Educación, tecnología y Covid-19:

nuevas prácticas comunicativas

Carlos Gómez Castro

Toda época tiene sus enfermedades emblemáticas

Byung-Chul Han

 

Nos encontramos en un mundo complicado. Con la llegada repentina de la Covid-19 en todo el planeta, muchos aspectos de nuestra vida social e individual tuvieron un giro radical, además de presentarse cambios en la política, economía y sociedad en casi todos los lugares del orbe. Después de un año de la presente pandemia en todo el mundo,[1] que provocó la reclusión de gran parte de la población, el planeta cambió de forma súbita. La forma de relacionarnos y comunicarnos se trasformó radicalmente.

En el ámbito de la educación, las dinámicas de enseñanza-aprendizaje se tornaron de otra forma. La emocionalidad de alumnas, alumnos y docentes se trastocó en todos los niveles educativos. La comunicación y la relación entre alumnas, alumnos y docentes cambió de forma repentina, y las herramientas tecnológicas tuvieron un papel muy importante. A partir de la pandemia se ha perdido la socialización de todos los agentes inmersos en la educación y los espacios físicos se volvieron virtuales. La práctica educativa fue mediada por dispositivos digitales y las acciones docentes, en muchos casos, se limitaron a cuestiones técnicas.  

A pesar de que nadie estaba preparado, alumnado y docentes poco a poco aprendimos nuevas formas para continuar. La comunicación y los procesos de enseñanza y aprendizaje se han desarrollado dentro de un contexto digital, y el uso y la apropiación de las tecnologías han permeado las formas de aprender. La vida académica se trasladó hacia las pantallas.

Educación, pandemia y tecnología

Desde hace un par de décadas, se ha considerado a la tecnología y las cuestiones digitales el nuevo filtro de la cultura (Manovich, 2005), ello ha afectado la manera de entender, percibir y, ahora, accionar y comunicar el mundo. En el ámbito de la educación, las tecnologías han tenido y seguirán teniendo un papel fundamental para su desarrollo.

En el contexto de esta pandemia en México, la escuela y las clases se trasladaron a las pantallas, y ahora nos relacionamos y comunicamos a través de ellas. El confinamiento obligó a 33.6 millones de alumnas y alumnos en todos los niveles educativos (según datos del INEGI)[2] a cambiar sus dinámicas de vida y tener actividades académicas desde casa.[3]

La educación en línea fue la salida inmediata para el problema, pero luego de más de un año,[4] en casi todos niveles educativos no se han creado estrategias idóneas para combatir la verdadera problemática. Con la llegada de la contingencia por la Covid-19, para muchas alumnas, muchos alumnos, docentes y administrativos, ésta fue su primera experiencia virtual de enseñanza y aprendizaje en línea.

En este escenario aparecieron nuevos contextos y nuevas circunstancias. Todos aprendimos y reaprendimos cosas, tanto alumnas, alumnos, docentes, administrativos, directivos, como el demás personal vinculado directa o indirectamente a la educación, realizamos acciones que no estaban contempladas en nuestro quehacer diario. De una u otra forma, la comunicación con alumnas, alumnos y nuestros pares cambió radicalmente, porque hubo que reinventar otras maneras. Las plataformas y los recursos tecnológicos de la Web 2.0[5] fueron una herramienta que ayudó a lidiar con esto, pero la realidad es que existe una carencia en el acceso y la apropiación de estos recursos tecnológicos.

Desde el inicio de la pandemia, el uso de las tecnologías tuvo una gran importancia en las prácticas educativas; utilizar herramientas tecnológicas, como el correo electrónico (Gmail, Hotmail); mensajería instantánea (WhatsApp, Telegram) y creación de grupos de chat (WhatsApp, Messenger); plataformas de videoconferencias (Zoom, Google Meet, Jitsi); aulas virtuales (Google Classroom, Moddle); software para realizar presentaciones (PowerPoint, Prezi); infografías (Genially, Infogram) o pizarras virtuales (OpenBoard, Jamboard), han sido una constante en el desarrollo de las clases en línea. Pero todas estas herramientas para las clases en línea, en muchos casos, no potencializaron los contenidos, sólo fueron una vía para contener la situación. Para la mayoría era una alternativa poco explorada, y con el paso del tiempo se volvió la lógica de la educación en casi todos los lugares del mundo.

La escuela física no se reemplaza automáticamente con la escuela a distancia, porque la didáctica no se reduce a la tecnología ni la pedagogía a usar Internet. Son dos modalidades con lógicas y funcionamientos propios y eso siempre debe considerarse (Trejo-Quintana, 2020, p. 126).

 

Se debe entender que la educación a distancia es una alternativa, dadas las circunstancias de la pandemia, pero:

Se redefinen los roles del maestro y del alumno; es decir, el uso y la aplicación de recursos tecnológicos digitales en el ámbito de la enseñanza transforma, sin duda, los modos de comunicación entre el profesor y el estudiante, y entre los propios alumnos (Ruiz, 2020, p. 111).

En este contexto, el verdadero desarrollo pedagógico no es una constante y, en las circunstancias de la pandemia, “la educación en línea sin duda es necesaria, pero insuficiente si de entrada no se cambian los paradigmas educativos” (Barrón, 2020, p. 70). A partir de este panorama entenderemos que la realidad como la conocíamos cambió drásticamente. 

La lógica y la comunicación en la educación toma otro sentido. Todos estos cambios trastocaron la parte emocional, tanto de docentes como de alumnas y alumnos, y la manera de concebir las acciones de las instituciones educativas. Las cuestiones digitales y el uso de la tecnología hicieron a un lado las verdaderas implicaciones de la educación.

La comunicación educativa transformada

Después de la pandemia, la comunicación dentro del sistema educativo se transformó. Este panorama da cuenta de la complejidad en que nos encontramos.

Cada época histórica y cada tipo de sociedad tiene la configuración comunicacional que se merece. Esta configuración, con sus distintos niveles, ya sea de carácter económico, social, técnico o mental, y sus distintas escalas, local, nacional, regional o internacional, producen un concepto hegemónico de comunicación” (Mattelart, 2007, pp. 11-12).

Sin la comprensión y el entendimiento correcto en la lógica de operación de las herramientas tecnológicas y la forma como nos comunicamos con las alumnas y los alumnos, no es posible potencializar los contenidos educativos. Las clases en línea se vuelven productos audiovisuales que no conectan con el alumnado y no tiene sentido para ellos. Si éstos no ponen en movimiento sus habilidades de investigación a través de las herramientas tecnológicas, su desarrollo educativo no tendrá cambios.

El Dr. Joan Pedro-Carañana (2020)[6] considera que las clases en línea conllevan una complejidad y no son eficientes dado que:

El proceso de comunicación deviene más vertical y menos participativo y dialógico. La autonomía se convierte en aislamiento y menguan las posibilidades para las muestras de respeto y aprecio, el compañerismo y la reciprocidad. Disminuye la empatía y la atención que son necesarias para la cooperación y el aprendizaje. La pantalla y el contexto de recepción dificultan el proceso de aprendizaje por identificación con el emisor e introducen todo tipo de ruido. Se reduce la capacidad de transmisión e intercambio de información y de emociones que tiene la comunicación no verbal (los gestos, las expresiones faciales, el contacto visual) y se abre más espacio a las malinterpretaciones. Se debilita el estímulo del emisor y la eficacia de la escucha. La capacidad de adaptarse a la audiencia y la automonitorización se ven afectadas. Lo mismo sucede con el seguimiento académico de los estudiantes y las competencias sociales que éstos puedan desarrollar mediante la práctica discursiva. Los límites del diálogo online suponen una menor diversidad de ideas y dificultan la construcción intersubjetiva de conocimiento.

En este contexto, la comunicación se complica, y lo que nos ha demostrado la contingencia y las clases en línea es la falta de disciplina en el estudio por parte de los estudiantes, la inexperiencia en discernir la información que buscan en la red, dificultades en el uso y la apropiación de la tecnología, además de no contar con un espacio físico para el estudio y desarrollo de actividades académicas; no tienen acceso a una conexión de Internet estable y, mucho menos, cuentan con equipo de cómputo adecuado para dichas actividades; a esto se suma el que tengan complicaciones para la entrega de actividades académicas y conflictos en el núcleo familiar.

El sistema educativo debe replantear nuestras formas de enseñanza, y las maneras en que compartimos y comunicamos el conocimiento, ya que no sólo se trata de implementar herramientas tecnológicas para los procesos educativos, sino de cambiar nuestra forma de pensar sobre ellos y cómo las utilizamos. Nadie estaba preparado para algo así.

Transformar la comunicación en la educación

Nos encontramos en un mundo diferente, complicado y extraño para muchos. La educación en línea o virtual, después de la pandemia, será una constante y la comunicación en la educación se habrá transformado. Las competencias tecnológicas de docentes y alumnos, de aquí en adelante, tendrán una vital importancia en la sociedad y la solución de nuestras problemáticas en este nuevo siglo. La tecnología y su uso correcto será fundamental en los siguientes años. Los docentes tenemos que crear nuevas estrategias pedagógicas y comunicativas, adaptarnos al nuevo mundo y las nuevas formas de la era digital. Después de esta coyuntura que vivimos, es necesario pensar en modelos “tecnopedagógicos” que nos ayuden al mejoramiento en los procesos de enseñanza y aprendizaje. 

Además, necesitamos cambiar nuestra mentalidad: aprender, reaprender y desaprender en el contexto de los procesos educativos actuales. “La realidad inédita que vivimos invita a pensar cómo aprovechar esta situación para impulsar otro tipo de aprendizajes y otra forma de aprender” (Díaz-Barriga, 2020, p. 26); para ello debemos entender las brechas digitales, económicas, sociales y políticas que hay en nuestro país. Sólo el tiempo y los estudios que se realicen en los próximos años darán cuenta de las verdaderas consecuencias de la presente pandemia en la educación en México y en todo el mundo.

Es necesario replantearse nuevas estrategias ante lo que significa la educación hoy en día, y tener presente que la comunicación se ha transformado. Desarrollar una postura ante lo nuevo y diferente, y para ello renovarse tanto en actitud como en aptitudes frente a las necesidades del siglo XXI. Es conveniente entender que la lógica de enseñanza debe cambiar y que la comunicación que se tiene con los alumnos ya se transformó. Como docentes, nuestra tarea principal es acompañarlos en su proceso formativo. 

La nueva educación debe construir contenidos más eficaces y lúdicos, desarrollar nuestras competencias y habilidades tecnológicas y metodológicas, así como entender que hoy en día la comunicación está mediada a través de los dispositivos tecnológicos. De esta manera, la meta es formar alumnos más competentes, con un pensamiento crítico, que puedan lidiar con las problemáticas de su entorno y de su vida diaria

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[1] Este texto se terminó en junio de 2021.

[2] Datos de la Encuesta para la Medición del Impacto Covid-19 en la Educación. Recuperado de: https://www.inegi.org.mx/contenidos/investigacion/ecovided/2020/doc/ecovid_ed_2020_presentacion_resultados.pdf 

[3] Respecto a la conectividad en este rubro, 65.7% utilizó un teléfono inteligente, 18.8% usó una computadora portátil y 7.2% realizó, con una computadora de escritorio, actividades escolares o clases a distancia. Datos de la Encuesta para la Medición del Impacto Covid-19 en la Educación. Consultado en: https://www.inegi.org.mx/contenidos/investigacion/ecovided/2020/doc/ecovid_ed_2020_presentacion_resultados.pdf 

[4] El 20 de marzo de 2020, la Secretaría de Educación Pública detuvo actividades presenciales en todos los niveles educativos.  

[5] El término “Web 2.0” comprende aquellos sitios web que facilitan compartir información, la interoperabilidad, el diseño centrado en el usuario y la colaboración en la World Wide Web. Web 2.0 permite a los usuarios interactuar y colaborar entre sí como creadores de contenido. La red social conocida como web 2.0 pasa de ser un simple contenedor o fuente de información, porque en este caso la web se convierte en una plataforma de trabajo colaborativo. Recuperado de: https://es.wikipedia.org/wiki/Web_2.0 

[6] Profesor de la Universidad Complutense de Madrid, Departamento de Periodismo y Nuevos Medios.

REFERENCIAS

Barrón-Tirado, M. C. (2020). “La educación en línea. Transiciones y disrupciones”. En IISUE (ed.), Educación y Pandemia. Una visión académica. México: UNAM. En: http://www.iisue.unam.iisue/covid/educacion-y-pandemia

Díaz-Barriga, Á. (2020). “La escuela ausente, la necesidad de replantear su significado”. En IISUE (ed.), Educación y Pandemia. Una visión académica. México: UNAM. En: http://www.iisue.unam.iisue/covid/educacion-y-pandemia

Han, B.-Ch. (2012). La sociedad del cansancio. España: Herder. 

INEGI. (2020). Encuesta para la Medición del Impacto COVID-19 en la Educación. México. En: https://www.inegi.org.mx/contenidos/investigacion/ecovided/2020/doc/ecovid_ed_2020_presentacion_resultados.pdf 

Manovich, L. (2005). El lenguaje de los nuevos medios de comunicación. España: Paidós Comunicación.

Mattelart, A. (1995). La invención de la comunicación. México: Siglo XXI.

Pedro-Carañana, J. (Mayo de 2020). El riesgo del capitalismo tecnológico en la Universidad. Revista CTXT, (260). En: https://ctxt.es/es/20200501/Firmas/32338/Joan-Pedro-Cara%C3%B1ana-universidad-postpandemia-postuniversidad-educacion-online-dialogo.htm

Plá, S. (2020). “La pandemia en la escuela: entre la opresión y la esperanza”. En IISUE (ed.), Educación y Pandemia. Una visión académica. México: UNAM. En: http://www.iisue.unam.iisue/covid/educacion-y-pandemia

Ruiz-Larraguivel, E. (2020). “La práctica docente universitaria en ambientes de educación a distancia. Tensiones y experiencias de cambio”. En IISUE (ed.), Educación y Pandemia. Una visión académica. México: UNAM. En: http://www.iisue.unam.iisue/covid/educacion-y-pandemia

Trejo-Quintana, J. (2020). “La falta de acceso y aprovechamiento de los medios y las tecnologías: dos deudas de la educación en México” En IISUE (ed.), Educación y Pandemia. Una visión académica. México: UNAM. En: http://www.iisue.unam.iisue/covid/educacion-y-pandemia 

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