#Ingrid: acción social en las redes contra el relato de la violencia
Miguel Ángel Landeros Bobadilla
Resumen
A partir del feminicidio de Ingrid Escamilla, en el año 2020, las redes sociodigitales presentaron un doble comportamiento: en primer lugar, una reacción de indignación para luego, y a raíz de la filtración de fotografías explícitas del lamentable suceso, generar un relato basado en el horror y la revictimización.
En este artículo se analiza el proceso de construcción de un discurso de la violencia en el ciberespacio, pero también la manera en que la organización en la red y la acción colectiva lograron transformar un relato basado en el morbo en una “gramática de la esperanza”.
Palabras clave: acción social, feminicidio, ciberactivismo, sociedad red, narrativa de violencia.
Introducción
El ciberespacio, con sus portales, plataformas y redes sociales se ha convertido en un espacio para la difusión de noticias, el debate público, e impulsar, convocar y organizar acciones colectivas. Así, distintos movimientos sociales acuden a estos recursos tecnológicos para difundir sus ideales y reunir a grupos para provocar un impacto social y llevar a cabo actos de apoyo o repudio a diversas causas (La Rosa, 2016).
Sin duda, el alcance y la ubicuidad de los medios cibernéticos, con sus variadas herramientas comunicativas, que van desde el correo electrónico hasta mensajes, videos o reels compartidos en plataformas, como Twitter o Facebook, o en aplicaciones como Tumblr, WhatsApp o Flickr, facilitan la posibilidad de coordinar a una gran cantidad de personas en torno a una demanda, así como emitir opiniones, peticiones o información en tiempo real, al grado que ya es difícil imaginar una marcha o protesta que no las utilicen y, en la medida en que estos recursos son más accesibles a la población, el fenómeno se extiende y consolida en todo el mundo y en México.
Existen múltiples ejemplos de cómo se ha modificado la naturaleza de las acciones colectivas en la era de los hashtags, dentro de lo que Manuel Castells denomina las “sociedades red” (2012, pág. 24), entre los que se encuentra la Primavera Árabe, en 2011 y, en nuestro país, la consolidación del movimiento estudiantil #YoSoy132, durante la campaña presidencial del candidato de la coalición “Compromiso por México”, Enrique Peña Nieto en el 2012, acontecimientos que demuestran el avance y la influencia de estas nuevas formas de organización digital y que, en el 2020, mostró una novedosa faceta en su capacidad de modificar una tendencia discursiva y temática en el ciberespacio.
El caso Ingrid
Ingrid Escamilla, una joven de 25 años, fue asesinada por su pareja el nueve de febrero de 2020 en su domicilio ubicado en la alcaldía Gustavo A. Madero. Las fotografías periciales del asesinato y del cuerpo de Ingrid, así como un video del interrogatorio del feminicida, fueron filtrados, supuestamente por las mismas autoridades, a los medios de comunicación y a las redes sociales, donde se difundieron de manera masiva.
Al día siguiente, dos periódicos publicaron dichas fotos sin censura en sus portadas junto con los titulares “Descarnada” y “La culpa la tuvo Cupido”, esto último haciendo referencia al, en ese momento, cercano Día del Amor y la Amistad y, sobre todo, a la canción de protesta feminista “Un violador en tu camino”, que incluye la frase “Y la culpa no era mía”.
Esta muy criticable cobertura mediática, y el escándalo generado por la circulación de las crueles imágenes por internet, generaron encendidas reacciones. Por el lado oficial, la Secretaría de Gobernación emitió un comunicado donde se señalaban acciones para determinar las consecuencias jurídicas que tendrían los medios informativos que difundieran las fotografías, así como para evitar la difusión de dicho material. Asimismo, se realizaron diversas marchas de protesta en varias ciudades del país contra los feminicidios, la violencia contra las mujeres y su invisibilización, así como por la incapacidad o complicidad de las autoridades en este tipo de hechos y, en particular, por el repudio que provocó la publicación de las imágenes, lo que generó un debate sobre la ética y moral mediática, además de los alcances de las redes sociales para normalizar las agresiones al distribuir dicho contenido sin control.
Dichos acontecimientos facilitaron las condiciones para que, en los días posteriores, se presentara una organización y movilización por internet, en un intento por contrarrestar la atrocidad e insensibilidad compartida en las redes digitales.
Acción colectiva y redes sociales
A diferencia de los medios de comunicación tradicionales, el ciberespacio se ha distinguido por posibilitar nuevas formas de participación en el debate público y, de acuerdo con Alex Ojeda (2017), dentro de las áreas de relación entre la política e internet, existe el área de la política extrainstitucional, donde se presentan:
Diversas iniciativas, organizaciones y movimientos que escapan de los canales institucionales formales de la política que, sin embargo, tienen efectos importantes en las decisiones públicas y en la misma construcción de lo público. Temas como grupos de interés, el ciberactivismo y los movimientos sociales en red se encuentran en esta área.
Anteriormente, los movimientos sociales aspiraban a promover un cambio social radical en su conjunto. En la actualidad, sus intereses se han vuelto más fragmentados y concretos, porque se asocian a problemáticas particulares, como las luchas ambientalistas, demandas feministas o influir en la opinión pública y el posicionamiento de los temas en la agenda colectiva (La Rosa, 2016), y para ello han usado los medios digitales.
De esta manera, en las sociedades interconectadas digitalmente, los movimientos surgen rápidamente, y son fenómenos de movilización social en la red basados en una autocomunicación, donde “el emisor decide el mensaje de forma autónoma, designa a los posibles receptores y selecciona los mensajes de redes y comunicación que quiere recuperar” (Castells, 2012, pág. 24), y cuya eficacia se debe a diversos factores, como una acelerada difusión masiva de los mensajes, lo que es posible al contactar tanto a personas cercanas a un problema específico como aquellas ajenas inicialmente a la situación. Además, la posibilidad de mantener el anonimato brinda a las usuarias y los usuarios confianza para intervenir, así como para evitar conflictos de liderazgos, lo que alienta aún más la participación colectiva.
Asimismo, estas movilizaciones digitales pueden surgir de manera espontánea a partir de un acto considerado injusto, un evento trágico, actos de corrupción, alguna crisis o la presencia de una circunstancia percibida como opresora que provoca la indignación pública. Todo ello puede suscitar movimientos que se viralizan siguiendo la lógica y los mecanismos de las redes que, si bien rara vez cuentan con un contenido programático, aspiran a incidir y transformar los valores sociales (Castells, págs. 211-219).
Lo anterior se logra mediante el ciberactivismo, entendido como señala De Ugarte (citado en Ojeda, 2017) como:
Toda estrategia que persigue el cambio de la agenda pública, la inclusión de un nuevo tema en el orden del día de la gran discusión social mediante la difusión de determinado mensaje y su propagación a través del “boca a boca”, multiplicado por los medios de comunicación y publicación electrónica personal.
Ahora bien, el ciberactivismo y las acciones colectivas actúan en una sociedad red donde el poder es multidimensional y se organiza en torno a redes programadas en cada campo de la actividad humana de acuerdo con los intereses y valores de los actores empoderados (Castells, 2012, pág. 24), y aprovechan las ventajas que brinda internet, como las siguientes:
- Posibilita una veloz circulación de noticias, demandas, sugerencias, peticiones, etc.
- Aprovecha la creatividad de las usuarias y los usuarios en las aplicaciones, redes y plataformas.
- Se tiene acceso a una parte de la población cada vez mayor conforme avanza la tecnología y la conectividad.
- Involucra a la ciudadanía con distintas causas sociales.
- Cualquier persona puede presentar iniciativas para comenzar una protesta o un movimiento, incluso de manera anónima.
- Las actividades digitales son difíciles de controlar por parte de las autoridades o por medio de políticas gubernamentales.
- Facilita que los movimientos sean funcionales; es decir, que las usuarias y los usuarios recurran a sus contactos digitales, con lo que se amplía constantemente la base de apoyo en las redes (La Rosa, 2016).
- Permite que las acciones se modifiquen y adapten a las circunstancias de acuerdo con el flujo de los acontecimientos.
- Es un campo interactivo, donde las y los participantes pueden hacer propuestas, cambios y sugerencias en forma directa y en tiempo real.
Lo anterior, junto con otras características del ciberespacio, alienta movilizaciones más flexibles, menos centralizadas y jerárquicas y, en cambio, fomenta participaciones colectivas, horizontales y surgidas a través de tuits y mensajes en las redes. Su éxito depende, en buena medida, de climas de opinión o de coyunturas sociopolíticas adecuadas. Es importante mencionar que, de acuerdo con Manuel Castells (2012, pág. 30), la génesis de los movimientos sociales inicia con la mutación de una emoción en acción y, para concretarse, se requiere de la sincronización emocional entre usuarios (mediante la empatía).
En el suceso en cuestión, el asesinato de Ingrid, con su escandalosa cobertura en medios y nefasta explotación en internet, despertaron la ira, la irritación y el repudio colectivo, reacciones que fueron componentes para que la sociedad se sacudiera desde el ciberespacio en una acción construida desde la indignación y enfocada en una transformación positiva.
#Ingrid en las redes
El caso de Ingrid es relevante, porque demostró la forma en que la acción social, es decir, la “actuación conjunta de un grupo de personas con el objeto de conseguir intereses comunes” (Ojeda, 2017) –en este caso, en las redes sociales–, puede modificar, desde el ciberactivismo, una tendencia o narrativa amarillista, así como influir en la cobertura mediática.
De esta manera, el informe “Ingrid Escamilla: apagar el horror” (2020), elaborado por Signa_Lab, un laboratorio de investigación digital del ITESO de la Universidad Jesuita de Guadalajara, presentó la investigación y el análisis del comportamiento en las plataformas y redes sociales. Así, desde el primer día del suceso, se analizó la evolución de dicho comportamiento mediante la revisión de tuits con dos herramientas de seguimiento digitales, así como de los diversos hashtags generados por la noticia.
En primera instancia, establece el informe, se identificaron dos momentos bien definidos:
- Tras conocerse el crimen (nueve de febrero), el caso se viralizó en las redes sociales, lo que provocó diversas expresiones de indignación, tristeza y dolor. Las etiquetas utilizadas se relacionan con conceptos como “justicia” y “feminicidio”, y el hashtag #NiUnaMenos.
- Después, con la difusión de las fotografías y del video ya comentados, se empezó a explotar el morbo, la revictimización y la brutalidad del hecho, en general a través de cuentas falsas que se vinculaban con la etiqueta #IngridEscamilla, donde se concentraron comentarios violentos o burlones, además de las palabras “fotos”, “cuerpo”, “desolló” y “monstruo”, que aparecieron constantemente en los motores de búsqueda como Google.
Así, entre el 11 y 12 de febrero, este rastreo de términos negativos en internet y las redes alcanzaron su punto más alto, lo que confirmaba:
[La] exacerbación de la brutalidad del feminicidio como eje narrativo en palabras asociadas a ella, la búsqueda de imágenes y videos del acontecimiento en sitios destinados al género gore, y algunas de las palabras más usadas por los medios en la cobertura (imágenes, filtración), son muestra de ello (Signa_Lab, 2020).
En tanto, la sociedad civil se movilizó con marchas multitudinarias, como la realizada el 15 de febrero en la Ciudad de México, donde miles de personas y varios grupos feministas tomaron las calles para protestar y, entre otras acciones, quemaron un camión del periódico “La Prensa”, en protesta por la cobertura sensacionalista de la noticia.
Pero más allá de estas marchas y movilizaciones, en las redes se presentaba un fenómeno inédito cuando las usuarias y los usuarios, de forma espontánea, decidieron nulificar la narrativa de violencia, burla y cosificación de un ser humano, que existía en internet. Esta acción se puede sintetizar en el siguiente cuadro:
Objetivos |
Modificar la narrativa enfocada al morbo y el horror. Dignificar la memoria de Ingrid. |
Dinámica | Convocar y aglutinar a usuarias y usuarios a través de redes sociales y plataformas por medio de hashtags que crearan identificación con la propuesta. |
Propuesta | Eliminar, en la medida de lo posible, las imágenes violentas que circulaban en el ciberespacio y, en cambio, compartir imágenes agradables para revertir la tendencia negativa. |
En este sentido, el 11 de febrero, en Twitter, la cuenta identificada como Cit, posteó a las 20:59 horas lo siguiente: “Amigas, una vez vi un caso de un feminicidio de una chica en EU en el que filtraron las imágenes de su cuerpo, y sus familiares y amigos compartían fotos de cosas bonitas para que cuando buscaran su nombre no aparecieran las desafortunadas fotos” (LatinUs, 2020). Asimismo, en las primeras horas del 12 de febrero, el equipo de Signa_Lab solicitó a la artista visual Mónica Vargas, una ilustración de la víctima que acompañara el informe que se encontraba en elaboración, como “una gramática que enfrente la disolución, el aniquilamiento y la imposición de una caligrafía brutal sobre los cuerpos rotos en torno a los cuales hay que construir una nueva memoria digital” (Signa_Lab, 2020).
Posteriormente, y de acuerdo con el informe referido, alrededor de las 17 horas del 12 de febrero, miles de usuarias y usuarios de Twitter aprovecharon las redes sociales para contrarrestar el relato de horror creado sobre Ingrid y colaboraron con hashtags, como #Ingrid, #IngridEscamillaFotos, #IngridEscamillaCuerpo e #IngridEscamilla, con la intención directa de influir en los algoritmos de Twitter y Google compartiendo ilustraciones atractivas como de mascotas o del cielo.
Es significativo remarcar la importancia que tienen los hashtags en las acciones colectivas en redes digitales, porque su uso representa un factor de consolidación de la identidad de un movimiento social, aun en quienes no tienen una presencia activa (La Rosa, 2020), ya que permiten crear lazos entre usuarios e involucrar a los actores sociales al generar apego a una causa, además de crear tendencias en una discusión pública en internet, dotar de un sentido primario a una protesta o un reclamo, y proporcionar una narrativa sobre los objetivos a conseguir.
Como complemento, junto a los hashtags mencionados, el 13 de febrero se popularizó el de #IngridEscamillaChallenge, que se volvió la tendencia principal e invitaba a sumarse a la iniciativa empezada el día anterior para circular en las redes nuevas imágenes de paisajes, gatos, flores, cachorros, nubes, del horizonte o del mar.
Es conveniente resaltar el uso del concepto “challenge”, porque exhortaba a participar en un esfuerzo coordinado de miles de personas para crear una tendencia positiva y, en este caso, mitigar los efectos de la falta de ética de algunos medios de comunicación y de la búsqueda morbosa de imágenes explicitas en internet, así como para modificar la narrativa mediante la apropiación del ciberespacio, ya que “el relato que prevalece en las búsquedas a largo plazo sobre cualquier tema en estos sitios es el correspondiente al conjunto de palabras e imágenes que mayor número de veces hayan circulado asociadas a dicho tema” (Signa_Lab, 2020). Desde esa fecha, y en unas pocas horas, la acción colectiva digital modificó el relato de violencia y, con la exposición de imágenes bonitas y agradables, honró la memoria de Ingrid, como señaló el informe de Signa_Lab, con “una gramática de la esperanza”.
Conclusión
Como señala Manuel Castells, internet y las redes sociales no sólo son zonas digitales, sino espacios vivos que conectan todas las dimensiones de la actividad humana, donde sus usuarias y usuarios producen contenido, establecen vínculos y conectan prácticas en una búsqueda del cambio social (2012, pág. 221).
Con la acción social digital provocada por el caso de Ingrid Escamilla, se confirmó su potencial para modificar una narrativa que se solazaba en la violencia explícita, el morbo y la burla, para transfigurarla, mediante el uso de imágenes que circulaban en la red, en algo digno y respetuoso.
Asimismo, tuvo dos secuelas sumamente importantes; en primer lugar, promovió la discusión necesaria sobre la ética de los medios en la difusión de noticias violentas, sobre todo en los casos de agresiones contra las mujeres y los feminicidios. Por otro lado, impulsó la aprobación de la llamada “Ley Ingrid”, para castigar a quien difunda imágenes de víctimas de agresiones (sobre todo mujeres), combatir la violencia de género mediática y penar a los servidores públicos que, de forma indebida, revelen o difundan material vinculado con hechos delictivos. Esta propuesta legal fue promulgada en la Ciudad de México el 22 de febrero de 2021 (Capital21, 2021).
Esta movilización en internet fue un fenómeno inédito en nuestro país, y demostró las posibilidades de cambio y de nuevas formas de participación en el espacio público a través del ciberactivismo y de las redes, ya sea por medio de un tuit, un mensaje en Facebook o en WhatsApp, o mediante denuncias y reclamos en otras aplicaciones, para transformar, gradualmente y con el poder de un click, una realidad de violencia por un ambiente un poco más armónico y justo.
REFERENCIAS
Capital21. (26 de febrero de 2021). Aprueban ‘Ley Ingrid’, darán cárcel a quien filtre imágenes de víctimas de agresiones. En: https://www.capital21.cdmx.gob.mx/noticias/?p=12385 (consultado el 1 de agosto de 2023).
Castells, M. (2012). Redes de indignación y esperanza. Los movimientos sociales en la era de internet. España: Alianza Editorial.
La Rosa, A. (2016). Movimientos sociales, redes sociales y recursos simbólicos. Correspondencia y análisis, 6.
LatinUs. (13 de febrero de 2020). #IngridEscamillaChallenge, crean hashtag para proteger el cuerpo de víctima de feminicidio en México. En: https://latinus.us/2020/02/13/ingrid-escamilla-challenge-protege-cuerpo-victima-feminicidio/ (consultado el 27 de julio de 2023).
Ojeda, A. (2017). Movimientos e Internet: de la política centralizada a la política distribuida. En: http://www.scielo.org.bo/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1815-02762017000200002 (consultado el 22 de julio de 2023).
Signa_Lab. (13 febrero 2020). Informe: Ingrid Escamilla: apagar el horror. En: https://signalab.mx/2020/02/14/ingrid-escamilla-apagar-el-horror/ (consultado el 28 de julio de 2023).