IDENTIDAD Y PENSAMIENTO CRÍTICO EN LOS JÓVENES

¿Qué yo me contradigo? Pues sí, me contradigo
Y, ¿qué? (Yo soy inmenso, contengo multitudes).
Walt Withman

por: Claudia N. Reynoso Monterrubio

Introducción

Los acelerados avances tecnológicos han generado cambios radicales en las formas de vivir y pensar en las personas. Un campo donde es más notable la transformación de la sociedad es, sin duda, en la información y la comunicación. Los fenómenos informáticos han afectado la vida de todos creando una alteración en las relaciones sociales despojándolas de esencia, al quitar al ser humano de su centro para poner en su lugar a las máquinas, en especial los instrumentos como el teléfono celular inteligente y las computadoras.

Por ello, ahora más que nunca es necesario que los jóvenes tengan las herramientas adecuadas para hacer frente a los embates de una sociedad que está perdiendo la dirección a pasos agigantados. En estas circunstancias, la tarea más importante a la que se puede consagrar un joven es la de encontrar soportes firmes que le hagan avanzar en su crecimiento espiritual y mental.

En ese sentido, uno de los soportes que puede ser de gran ayuda es el desarrollo de un pensamiento crítico, basado en la reflexión, la investigación y el autoconocimiento.

Identidad y narcisismo

El tema de la identidad es parte del autoconocimiento y tiene particular interés para los jóvenes, porque están en el proceso de construir su personalidad. Por ello, es importante que tengan claro qué pueden hacer con el propósito de adquirir la información necesaria y fundamentada al respecto.

El Diccionario de la Real Academia Española (2019) define el concepto de identidad como el “conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que los caracterizan frente a los demás” y la “conciencia que una persona o colectividad tiene de ser ella misma y distinta a las demás”.

El significado ya es contradictorio; por un lado, nos indica que una persona es ella misma y distinta a las demás, y por otro se refiere a que este individuo es igual a un conjunto de seres, quienes comparten características comunes, las cuales distinguen a una colectividad de otras.

La etapa de la adolescencia ha sido ampliamente estudiada por psicólogos, antropólogos, sociólogos y otros especialistas, la mayoría de ellos destaca los múltiples elementos que entran en juego en la formación de la identidad de los jóvenes. Se habla de factores culturales, económicos, políticos y religiosos. Todos ellos forman el contexto en que la existencia de los adolescentes tiene su desarrollo y está representado fundamentalmente por la familia, la escuela, los medios de comunicación y la comunidad donde se insertan las principales interacciones sociales.

En el presente texto, la intención es referirse a algunos de los aspectos que median en la construcción de la identidad de la juventud, especialmente los relacionados con la cultura dominante.

Un rasgo central de la colectividad actual es el crecimiento exponencial de las redes sociales y la enorme influencia que tienen, no solo sobre los jóvenes –la parte más impresionable de la sociedad– sino en todos sus integrantes.

La sociedad ha erigido a estas comunidades como guías incontrovertibles de todos sus actos, desde los más nimios hasta los más absurdos y sin sentido. Las redes sociales se han convertido, por ello, en el fenómeno de mayor repercusión en la cultura y, en particular, en la vida de los adolescentes que están en pleno desarrollo de su personalidad.

En los sitios más frecuentes del Internet existe una multitud de información personal que llega a lo irracional, aparecen imágenes de personas en diversas actitudes.

Cada día se suben a Instagram 80 millones de fotografías, con más de 3,500 millones de likes: “Yo, comiendo”, “Yo, con mi mejor amiga”.
“Yo, en un nuevo bar”. En Facebook, millones de usuarios ofrecen detalles de su vida al mundo” (Galindo, 2017).

Además, la proliferación de selfies ya es incontenible, y todo ha dado lugar a un incontrolado culto al yo. Estas conductas definen a nuestra cultura como narcisista; es decir, caracterizada por una sed insaciable de reconocimiento, un anhelo de ser admirado y una desmedida autopromoción, además de que, ligada a esta desmesura, hay un consumismo sin límites.

En ese sentido, se puede entender el narcisismo como:

Una pérdida de valores humanos –ausencia de interés por el entorno, por la calidad de vida, por las demás personas–, una sociedad que sacrifica su medio natural para obtener dinero y poder, no tiene sensibilidad para las necesidades humanas” (Lowen, 2014, pág. 5).

El narcisismo como exaltación del yo, afecta tanto a adultos como adolescentes, la vanidad y la arrogancia son sus divisas. Esto conduce a la simulación y al desenfado, a crear imágenes falsas de sí mismos a través de filtros donde las personas se ven más guapas, delgadas o jóvenes, y a preferir –o más bien desear– los bienes materiales antes que la práctica de actitudes positivas. En este sentido, Castillo (2017) dice: “estas personas, con frecuencia están muy influidas por los personajes famosos del cine y de la televisión; quieren parecerse a ellos y vivir como ellos, y como no lo consiguen lo simulan”.

“Desear es peligroso”

Los problemas de identidad se relacionan con actitudes sociales que conllevan una constante imitación, por lo que el motivo central de esta reflexión es analizarlas en un artículo de la reconocida escritora y periodista Rosa Montero, en que se refiere a un ídolo juvenil: el cantante Maluma.

El artículo al que se hace referencia se titula “Desear es peligroso”, y propicia la reflexión acerca de algunos aspectos que se han considerado fundamentales en la identidad, como: los roles disponibles, las posibilidades ocupacionales, los valores compartidos, las relaciones amistosas y el estilo de la intimidad sexual. Ello a partir de dos personas: un joven adulto y una mujer en total madurez.

Rosa Montero expresa que Maluma representa un modelo de vida para sus 46 millones de seguidores, muchos de quienes, sin duda, están en plena adolescencia; es decir, en el proceso de elegir su identidad, con la que harán frente a los retos que se les presenten a lo largo de su existencia.

El hecho, que ha causado una crítica severa de parte de Montero hacia Maluma, es que el joven subió a las redes un video en el que, anegado en lágrimas, mostraba con orgullo un avión que había adquirido y cuyo precio oscilaba entre los 20 y 22 millones de euros.

La escritora y periodista manifiesta su rechazo a esta conducta, que califica de exhibicionista y obscena. La razón que aduce para esta crítica contundente es que “no se puede ser tan vacío en tus apreciaciones de la realidad, cuando a tu alrededor hay tantas desigualdades, carencias e infortunio” (Montero, 2019).

Y si se revisan las letras de algunas de las canciones que han llevado a la cima de popularidad a este joven triunfador, se coincide con Montero, porque lo que también buscan los jóvenes es una identidad sexual, y si su ídolo manifiesta en sus canciones un machismo y el poco respeto que le da a las mujeres, no se puede menos que compartir ese algo de razón en la crítica de la escritora. 

Además, el citado cantante fue censurado por una canción titulada Cuatro babys, que tiene 905 millones de visualizaciones en YouTube y provocó que varios grupos generaran una iniciativa para que la canción se retirara de ese canal, debido a su excesiva violencia contra las mujeres y su evidente misoginia.

Lo que refleja el contenido de esta canción, y otras, es un deterioro total de las relaciones humanas y, en especial, de las que existen entre hombres y mujeres, porque el desempeño sexual del varón como señal de éxito y triunfo muestra una ausencia de valores esenciales para la convivencia social. Asimismo, revela una falta de respeto no sólo a las mujeres sino a la sociedad entera a la que el cantante desafía con estas actitudes prepotentes. Es pertinente mencionar que en la canción citada se hace alarde de utilizar objetos de las marcas más caras como instrumento de seducción y dominio, transformando así las relaciones personales en mercantiles y, por tanto, en desechables.

Los jóvenes se identifican y complacen en escuchar este tipo de canciones, porque expresan lo que ellos quisieran ser y decir, y no se atreven. La crudeza de las palabras usadas revela la falta de límites para alguien que está sostenido y entronizado por una juventud demasiado sometida a lo que la sociedad quiere de ella. ¿Qué sociedad? Es la pregunta.

Es una parte mínima: la que tiene el control de la riqueza y del poder. Esta minoría suscita, en las mayorías desposeídas, el deseo de emular a estos personajes opulentos que, sin ningún pudor, exhiben en las redes sociales sus lujosos yates y aviones privados, residencias fabulosas y colecciones de autos inmensamente caros, como es el caso de un conocidísimo y admirado boxeador. Este estilo de vida es una aspiración compartida especialmente por los más jóvenes y vulnerables, y por ello más dispuestos a erigir ídolos tan vacíos como sus metas y sueños.

Por otra parte, Maluma envía un mensaje a sus múltiples seguidores:

Sueñen sin miedo, nunca crean en un no como respuesta, ustedes son el timón de su vida y pueden llegar hasta donde su mente y corazón quieran. Este es mi legado, ¡inspirar y demostrar que los sueños sí se hacen realidad! (Sputnik Mundo, 2019).

Y aquí está precisamente el peligro de que los adolescentes elijan como guía a un joven que cree efectivamente que se puede tener la libertad de “llegar hasta donde su mente y corazón quieran”, sin darse cuenta de que sus ideas y aspiraciones son producto de una sociedad que tiene como única meta la conservación del status de unos cuantos privilegiados, a costa de la ignorancia y explotación desmedida de la mayor parte de la población.

Retomando a Montero (2019), quien después de analizar la conducta de Maluma dice:

El día del avión y los lagrimones, Maluma declaró: “Los sueños se cumplen”. Qué tremendo que a los 25 años tus sueños sean tener un avión privado, piensas al leerlo. Y te dices: a mí se me ocurrirían muchísimas otras cosas. ¿Sí? ¿Qué otras cosas? ¿Qué deseas de verdad en la vida? ¿Qué has obtenido? ¿Y qué ha sucedido cuando lo has obtenido?

Estas preguntas tienen que ver directamente con la identidad y, en principio, se hacen cuando se es joven, junto con la inevitable ¿quién soy yo? Esta postura de la periodista es reveladora, porque teóricamente se ha dicho que la identidad se alcanza al llegar a la adultez, pero si esta mujer, periodista, escritora y ensayista, se está preguntando todavía qué quiere para su vida, cuando claramente se ve que ha logrado todo lo que pudo imaginar: trabajo, éxito, fama, fortuna, respeto y reconocimiento, ¿entonces qué es la identidad?

Una posible respuesta es que la identidad es algo muy complejo y no fácilmente alcanzable, lo que obliga a preguntar: ¿este concepto no será otra más de las invenciones de la cultura dominante para dirigir a los jóvenes hacia la adopción de los roles prescritos por el sistema social? De esta manera, la fuerza y creatividad juvenil queda bajo su control.

En cuanto a las interrogantes de Montero, se considera que las siguientes palabras de Erick Erikson (1995, pág. 155) son útiles para entender las dudas que se plantea la escritora:

Confrontado de manera aguda por los desafíos de la juventud, el adulto propende a sufrir una especie de parálisis emocional causada por los vestigios agudamente despertados de sus propios fragmentos de identidad no realizados y una cierta identificación irresistible –punitiva o autopunitiva– con el tipo de juventud más reciente.

De lo anterior se concluye que la identidad no es un sistema cerrado que se alcanza con la madurez, porque, con frecuencia, los adultos presentan regresiones propias de las edades tempranas, asumiendo actitudes moralistas sin consideración de las experiencias adquiridas durante su crecimiento o sin la actualización de conductas vinculadas con la adolescencia.

Una posible alternativa a estas dificultades ligadas a la identidad sería la aportada por el autor mencionado, quien afirma que la evolución necesaria de la adolescencia a la adultez se basa en transitar de las restricciones morales interiorizadas en la infancia y promovidas por los padres, a la elección de una ética compartida; es decir, a la adopción de los valores predominantes en la comunidad en que el joven crece y se desarrolla. Los valores, elegidos por él mismo, le darán la fortaleza necesaria para enfrentar los problemas que implica ser un adulto (Erikson, 1995, pág. 60).

Erikson también considera que una contribución valiosa de los jóvenes a la sociedad sería asumir la responsabilidad de las personas menores cercanas, entre otras razones porque serían mejor aceptados por éstos que los padres, convirtiéndose así “en los guardianes de sus hermanos y hermanas menores”. Tomar esta responsabilidad daría un sentido a la vida de cada joven y le ayudaría a realizar su verdadera esencia como ser humano.

Los jóvenes dejarían de mirarse en el espejo a la manera del personaje mítico, Narciso, y transitarían, en palabras de Erikson, del “egocentrismo hasta la mutualidad del amor y el espíritu comunitario”; se mirarían, entonces, para confirmar su importancia, pertenencia y valor a los ojos de su comunidad.

Pero para que esto ocurra es necesario que los adultos mayores muestren disposición a apoyar las iniciativas juveniles y al hacerlo darían, al mismo tiempo, un paso adelante en su propia integridad.

Conclusión

Una de las fortalezas y uno de los apoyos para los adolescentes en el proceso de definir su personalidad que, como se ha visto, constituye una tarea para toda la vida, es la construcción de un pensamiento crítico.

El joven lector tiene que clarificar las intenciones de quién se está refiriendo a la juventud y qué pretende con sus referencias o juicios. Y, entonces, interrogarse, reflexionar y decidir qué de todo eso es conveniente para su evolución personal y rechazar aquello que no le sea útil. Con estas acciones, el joven estará construyendo el pensamiento crítico necesario para ser autónomo, responsable y sensible a las necesidades de la comunidad que habita.

REFERENCIAS

  • Bouchoux, J. (1995). Los perversos narcisistas. Barcelona: Arpa.
  • Castillo, G. (2017, 13 de enero). El narcisismo cultural, ¿una enfermedad de nuestro tiempo? En Universidad de Navarra. En: https://www.unav.edu/web/vida-universitaria/detalle-opinion2?articleId=16017374 (consultado el 12 de diciembre de 2019).
  • Erikson, E. (1995). Sociedad y adolescencia. México: Siglo XXI.
  • Galindo, C. (2017, 5 de febrero). Sobrevivir en el mundo del yo, yo, yo. En El País. En: https://elpais.com/elpais/2017/02/03/ciencia/1486128718_178172.html (consultado el 15 de diciembre de 2019).
  • Lowen, A. (2014). Narcisismo: La enfermedad de nuestro tiempo. España: Grupo Planeta.
  • Montero, R. (2019, 22 de septiembre). Desear es peligroso. En El País. En: https://elpais.com/elpais/2019/09/13/eps/1568367256_831038.html (consultado el 13 de diciembre de 2019).
  • Real Academia Española. (2019). Concepto de identidad. En: https://dle.rae.es/identidad (consultado el 3 de diciembre de 2019).
  • Spunik Mundo (2019, 5 de septiembre). Así es por dentro el nuevo y lujoso jet privado de Maluma. En: https://mundo.sputniknews.com/entretenimiento/201909051088592734-asi-es-por-dentro-el-nuevo-y-lujoso-jet-privado-de-maluma-video/ (consultado el 2 de diciembre de 2019).

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