Aprender a desaprender

Rafael de Jesús Hernández Rodríguez

A Yaubin, entrañable hijo

La historia del Colegio de Ciencias y Humanidades (1971-1996) transita desde finales del siglo xx, con mayor solidez hacia el XXI como Escuela Nacional, hasta estas fechas, inmersas en el Covid-19 que tantos cambios viene generando. Y es, efectivamente, a partir de estas circunstancias inéditas, en que compartimos una serie de reflexiones cuyas bases están centradas en la actual pandemia, por un lado, y las aproximaciones realizadas en torno a la comunicación social y humana en el Diplomado del mismo nombre, efectuado desde el 8 de junio hasta el 18 de septiembre de 2020, inmerso en la multicitada problemática en la que aún ahora, en el curso del 2021 pareciera un túnel, como la mítica caverna sobre la que vamos y no hay idea clara de cuándo saldremos de ella; pero algo sí es seguro, al concluir estaremos en otro mundo al que ahora se perfila en este espacio y pretendemos referirnos.

De la solidez de autodidactas a la liquidez de ciberdidactas

En sus orígenes, el Colegio de Ciencias y Humanidades diseñó un cambio sustantivo en quienes, después de la Educación Básica –Jardín de Niños (ahora educación preescolar), primaria y secundaria– accedían a la Educación Media Superior, ya que se pretendía que aquellos que incursionaran en ella tuvieran las herramientas básicas para realizar, o al menos iniciar, la labor investigativa en las aproximaciones efectuadas desde el Área de Talleres, a partir de las asignaturas Redacción i y Redacción ii, para luego cursar Redacción e Investigación Documental, concluyendo esa aventura en Redacción e Investigación Documental y de Campo. Las dos últimas en tercer y cuarto semestres, desde la Generación 1971 hasta los cambios realizados en el Plan de Estudios en 1996, que implicaron, ya para la Generación 1997, asistir a las nuevas asignaturas denominadas Taller de Lectura, Redacción e Investigación Documental con diversas variables en los cuatro semestres y que, en la jerga propia del Colegio, recibieran el nombre que a la fecha persiste de TLRIID I a IV. El impacto condujo, en el caso de los semestres terminales, que a partir de 1999 desapareciera la asignatura Ciencias de la Comunicación i y ii con dos horas semanales, que dio vida al Taller de Comunicación I y II con cuatro horas a la semana.          

Dichos cambios siguieron consolidándose a partir de la Revisión y Ajustes (2003-2004) que condujeron a los programas vigentes de 2016 e impactaran a la generación 2018 con implicaciones que tenemos presentes desde marzo de 2020 y ahora, en 2021, seguirán transitando en transformaciones de las que, en esta aportación, queremos dar cuenta, en este primer momento, de la solidez pretendida con el autodidactismo de la generaciones del siglo XX en el Colegio y el tránsito a una perspectiva líquida que, en el marco de la pandemia, se hace más notoria en las nuevas prácticas que tanto para docentes como para alumnas y alumnos han detonado cambios sustanciales de la anterior presencialidad, y la cada vez más vigente actividad a distancia y en línea, tal como sucede en todas las asignaturas de los semestres 2021-1 y 2021-2.

Así, en este contexto se plantea la aparición de los ciberdidactas, neologismo que intenta dar cuenta del cambio sufrido del autodidactismo propio de los orígenes del CCH, respecto al nuevo mundo que será ocupado por actores que, como ya sucede con nuestras actuales alumnas y alumnos, viajan a través de las redes y la digitalidad para poblar, de nueva información, en gran medida multimediática de los hallazgos y sustentos que van llevando a la llamada nueva normalidad que, desde lo alcanzado a ver ahora, ya conduce a mundos nuevos y poblados, que de acuerdo con Zygmunt Bauman en Vida líquida (2015, México, Paidós), permite transitar a la sociedad líquida implicada en las aproximaciones aquí realizadas.

Entonces, el ciberdidactismo enriquecerá al autodidactismo con aproximaciones multimediáticas, posibles gracias a Google y todas las ligas investigativas que la humanidad actual, desde el enclaustramiento en que nos encontramos, está desarrollando y perfilando hacia una nueva atmósfera donde la nube, en muchos sentidos, tendrá la palabra y otros horizontes permitirán a la humanidad que aún somos, dar paso a una distinta y distante, que desde este momento nos es posible visualizar respecto a un futuro próximo.

Mundo en la nube, ciberonautas

Estamos transitando de una biblioteca sólida que, durante siglos y hasta el siglo xx, contenía –y aún contiene– los avances de la humanidad para aproximarnos cada vez más a un mundo que, visualizado en la Escuela Nacional Colegio de Ciencias y Humanidades, implicara el aprender a ser y desde esa trinchera aprender a hacer, procesos que cada vez más conducen a una biblioteca líquida. Estamos ante un parteaguas, donde los principios que originaron nuestro Modelo Educativo se expanden para constituir a seres capaces de circular por las redes y también, en la medida de los logros, tener la posibilidad de compartir hallazgos, creatividad y nuevos derroteros para, en todos sentidos y múltiples canales, coadyuvar a lo nuevo.

La innovación será la herramienta que permita a la humanidad hermanarse de mejor manera con la diversidad de especies con que compartimos el mundo y, gracias al apoderamiento de los códigos genéticos hasta llegar al nuestro, nos sea posible revertir el daño que hemos infringido a seres vivos que ya han desaparecido; pero igualmente, gracias a los conocimientos biogenéticos y tecnológicos, generar nichos de resguardo de las especies que nos acompañan en esta burbuja cósmica que llamamos Tierra, nuestra casa compartida con quienes nos acompañan en esta aventura llamada vida que surgiera desde que los elementos que la conformaron detonaron el fenómeno comunicativo.

Lo presentado pudiera extenderse en múltiples aristas, pero no es el momento ni el espacio para un posible tratado que, seguramente, gracias a los avances científicos y tecnológicos con los que contamos como humanidad, quienes asuman la labor de ciberonautas compartirán a las generaciones futuras las aproximaciones a la genética con horizontes comunicativos que se detonaron desde los orígenes y a últimas fechas, por ser la especie que genera su historia y cuyos acervos se han ido conjuntando a través del tiempo, darán cuenta a generaciones futuras para que sigan transitando en el fabuloso mundo del conocimiento. Ser ciberonautas será una labor futura que conducirá a la actual humanidad a su propio crecimiento.        

Ciberoferias. Aprender a convivir

La línea conductora ha sido el sustento que le diera bases al CCH y el mismo adquiere otra dimensión cuando, en 1996, se erige como Escuela Nacional Colegio de Ciencias y Humanidades que en su proceso incorporó el principio que nos hizo sabernos comunidad de conocimiento y ello reflejado en el Aprender a convivir, acción que muchas veces resulta complicada, porque la apertura entre quienes tienen que llevarla a cabo no resulta, por las implicaciones que requiere el proceso dialógico en que es necesario saberse en un intercambio permanente, ya que cada integrante transita de ser emisor a ser perceptor según el momento de diálogo en que se encuentren. Este proceso, aunque pareciera sencillo, implica la voluntad de todas las partes para ubicarse en el rol que en cada momento implica el círculo dialógico donde nadie ocupa estáticamente alguno de los sitios y la apertura correspondiente que debe instalarse como ejercicio permanente entre todos los actores.

A este espacio necesario, que de igual forma transita en la distancia e implica las labores en línea, es a lo que hemos denominado Ciberoferias, como el lugar virtual generado entre quienes comparten el interés de convivir, de intercambiar por parte de las y los que se incorporen con diferentes aproximaciones y la apertura necesaria en la que nadie se erige como portador de la verdad ni artífice de la piedra filosofal. Será a partir de las Ciberoferias como todas y todos los artífices, desde una perspectiva logolúdica, tendrán el invaluable e insustituible valor de compartir lo alcanzado, siempre con el ánimo de seguir avanzando.

 

Cali 128, Las Américas, diciembre 18 de 2020.

Dr. Rafael de Jesús Hernández Rodríguez.  

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