Sentirse forastera. Annick Donkers, fotógrafa

Leonardo Eguiluz

Leonardo: Platícanos, ¿la fotografía llegó a ti o tú llegaste a ella? ¿Cómo fueron tus primeros contactos con este medio?

Annick: Pienso que la foto llegó a mí. Pienso que sí tenía algo de artístico dentro de mí, porque desde pequeña siempre estaba dibujando. Luego me convertí en modelo para mi padre, ya que él era fotógrafo amateur. Descubrí la fotografía después de mis estudios en la Universidad de Lovaina, mientras estaba trabajando en mercadotécnica. En las noches tomaba un curso de español y también de fotografía, pero sin tener una idea clara para el futuro. Me acuerdo de que, en ese tiempo, uno de mis maestros de foto me estaba motivando para continuar. Luego realicé una de mis primeras series con un grupo de ballet, gracias a la ayuda de la directora de la escuela de Amberes, quien me dijo que había algo en mis fotos, que no eran exactamente fotos técnicas de danza, aunque sí mostraban un ambiente.

L: ¿Cuándo supiste que eras fotógrafa? ¿Fue una decisión o tal vez un descubrimiento? Compártenos cómo este medio te llegó al corazón. 

A: Me dediqué más a la foto cuando empecé a viajar a México. Me gustó mucho estar acá, y tenía la idea de regresar y tomar cursos de fotografía. Mis primeras fotos de México las expuse en un café en Amberes y luego pude exponer en la Universidad de Amberes, donde tienen un Centro de Estudios Mexicanos. A la exposición vino gente de la Embajada Mexicana y me invitaron a exponer en la Embajada de Bruselas. 

Regresaba cada año a México y en 2008 me dieron una beca de creación artística por parte de la Secretaría de Relaciones Exteriores y fui seleccionada para el Seminario de Fotografía Contemporánea en el Centro de la Imagen. Después de un tiempo en Bélgica, donde trabajaba como fotógrafa freelance, en 2012 regresé otra vez a México para dedicarme a mi fotografía personal.

L: Imagino que entre Bélgica y México hay muchas similitudes y bastantes diferencias. ¿Cómo nació tu ruta entre estos dos países?, ¿por qué México?, ¿qué de similitudes y contrastes se enraizaron en ti para que eligieras a este país como tu segundo hogar?

A: Pienso que hay más diferencias que similitudes. Estar en México me ayudó a descubrir otra parte de mí; empecé a seguir realmente lo que mi intuición me decía. Reflexioné sobre mi propio país, mi identidad, pude ver a mi país desde otra perspectiva. 

L: Al observar las series Catch Belge y Lucha extrema, imagino que en ti existe un vínculo entre tu espíritu de artista visual, tu obra y tu entorno. Como si un flujo en constante cambio mantuviera a su vez ecos firmes, motivos o temas que te fascinan. En ese dinamismo, entre lo nuevo y lo que se queda, ¿dónde encuentras tu perspectiva al momento de fotografiar?, ¿cambia?, ¿se mantiene?, ¿te redescubres?

A: Pienso que busco un poco lo mismo, quizá en entornos diferentes y en el camino voy descubriendo otras cosas. Siento que mi foto ahora es muy diferente a la de antes, aunque la base sigue igual.

Las fotos de Catch Belge surgieron después de estar un rato en mi país, extrañando a México y quizá buscando lo exótico dentro de mi propia cultura.

L: En tus tres series de Belief, de tus primeros trabajos, vemos distintas expresiones de lo religioso; en Un-identified, tu serie más reciente, vemos también una expresión (un tanto más secularizada) del carácter de lo divino. ¿Por qué te interesa tanto expresar visualmente la búsqueda de lo religioso en el humano? 

A: Vengo de un país con educación católica y, aunque el catolicismo no está muy presente en mi vida en la actualidad, de alguna manera me influye. En México, la religión llamó mi atención, porque es muy diferente de lo que yo conozco, se mezcla la religión con la pasión. Luego entendí que no es la religión en sí lo que me interesa, es más bien el misticismo, las creencias mágicas de la gente. 

Cuando estuve en la Costa Chica de Guerrero, descubrí que había afromexicanos. Las historias que ves de Guerrero siempre se tratan de la violencia y yo quería mostrar otra cara, porque a mí Guerrero me gusta mucho. Me hablaron de los curanderos del tono y me fascinó, porque para nosotros, en Europa, es algo muy extraño, hemos perdido la parte mágica del mundo y yo lo quería visualizar. En el mundo de los niños está aún más presente, luego nos enseñan a olvidar todo esto. Recuerdo una experiencia que viví de niña: tuve un encuentro con una nave. Con este recuerdo como motivación empecé a buscar believers para crear una serie de foto que se llama un-identified. El grupo de believers también forma su propia comunidad como un nuevo tipo de religión o, como uno de mis entrevistados me dice: “los ángeles de ayer son los extraterrestres de hoy”.

L: ¿Consideras que entre la fotografía y tú hay un vínculo religioso? Sí/no, ¿cuál?

A: Para mí la foto es más bien una meditación, entrar en tu focus y observar lo que está pasando alrededor de ti. 

L: Cuéntanos una experiencia intensa que hayas vivido gracias a la fotografía.

A: Siempre es un momento intenso entrar en un lugar que no conoces, crear la confianza y empezar a hacer foto. La primera vez que fui a Tepito para hacer fotos de la Santa Muerte fue una experiencia intensa. Cuando entré, en la calle había mucha gente con sus estatuas de la niña blanca, cómo ellos le dicen, y drogándose con la mona, mota y crack. Al principio no me sentía nada segura para sacar la cámara, pero luego ellos mismos se acercaban y pedían que les hiciera fotos. Pienso que querían un poco de atención, alguien que los escuchara. Después empecé a ir cada mes, a veces sola y sin problemas.

L: Recuerdo que la primera vez que nos vimos en un curso de fotografía documental que impartiste, me platicaste que habías encontrado en la vida del luchador Cassandro similitudes con la tuya. Platícanos sobre esta serie y qué encontraste de ti en él. 

A: ¡Qué bueno que te acuerdas de mis platicas! Lo que quería decir es que siempre tienes que buscar por qué te conectas con una persona que estás retratando, por qué te interesa. Cassandro y yo venimos totalmente de otra cultura, con un pasado familiar y una educación distintos. A pesar de ello, podía empatizar con sus emociones, sobre todo al sentirnos forasteros, porque yo me sentía diferente a los demás. Por eso pude entrar en su vida y entenderlo.

L: Te imagino caminando, fotografiando todos esos paisajes tan distintos: ciudades, montañas, desiertos… ¿Qué buscas en todos esos espacios?, ¿cómo sabes cuándo hacer clic? 

A: Pienso que es más bien un sentimiento, la luz de la tarde. En realidad, no pienso tanto al hacer clic. 

L: ¿Cuál ha sido tu peor experiencia con la fotografía? 

A: La peor experiencia es cuando no puedo hacer fotografías, porque me siento inquieta. Como el año pasado que me caí y fracturé mi muñeca. Me operaron mal en México y me tuvieron que operar de nuevo en Bélgica. La rehabilitación fue intensa y no pude cargar la cámara durante 6 meses. 

L: ¿Qué le dirías a las fotógrafas que se inician en el maravilloso mundo de la fotografía? 

A: Pienso que es importante entender que no hay un sólo camino, ni un camino correcto, que hay que continuar según tu intuición. 

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