra el 10 de mayo); son fechas que involucran a un conjunto más amplio de interlocutores, a diferencia del comunitario que está delimitado como un espacio regional-local del estado-nación donde se encuentra.

Por último, en lo macro observamos todas aquellas interacciones que surgen desde lo global, ya sea por asociaciones en el mercado o similitudes culturales; por ejemplo, la Navidad, el Año Nuevo, Halloween. Son ritualidades que realizan, el mismo día, varios grupos culturales y sociales alrededor del globo terráqueo. Dichas celebraciones se publican, publicitan y pasan por un proceso de mercadeo digital a lo largo de temporadas específicas, como la transmisión o retransmisión de programas dirigidos-centrados en esa fecha, la creación de objetos, imágenes, NFT, GIF, stikers y promociones, como parte del conjunto de estrategias del mercado-consumo global.

Asimismo, desde el aspecto cultural y social podemos hablar del caso de violencia en el estado de Veracruz, ya que los indicadores y comentarios sobre la violencia que hay ahí suelen ser negativos, independientemente de la violencia vivida en lo presencial, porque en lo digital se crea una impresión sobre la inseguridad, disminuyendo su tránsito turístico, ventas y posibilidades de ser sede para eventos culturales o deportivos. 

Estas impresiones propician un imaginario respecto al espacio-territorio y, en este punto, observamos que la participación de grupos activistas y mediadores (noticieros), desde lo local, van narrando día con día los diversos tipos de incidentes y violencia que se dan en el entorno en que habitan. Al igual que en las participaciones políticas, este tipo de publicaciones puede incidir en la movilidad local; es decir, existen publicaciones que narran un asalto, un camión volteado, un operativo policiaco, una balacera, etcétera, que alertan (negativamente) a sus habitantes y, al mismo tiempo forma un paisaje a partir de las imágenes y videos que están mediando desde la impresión de quien lo expone o replica. 

Si bien observamos que este tipo de interacciones no se limitan al espacio público, también se dan en las dinámicas familiares y comunitarias; en particular en la creación de páginas que se usan para denunciar a un familiar, una infidelidad o un fraude. Este tipo de páginas tienen dos usos, uno es el control económico y otro control social dentro de la comunidad, siendo el chisme un aspecto que atrae al espectador; en éstas, se incita a formular impresiones personales negativas y generan conflicto en lo presencial. Como resultado de la sobreexposición que se da en dichos ecosistemas, sus usuarios optaron por proponer interlocutores que se convierten en mediadores digitales comunitarios, creando un orden social dentro de las comunidades digitales (en especial hablamos de lo online, ya que dentro del espacio presencial existen otros métodos burocráticos encargados del orden). Desde esta perspectiva, la violencia es replicada, aumentada y expuesta a la mirada de sus habitantes virtuales; asimismo, traza nuevas fronteras y formas en que se enuncia y vive. Esto implica que la violencia se vive y experimenta en un espacio-territorio y, al mismo tiempo, está dentro de las formas de vida digital. 

Podemos decir que el cúmulo de prácticas sociales en lo digital son el reflejo de las formas locales de organización, pero están articuladas y exponenciadas dentro de los espacios globales, lo que permite su multiplicación y viralización. A este proceso de vinculación-pertenencia lo podemos considerar como un movimiento social, que propicia el cambio en los modos de organización e interacción, siendo el paso de acciones sociales presenciales a la simplificación de procesos y prácticas en los espacios digitales; es decir, la vida cotidiana que tienen los individuos dentro de lo online son procesos de comunicación, de intercambio y relaciones que surgen desde dichos espacios. Lo comprendemos como una semimigración de la vida cotidiana; esto es, habitamos el espacio presencial y el digital, donde nos adecuamos a la reducción de tiempos y procesos sociales que inciden en nuestra percepción de quiénes somos, adónde pertenecemos, y cómo tejemos y navegamos en las redes de las relaciones virtuales. 

Tipología de actores sociales en los espacios digitales

Desde un enfoque metodológico, es conveniente encontrar puntos en común que permitan ver las articulaciones, dinámicas y relaciones existentes entre interlocutores, seguirlos en los diversos ecosistemas y observarlos de forma prolongada para determinar si hay ciclos de reproducción social, si hay una relación social fuera de lo digital y cómo éstas sugieren formas de poder y control dentro de ese espacio; como lo propone Marcus (2001).

La primera característica es la asociación a grupos filiales; la observación de las genealogías de relaciones que están inmersas en la interacción dentro de las comunidades digitales (familias, grupos o colectivos políticos, religiosos, sociales, laborales, entre otros) nos van a indicar la frecuencia en las dinámicas (quiénes sobresalen y controlan las discusiones); de cómo se dirigen o crean líneas de pensamientos y comportamientos que se mantienen; es decir, principalmente son los interlocutores los que establecen los códigos de conducta en dicho espacio.

También se requiere tomar en cuenta que la diversidad de interlocutores siempre estará articulada por una problemática o dinámica social; esta segunda característica es la identidad de un grupo social. Hay un sentido de pertenencia, de ideologías compartidas, intereses de moda, dinámicas económicas, políticas y empatías con sucesos que les afectan en lo cotidiano. En una comunidad puede existir una gama de informantes que influyan y persigan un mismo proceso de construcción sobre la identidad de ese grupo. En este sentido, es importante observar cuáles son las aristas en que los interlocutores convergen; la diferencia entre ellos determinará otras cualidades que los posicionará, o no, en las dinámicas de poder como mediadores.

La segunda característica es la asignación de significantes en el lenguaje, en particular los casos de conformación de universos simbólicos que surgen dentro de los espacios digitales, así como en las negociaciones políticas existe un lenguaje propio, el cual se entenderá a partir de varias características: primero, la acumulación de significados simbólicos transitorios que circulan en las redes, como es el caso del análisis de memes, trends o reels; segundo, la asociación a un grupo cultural-generacional, porque las dinámicas que surgen entre pares se entienden por la moda, el consumo simbólico, el intercambio de significados y tendrán un ciclo de cambio de significante acorde a los intereses de cada grupo generacional; es decir, mientras que una generación comprende un meme de una manera, como el famoso “y la queso…”, para otra generación va a carecer de sentido; siendo la primera la que lo va significar como “y la queso… y la queti… y la bicho…”; esta comprensión del universo simbólico es una acción que surge en los espacios digitales, pero es una práctica anterior a éstos.

Como tercera característica tenemos las asociaciones políticas, que también se entienden desde los distintos grupos generacionales, ya que mientras para un determinado grupo el discurso político (propuestas y acciones) tendrán mayor peso, para otro la relación se dará a partir de la capacidad de situarse en los lenguajes digitales de moda; por ejemplo, la composición de narrativas digitales a través de trends, memes y videos, nos permite observar la construcción de un discurso de cercanía, como lo es en los casos de los contendientes a la candidatura presidencial Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard; la primera candidata logró colocarse en espacios digitales utilizados por generaciones adultas, como Facebook y Twitter, donde la información aparentemente es más estable y permanente; a diferencia de Ebrard que ha generado mayor empatía con grupos jóvenes mediante la creación de contenido rápido y consistente, así como el seguimiento de trends o memes que transitan vía WhatsApp, Instagram y TikTok, donde la información fluctúa más. Esto no los deja fuera de los ecosistemas donde no tienen mayor presencia y a este suceso lo consideramos una burocracia callejera digital.

Podemos entender como burocracias callejeras digitales desde dos autores; primero retomamos el concepto de burocracia local del texto Fronteras borrosas, de Akhil Gupta (2018), donde expone las dinámicas que existen entre la policía local de Alipur y sus ciudadanos, y nos enuncia una situación en que se dialoga a partir del conocimiento tensionado local del hacer una negociación. Lo que él considera como burocracia es al grupo que se encuentra entre los grandes poderes, el Estado, y los ciudadanos son los agentes mediadores ubicados en los campos de tensión y contenedores de conocimiento, de un argot o lenguaje que se utiliza exclusivamente dentro de estos campos. Ahora bien, para Michel Lipsky (2010, pág. 780) “la mayoría de los ciudadanos se encuentra con el gobierno […] por medio de […] los servidores públicos que interactúan directamente con los ciudadanos en el curso de su trabajo, y que gozan de considerable discrecionalidad en su ejecución”; asimismo, expone que los distintos tipos de burócratas a nivel callejero son: maestros, policías, trabajadoras sociales, jueces, personal de los tribunales, trabajadores de la salud y muchos “otros empleados públicos que conceden acceso a los programas del gobierno y prestan servicios con ellos” (Lipsky, 2010, pág. 781). También hace hincapié en que desde su rol se distribuyen, sancionan, estructuran y delimitan las vidas u oportunidades de la gente, dando una orientación y unos contextos sociales y políticos en los que la ciudadanía actúa. 

Podemos encontrar este tipo de interacciones en los espacios digitales, empezando por el control de comentarios y posts en las publicaciones de notas políticas, donde se guían las opiniones y el apoyo a candidaturas (sindicales, estatales, nacionales y locales); es decir, son mediaciones políticas, a diferencia del “quemón” de negocios y comerciantes que se convierten en deudores o “falsos” comercios digitales, que se considerarían formas de mediación económica local. Otro tipo de “quemones” son los que pertenecen a la dimensión social-local, como el reclamo de una pensión alimenticia o polígamas. Eso es lo que podemos entender como mediación social, ya que cada tipo de mediación propicia formas de organización comunitaria en lo digital. Estos modos de control social. sobre todo en la dimensión política en la práctica, recaen en un tipo de control social que afecta a las estrategias de supervivencia doméstica; el control sobre el acceso a los programas escolares; parte de la impresión y vigilancia de los beneficiarios se encuentra en los ecosistemas digitales, y son estos ejercicios donde los observadores ejercen una fuerza en la mediación entre el Estado y los usuarios, a lo que denominamos como burocracias callejeras digitales; esto va a involucrar a un grupo de interlocutores implicados en los procesos de aplicación de la ley, que tienen un amplio argot del quehacer local, y ejercen una forma de poder y control sobre los demás ciudadanos cibernéticos. 

Podemos determinar que los burócratas callejeros digitales son agentes sociales que sí están involucrados con el Estado, ya sea como maestros, sindicalistas, agentes municipales, u otros, quienes tienen una suerte de incidencias dentro de las prácticas de mediación política y el Estado. Ahora bien, no todos los interlocutores que median políticamente están involucrados con el Estado; sin embargo, pueden incidir en la toma de decisión respecto a la organización política local.

Así, la primera tipificación de los interlocutores en los espacios comunitarios digitales estará determinada por su participación e interacción en las redes sociales. Esto se contabiliza por medio de un like, la creación de contenido audiovisual, comentarios o iniciativas de discusiones; podemos considerar como burócratas callejeros digitales a sujetos que propician una relación entre el Estado-Nación (municipio, sindicatos) y la comunidad digital. Los interlocutores que están involucrados en la promoción y venta de artículos, o el compartir noticias que pueden ser relevantes para la comunidad, no son burócratas callejeros digitales, pero sí mediadores.

Como ya mencionamos, la mediación (entendida como la acción o práctica de mediar) en estas redes es una práctica de control; la constitución de dichos espacios está conformado por la vigilancia del usuario, el dueño o administrador del ecosistema y el espectador (sujeto que ejerce una práctica pasiva), mientras que un usuario inactivo simplemente no estará involucrado en ningún proceso.

El segundo punto a tratar, sobre el análisis de los interlocutores, parte del uso de las TIC, ya que dicha relación nos puede mostrar desde qué enfoque se aproxima a éstas (Martín Serrano, 2019; Grillo, 2007). Por un lado, esto nos muestra si las considera como una herramienta o si las percibe como parte de su vida en lo cotidiano; es decir, en el primer caso, el uso y la concepción que se tiene respecto a las TIC será similar al de un electrodoméstico, uno portátil que le permitirá establecer cierto tipo de relaciones y comunicaciones desde un aspecto funcional. En el segundo caso, esto va a ir más allá de la relación máquina-humano (no a la relación actante-máquina de la teoría ATN de Latour) como las relaciones que se construyen desde la forma de habitar el espacio virtual, y movilizarse social y culturalmente en ellas.

En el primer caso, una persona que creció sin una aproximación temprana a las TIC va a construir, respecto al dispositivo, una asociación simbólica y sentimental distinta a la del nativo digital (una persona que tiene una aproximación temprana al mundo digital). Dicho de otra manera, un sujeto que desarrolla habilidades en lo digital tardíamente, no las considerará como parte de un proceso “natural” de la comunicación contemporánea, limitará varias de sus acciones a ciertos espacios donde se sienta cómodo, y tampoco tomará en cuenta la posibilidad de generar una praxis política o social a través de éstas.

Tomaremos de ejemplo el caso de M: cuando cursó su carrera usaba una máquina de escribir Remington Manual; después pasó a una máquina eléctrica Olympia, y también utilizó un mimeógrafo para la producción de panfletos. En las décadas de 1970 y 1980, la siguiente herramienta tecnológica que aprendió a utilizar fue una computadora; se capacitó en el sistema MS-Dos y trabajaba con una IBM; a medida que las TIC fueron más accesibles para el público no especializado, aprendió el sistema Windows. A mediados de la primera década de este siglo, le enseñaron a utilizar el teléfono celular y a mandar mensajes; hace una década aprendió a mandar WhatsApp y en esta década ya usa una Alexa como dispositivo de ayuda para navegar en YouTube, Spotify y escuchaba libros en Kindle a través de Alexa, hacía videollamadas en WeChat, Zoom y WhatsApp.

Ella se adaptó a los medios de comunicación modernos, los conoce y utiliza de acuerdo con sus necesidades; su concepción de los dispositivos se enfoca en la funcionalidad que tienen para ella día con día, como aparatos de asistencia y convivencia con personas que no están próximas.

No va a concebir que un aparato forme parte de su vida social, porque ella no habita en los ecosistemas digitales, su relación con la comunicación digital desde su perspectiva es sólo la de una herramienta de comunicación. Asimismo, logró navegar en Internet a través del uso de una tableta, que le permitía leer el periódico y buscar datos que surgieran en el momento, pero no se insertó en el ecosistema digital.

En su caso, MF, quien aprendió a utilizar la computadora por su trabajo, comenta que en su experiencia fue el trabajo el que la acercó a las TIC, se capacitó en el uso y manejo de las redes sociales (Facebook y Twitter), y este aprendizaje permitió que ahora sea quien administre una página comunitaria. Durante la entrevista, MF hizo hincapié en que la computadora de su trabajo era de “elle”; es decir, tenía un sentido de propiedad sobre la TIC, aunque no fuera suya; porque ahí podía realizar varias actividades no relacionadas con el trabajo. Ahora tiene una computadora y un teléfono, con los que ayuda a personas en su comunidad a realizar trámites y búsquedas online. Es une interlocutore que vincula a una población específica con dinámicas y procesos digitales del Estado; en este sentido, elle podría ser considerade une burócrate callejere digital, por la aproximación que tiene a los procesos estatales estructurales y su vinculación con la comunidad.

Para este caso, la significación de las TIC difiere del primer caso, para elle es la oportunidad de ayudar a su comunidad como enlace en los procesos burocráticos digitales, siendo una oficina extraordinaria que facilita y proporciona ayuda a sus vecinos. Para lograr la realización de sus actividades, el teléfono celular, la conexión a internet y la computadora son indispensables en múltiples niveles; primero para lograr la conexión entre el Estado digital y los ciudadanos; el segundo nivel es económico, mediante las transacciones bancarias que realiza; el tercero es a nivel social dentro de los ecosistemas digitales, donde es reguladore, facilitadore y persone físique. Dichos niveles de acción social le permiten ejercer una forma de control implícito entre los interlocutores que habitan la comunidad digital.

Reflexiones finales

En el ejercicio realizado distinguimos tres situaciones: la primera es que existen diferentes tipos de interacción social, donde la intencionalidad y la aproximación social van a ser factores determinantes dentro de la significación del espacio; esto es, la asignación de valores simbólicos y utilitarios, la forma de habitar el espacio digital nos distinguirá ante el uso y la apropiación de las tecnologías entre herramientas o una forma de vida. En este sentido, la comunidad formará parte de una movilización social desde lo individual (siendo parte de grupos activistas y perteneciendo a grupos políticos, etcétera), lo local (como una comunidad cultural), y lo nacional e internacional (al ser agentes sociales, políticos y culturales que inciden en los aspectos macro; es decir, como sindicalistas, obreros y campesinos). 

La segunda reflexión se enfoca en las divisiones generacionales, porque el aprendizaje que se obtiene desde la experiencia de vida también puede ser un factor determinante sobre la significación del espacio simbólico, aunque hay que tomar en cuenta las excepciones que quizá surjan, ya que esta situación no es determinante o exclusiva de una generación. Como lo hemos expuesto a lo largo de este escrito, es factible que la conformación de una comunidad identitaria en los espacios digitales sea exclusiva de éstos, entendidos como un grupo cultural o político que incide en los procesos sociales online. 

Las experiencias e impresiones que surgen dentro del espacio digital van a propiciar que nos identifiquemos y construyamos un paisaje determinado sobre un espacio y contexto específico, como se da en el caso de la comunidad campesina, donde sus preocupaciones sobre la violencia se colocarán en múltiples escalas y se relacionarán en la violencia de lo coloquial. Aunque, también puede alejarlos de esa comunidad imaginaria construida. 

La tercera situación son los diversos interlocutores que habitan los espacios digitales; por un lado, éstos no se determinan por la edad o el género, pero sí estarían predispuestos por su asociación política, comunitaria y, en la mayoría de los casos, por su distinción filial a un grupo particular de parentesco, lo que va a propiciar dinámicas particulares en las comunidades digitales; es decir, el conocimiento del lenguaje, espacio y de las prácticas sociales locales digitales va a generar una identidad comunal, que nos permitirá establecernos en esos espacios de convergencia. 

En el caso de la comunidad campesina digital, el conocimiento del espacio-territorio y las relaciones de filiación, establecen dos factores importantes para la constitución de la comunidad digital, donde los modos de control político-social y mediación resaltan; asimismo, podemos destacar que el aspecto económico es circular y dependerá de los aspectos religioso-culturales locales, sin dejar de lado los procesos estatales, que también adquieren relevancia por las temporadas políticas nacionales. 

PIE DE PÁGINA

(1) Considerando esta categoría más allá de los aspectos demográficos, se piensa que en una comunidad hay una acción social y cultural referencial que tiene como característica el movimiento político, económico, social y cultural, la cual es mediática, mediada y controlada por interlocutores que pueden pertenecer al aparato burocrático callejero de la comunidad prescencial o, simplemente, ser agentes de la comunidad que inciden en estos procesos de identidad y pertenencia.

REFERENCIAS

Anderson, B. (1993). Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo. México: FCE.

Grillo, O. (2007). Internet como un mundo aparte e internet como parte del mundo. Dossier. Nuevas tecnologías, 5. 59-65.

Gupta, A. (2018). “Fronteras borrosas: el discurso de la corrupción, la cultura de la política y el Estado”.En Gupta, A. y Mitchell, A. Antropología del Estado. (71-144). México: FCE. 

Jankowski, N. W. (2006). “Creating Communities with Media: History, Theories and Scientific Investigations”. En Lievrouw, L. A. y Livingstone, S. M. Handbook of New Media: social shaping and social consequences of ICTs. London: Sage.

Lipsky, M. (2010). Street-level Bureaucracy: Dilemmas of the Individual in Public Services. Nueva York: Russell Sage Foundation.

López González, B. (2022). Mahuixtlán azúcar y café: construcción de comunidad y mercancías globales. México: El Colegio de la Frontera Norte (tesis de doctorado).

Marcus, G. (2001). Etnografía en/del sistema mundo. El surgimiento de la etnografía multilocal. Alteridades, 11(22), 111-127.

Martín Serrano, M. (2008). La mediación social. España: Akal.

—. (2019). La comunicación y la información en un mundo que se virtualiza. Desarrollos y funciones previsibles. Comunicación y Sociedad, 1-29.

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