Her. La realidad virtual, realidad de la sociedad

Por: Cinthia Reyes Jiménez

Her (2013) es una película del director y guionista Spike Jonze; la historia se sitúa en la ciudad de Los Angeles, en un futuro no muy lejano donde vive Theodore Twombly (Joaquin Phoenix), un hombre solitario, dependiente de la tecnología, que trabaja como redactor de cartas personales para otros. Theodore atraviesa por una etapa difícil, su reciente divorcio lo tiene sumido en una profunda tristeza que no le permite vincularse con los demás, sólo ve pasar el tiempo sin poder moverse.

La vida de Theodore no es demasiado emocionante, cuando no trabaja se pasa las horas sentado en la sala de su casa jugando en una plataforma de realidad aumentada que no requiere de monitor ni visor o controles; de vez en cuando sale con otras personas, más por complacer a sus amigos que por querer sentirse acompañado. Ocupa mucho de su tiempo para pensar en los momentos cálidos que vivió con su expareja, repasando una y otra vez el porqué de la separación.

Su mundo rutinario se ve modificado cuando decide adquirir un nuevo sistema operativo para su computadora, y la publicidad de la empresa lo seduce, ya que le ofrece ser entendido por alguien que en verdad lo conoce y quiere escucharlo. El sistema operativo se basa en un modelo de inteligencia artificial que decide autonombrarse Samantha (Scarlett Johansson), y a Theodore lo sorprende la voz sexy y atractiva de Samantha. Así inicia una relación entre la computadora y Theodore basada en toda la información privada que el protagonista tiene en su máquina.

Cada vez pasan más tiempo juntos (conectados), por lo que Theodore considera a Samantha brillante, perspicaz, sensible y sorprendentemente divertida. Lo que él no podía imaginarse es que terminarían enamorándose el uno del otro, pero Samantha es una máquina, lo que convierte a la trama en una peculiar historia de amor que refleja la naturaleza de las relaciones y los riesgos de la intimidad en el mundo moderno.

El director Spike Jonze explora, a través de la película Her, varios temas que invitan a una profunda reflexión: la evolución humana junto a la tecnología, la inteligencia artificial, las dificultades de las relaciones, pero, sobre todo, el amor y la soledad. Es una bella cinta que retrata las emociones y que hoy tomo como pretexto para realizar el siguiente texto.

Her. La realidad virtual, realidad de la sociedad

La película es una estupenda reflexión sobre una sociedad en la que el hombre y sus aparatos más cercanos parecen evolucionar, convirtiendo nuestros modos de percibir la realidad en algo confuso y desconocido. En Her se puede ver, más que nunca, la ejemplificación de la metáfora de la “Caverna de Platón”, que nos narra sobre un grupo de hombres prisioneros desde su nacimiento por cadenas que los sujetan del cuello y de las piernas; en esa posición lo único que pueden hacer es mirar hacia el fondo de la caverna alumbrada gracias a la luz de una hoguera. En la pared de la cueva se ven reflejadas las sombras de los objetos que están en el exterior de la caverna y los prisioneros toman como verdad las sombras de dichos objetos que se proyectan en la pared; ellos están condenados a tomar como ciertas todas y cada una de las sombras, ya que no pueden conocer nada de lo que está fuera; qué tanto lo que produce la tecnología es una ilusión digital que tomamos como verdadera sin la posibilidad de conocer la realidad. 

Theodore es un hombre solitario y melancólico que se dedica a escribir cartas de amor en una empresa de servicios digitales, él vende correspondencia personalizada a los clientes que pagan para que un tercero escriba a sus seres queridos lo que sienten. En su trabajo es considerado un excelente empleado, por su forma de plasmar sentimientos de amor, gratitud y esperanza se ha ganado el respeto de sus colegas. Contrario a lo que escribe en las sensibles cartas que sus clientes envían como propias a sus conocidos, Catherine (Rooney Mara), su expareja, decide abandonarlo porque siente que Theodore ha dejado de expresar sus sentimientos, él es incapaz de aceptar su condición y se niega a firmar el divorcio.

En estas circunstancias es donde Theodore expresa, a través de su computadora y de las cartas que escribe, lo que no puede sentir. La soledad no es cuestión del número de personas que te rodean, dependerá de lo que exista en tu interior. El protagonista de Her encuentra un sistema operativo de inteligencia artificial, que le ofrece iluminar su vida y mostrarle las respuestas a preguntas que lo aquejan. Samantha se convierte en la voz que lo motiva para salir de su soledad, empieza a reír porque se siente escuchado, inicia nuevos proyectos y la percepción de su entorno se transforma.

A diferencia de otros sistemas de inteligencia artificial, éste puede transformar la información en emociones y crear la ilusión de tener sentimientos e imitar toda clase de comportamiento humano, pero sabe que su origen son códigos y no un conjunto de células y neuronas; aun así, Theodore se declara enamorado y se siente correspondido. De quién nos enamoramos cuando nos conectamos con alguien en la red, el amor a través de Internet. La novedosa forma de vincularnos en lo virtual nos permite comunicarnos, asociarnos, enamorarnos, mantener relaciones sexuales asépticas basadas en la fantasía y la imaginación; mediante computadoras o teléfonos móviles también se comparten intereses, sentimientos o deseos personales que entran en conjunción con otros en un espacio virtual compartido.

Asistimos al nacimiento de nuevas formas de comunicación y aunque la relación del hombre con la máquina no es reciente, se complejiza a partir de las inmensas posibilidades que brinda la interactividad en espacios virtuales y nos da la bienvenida a la inmensa fiesta de disfraces. Alimentar la ilusión de que alguien está siempre presente, al alcance de mis necesidades y poder desconectarse con el simple hecho de apretar el interruptor que apaga la computadora.  

En Her se plantea la posibilidad de que una tecnología de consumo comercial tome una identidad y pueda desarrollar sentimientos semejantes a los nuestros, pero a la vez distintos, caracterizados por la perfección. La cinta no sólo trata las curiosidades tecnológicas sino la posibilidad del amor entre un hombre con cuerpo y una inteligencia artificial que observa el mundo desde la lente de un celular. Un aparato como el teléfono y la relación que se inicia en su entorno, crea sin duda una serie de cuestionamientos respecto a las relaciones que se generan con los objetos, transformando al medio en fin; un medio que aceptamos como eficiente, grato y que, muchas veces, se prefiere a la compañía de otro ser humano.

Existen algunas investigaciones (Sánchez y Oviedo, 2005; Rial, Golpe, Gómez y Barreiro, 2015; Ruíz, Sánchez y Trujillo, 2016) que tratan de determinar si la gente en verdad desarrolla adicción a los teléfonos celulares, demostrando que los sonidos del teléfono activaban asociaciones auditivas que provocaban señales cerebrales con los patrones clásicos de la adicción. Para darnos una idea de la importancia que damos a estos aparatos, basta ver las mesas de casi cualquier restaurante en el mundo y contar las cabezas de quienes miran sus pantallas móviles en lugar de los rostros de quienes les acompañan.

¿Qué pasa cuando la ilusión se apaga? En la trama de Her, cuando Samantha tiene que desaparecer, el mundo de realidad virtual se derrumba, pero él sobrevive y busca a otro ser humano para pedirle que lo acompañe, escribe una carta de despedida para Catherine, su expareja, donde acepta que los seres humanos son tan complejos que pueden o no estar, porque, aunque estén separados ella será siempre parte de su historia. Al final, Theodore es obligado a dejar su caverna para encontrarse con un mundo incierto, lleno de los estruendosos ruidos del silencio en donde tendrá que reaprender a vivir.

Una película con un lenguaje sencillo, sin las tomas espectaculares y llenas de efectos a las que nos tienen acostumbrados las producciones estadounidenses de ciencia ficción; el director Spike Jonze nos muestra, a través del color, la imagen del amor, de la felicidad, de la soledad, el uso de colores cálidos y suaves en armonía con los momentos felices y las sombras para los días oscuros. No es una película que trate de satanizar la tecnología, sólo pretende retratar las dificultades y contradicciones de los seres humanos, del amor que, en cualquier condición, sigue siendo una evidencia de interacción, no hay nada más real que las interacciones humanas por complejas que sean.  

Para concluir, se podrá afirmar que la forma de relacionarnos está cambiando. ¿Cuál es el peso que le estamos dando a la tecnología para vincularnos con los demás? Necesitamos volver a preguntarnos qué nos convierte en humanos y si estas características se están modificando con la inclusión de los actuales aparatos tecnológicos tan cerca de nuestras vidas.

REFERENCIAS

  • Rial, A., S. Golpe y P. Gómez. (2015). Variables asociadas al uso problemático de internet entre adolescentes. En: https://www.redalyc.org/comocitar.oa?id=83938758003 (consultado el 17 de enero de 2020).
  • Ruíz, J., J. Sánchez y J. Trujillo. (2016). Utilización de Internet y dependencia a teléfonos móviles en adolescentes. En Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales. Niñez y Juventud. 14(2). Pp. 1357-1369.
  • Sánchez, J. y L. Oviedo. (2005). Amor.com: vínculos de pareja por internet. En: https://www.redalyc.org/comocitar.oa?id=80270204 (consultado el 17 de enero de 2020).
  • Vilá, R. (2008). Platón en la caverna: una lectura peirceana del mito. En Revista internacional de filosofía. Vol. XIV. España.

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