Narrativa y alfabetización transmedia, nuevos horizontes en la realidad educativa

Laura Noemy Pérez Cristino

Si enseñamos a los estudiantes de hoy

como enseñamos a los de ayer, 

les robamos el mañana”

John Dewey

La transmedia es un fenómeno social, cultural, digital y comunicativo que ha adquirido relevancia y presencia en el ámbito educativo en los últimos años debido al crecimiento en el uso de Internet (en particular la web 2.0), las plataformas digitales y las redes sociodigitales. La experiencia educativa –en línea– que vivimos durante el confinamiento a causa de la pandemia por la Covid-19, nos acercó de manera obligada al uso de las plataformas digitales y múltiples herramientas tecnológicas. Hoy en día, los aprendizajes y las experiencias adquiridas no pueden ser soslayadas; sin embargo, surgen cuestionamientos a partir del regreso a la modalidad presencial y desconocemos cómo las transformaciones educativas, tecnológicas y juveniles impactan a la educación presencial y a los modelos de enseñanza-aprendizaje que aplicamos en el Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH), ¿qué propuestas tendríamos que considerar para enriquecer el proceso de enseñanza-aprendizaje?, ¿qué habilidades y capacidades deben desarrollar los y las estudiantes del Colegio?    

Es innegable que nuestra perspectiva de enseñanza cambió y, por lo tanto, es necesario reflexionar sobre las implicaciones que tienen la tecnología, las plataformas digitales, la narrativa y alfabetización transmedia en la Educación Media Superior, sobre todo en el CCH.

En este ensayo argumento la pertinencia y necesidad de emplear la alfabetización transmedia en el ámbito educativo actual, no sólo como un escenario social, cultural y digital, sino como una estrategia de aprendizaje que puede promover la cultura participativa en los y las jóvenes del Colegio. Esta propuesta demanda que las y los docentes y el alumnado recuperen los elementos que conforman las narrativas transmedia y un rol de prosumidor o remixer para el desarrollo de nuevas competencias que superen las habilidades planteadas en las competencias digitales. 

El desarrollo de estas competencias se vincula con la comprensión de la narrativa y la alfabetización transmedia desde los ámbitos sociológicos, culturales, pedagógicos, didácticos, tecnológicos, cívicos y éticos, por lo que se recomienda la revisión de autores como Henri Jenkins (2015) y Carlos Scolari (2018), quienes desde su campo disciplinar aportan argumentos valiosos para lograrlo. Este ensayo retoma parte de sus planteamientos para argumentar la trascendencia y necesidad de abrir la perspectiva docente ante las nuevas realidades educativas y juveniles.  

Primero es necesario reconocer a la narrativa transmedia como una modalidad de relato que se expande a diferentes medios y plataformas, desde distintos sistemas de significación, porque el sujeto expande el relato primario y en este desenvolvimiento aparecen nuevos personajes o situaciones que traspasan las fronteras de la ficción. En el proceso de expansión y creación de nuevos mensajes y significados operan las hipermediaciones (1), entendidas como el entramado de procesos de intercambio, producción y consumo simbólico en que intervienen los sujetos utilizando diferentes lenguajes, medios interconectados de manera tecnológica y simbólica. Las interacciones de estos sujetos generan un impacto a nivel individual y colectivo, ya que el consumo de bienes culturales es más fragmentado, hay una aceleración en los ritmos de vida, se incrementa la dinámica multitareas, se modifica el concepto espacio, el manejo del tiempo es policrónico, reticular o discontinuo, por lo que cambian la subjetividad y la concepción de la realidad y, por tanto, del aprendizaje. 

La generación de estos significados implica un cambio tanto en el modo de producción como en las formas de consumo. Esta dinámica, denominada convergencia, no se realiza en los medios o las plataformas digitales sino en la estructura cognitiva de los sujetos, y en las diversas interacciones sociales que producen en la presencialidad y en la virtualidad. Para Jenkins (2008), la convergencia mediática debe ser entendida como un proceso cultural, en vez de un punto final tecnológico. Lo anterior desmiente que basta con que los sujetos creen perfiles de usuario y su nivel de participación se limite a un cambio tecnológico o de ambiente, porque quienes interaccionan emplean diversos medios y lenguajes que se combinan en la red. 

Henry Jenkins plantea la necesidad de revisar la economía política de la comunicación y la cultura, pero como un proceso de producción, circulación y consumo de bienes culturales que modifican nuestra subjetividad y el entorno en el que vivimos como consumidores y productores de dichos bienes. Estos nuevos modelos generan innovaciones en los modos de comunicación, socialización, desempeño laboral y aprendizaje. En éstos, la dimensión interactiva y la fragmentación de las audiencias es alta, porque se realiza un consumo asincrónico e hipermediático que cambia la producción de textualidades, lecturas, interpretaciones y generación de significados. 

Así, la transmedia es la estética que ha surgido recientemente para dar respuesta a la convergencia de los medios, que plantea nuevas exigencias a los consumidores, dependiendo del medio desde el que interacciona, lo cual también determina el tipo de participación del sujeto. Al respecto, es pertinente revisar la evolución del concepto espectador a prosumidor. La trayectoria es valiosa, porque el sujeto pasa de ser considerado un receptor pasivo, al que luego se le denominó usuario, limitándolo al aspecto instrumental del término; el concepto participante establece una participación activa del sujeto, pero con capacidad limitada de acuerdo con su nivel de interés e involucramiento y, finalmente, el prosumidor es aquel sujeto que consume y produce no sólo bienes culturales sino significados que se comparten y resignifican en la red en un entorno de cultura participativa. 

No obstante, en la dinámica transmedia se habla del término remixer para hacer referencia a un creador de productos transmedia y de conocimientos, quien siempre parte de contenido previo y produce-consume en paralelo con sus pares transmedia; por lo que el proceso de consumo no sólo es un proceso individual sino colectivo; es decir, hay una creación colectiva de significados en las redes y plataformas sociodigitales. 

La interactividad entre el prosumidor o remixer y la estructura supone un cambio en las configuraciones epistemológicas previas de las competencias, que puede ser orientado hacia el ámbito educativo para la adopción de estrategias inmersivas y aprovechar el flujo de contenido dinámico que facilita el aprendizaje y enganche al alumno. En el caso de la docencia en el CCH, el primer momento es el reconocimiento a las nuevas realidades juveniles y escolares, seguida de la identificación de las nuevas variables que intervienen en el proceso educativo; entre ellas, el incremento en el uso de las pantallas, las plataformas, las redes sociodigitales y la narrativa transmedia. 

El reto para el profesorado es lograr que, para los y las jóvenes, la experiencia y la narrativa transmedia no se quede en el nivel de entretenimiento.

Las y los docentes debemos promover la construcción sociocultural de un prosumidor o remixer, que desarrolle y emplee nuevas competencias, porque en cada texto o plataforma facilita narrativas y diversifica los universos narrativos; se redefinen los roles de autor y lector; realiza lecturas no secuenciales; crea contenido que sus pares validan, redistribuyen o “remixean en el marco de comunidades virtuales que estimulan el conocimiento en torno a intereses intelectuales y la colaboración colectiva. 

El siguiente cuadro presenta las competencias que las y los docentes, en primer lugar, debemos comprender y, posteriormente, desarrollar en los y las jóvenes estudiantes del Colegio, en el marco de una cultura participativa en la que todos tienen algo que decir y poseen la formación, los medios y canales para exponer sus divulgaciones y argumentos. 

Fuente: Scolari, C. (2018). Adolescentes, medios de comunicación y culturas colaborativas. Aprovechando las competencias transmedia de los jóvenes en el aula. Barcelona: Transmedialiteracy.org 

Cabe destacar que todas estas competencias están vinculadas con una serie de habilidades, prácticas, actitudes y valores, y son cuatro los elementos clave de esta alfabetización mediática: la transmedialidad, el prosumo, el espíritu crítico y la colaboración o interacción. 

Justamente es la alfabetización transmedia (o transmedia literacy o transliteracy), propuesta por Jenkins, una de las formas y los escenarios pertinentes para desarrollar en el sujeto estas habilidades, actitudes y valores que le permitan aprovechar las potencialidades de las distintas plataformas mediáticas y, por supuesto, emplearlos como escenarios favorables para el aprendizaje en comunidad. En este sentido, Carlos Scolari agrega que se intenta dar un paso más allá del concepto de educación mediática y analizar las prácticas de los adolescentes, tanto en el contexto formal como en el informal, donde se intenta ofrecer una taxonomía de componentes de esta nueva alfabetización que nacen del análisis de sus prácticas cotidianas (prácticas transmediáticas) (Scolari, 2018).

Conceptualmente, la web 2.0 se basa en la inteligencia colectiva y la cultura participativa para fomentar la colaboración de los usuarios en la generación de conocimientos. Por esta razón, resulta benéfico el uso de una infraestructura tecnológica que soporte la implementación de redes sociales. Además, es necesaria e importante la participación de los consumidores, porque “ésta debe estar permeada por una ética social para intercambiar el conocimiento” (Jenkins, 2009, pág. 92) y las experiencias de aprendizaje.

Por último, el alfabetismo transmedia se desarrolla y aplica en el contexto de nuevas culturas participativas, bajo la premisa Doing it together, porque se basa en que todos tienen algo que decir. Todos pueden contar con formación, medios y canales para exponer sus divulgaciones y argumentos. “Sabemos que la brecha digital no garantiza estas condiciones tecnológicas para todos, pero no podemos limitar el desarrollo de la capacidad para leer, escribir e interactuar dentro y a través de diferentes géneros, lenguajes, medios y contextos” (Fraiberg, 2017, citado en González-Martínez et al., 2018, pág. 27). Esta capacidad puede resultar altamente productiva desde el punto de vista del aprendizaje, en particular si se focaliza no tanto en el elemento tecnológico, sino en lo contextual (Grandíola-Pérez, 2016, citado en González-Martínez et al., 2018, pág. 7), cultural y educativo. 

Conclusiones

En el actual escenario educativo es preciso que la y el docente del siglo XXI reconsidere cuáles serán los métodos de enseñanza afines a los estudiantes, para que logren la adquisición de aprendizajes significativos en el marco de la pospandemia. Por esta razón, es fundamental que los y las docentes –de todas las áreas de conocimiento del Colegio– se capaciten constantemente en el conocimiento y la utilización de las nuevas metodologías y herramientas pedagógicas y tecnológicas para resignificar los escenarios áulicos.  

La alfabetización mediática ya no se puede reducir al análisis crítico del contenido de los medios o a la adquisición de las competencias dentro del sistema educativo formal. El alumnado del siglo XXI es un sujeto activo que crea contenido nuevo y lo comparte en las redes digitales. Investigadores de los nuevos alfabetismos mediáticos han identificado una serie de competencias definidas como “competencias del prosumidor” en el marco de la alfabetización transmedia. Al revisar las nociones de esta propuesta y los elementos que la componen a la luz de las teorías de la cultura participativa y la convergencia mediática de Jenkins (2008) hay cinco ideas que se sobreponen a cualquier otra consideración:

  • El concepto transmedia tiene un vínculo con la educación en la medida en que los y las docentes comprenden las nuevas prácticas y dinámicas de aprender en las plataformas digitales. Y así, colaborar al proponer y reelaborar pautas de aprendizaje. 
  • Los y las estudiantes comprenden la potencialidad de la transmedia en su proceso de aprendizaje y el desarrollo de las habilidades necesarias. 
  • Se vincula con los objetivos de una comunidad del conocimiento (desde entornos digitales). 
  • Asumir la responsabilidad del sujeto –colaborador– prosumidor de experiencias y contenidos de aprendizaje transmedia.  
  •  Promover la creación, reescritura y compartir con otros prosumidores –dentro y fuera del aula.  

La alfabetización transmedia tiene estrecha relación con la cultura participativa y la necesidad de que el individuo sepa moverse en ambientes digitales de manera provechosa. “Es el pasaporte al aprovechamiento de las plataformas mediáticas de modo masivo e intensivo, como escenarios óptimos para el aprendizaje en comunidad” (Pence, 2012, citado en González-Martínez et al., 2018, pág. 33), lo que traza rutas para la investigación educativa con el fin de aprovechar el caudal que el transmedia (y la alfabetización transmedia) pueden aportar en términos de enseñanza y aprendizaje. 

PIE DE PÁGINA

 Scolari (2021) retoma el término mediaciones, acuñado por Martín-Barbero, para ampliar el concepto hipermediaciones. Véase Scolari. C. (2021), Definiendo las hipermediaciones, disponible en: https://hipermediaciones.com/2008/11/02/definiendo-las-hipermediaciones/ (consultado el 10 de enero de 2023).

REFERENCIAS

Barbero, J. M. (1987). Medios y Mediaciones. Comunicación, Cultura y Hegemonía. México: Gilli.

—. (2003). La educación desde la comunicación. Buenos Aires: Grupo Norma. 

González-Martínez, J., Serrat-Labona, E., Estebanell-Minguell, M., Rostan-Sánchez, C. y Esteban-Guitart, M. (Septiembre-diciembre de 2018). Sobre el concepto de alfabetización transmedia en el ámbito educativo. Una revisión de la literatura. Comunicación y Sociedad, 33, 15-40.

Jenkins, H. (2008). Convergence culture. La cultura de la convergencia de los medios de comunicación. Barcelona: Paidós.

—. (2015). Cultura transmedia. La creación de contenido y valor en una cultura en red. Barcelona: Gedisa. 

Scolari, C. (2008). Hipermediaciones. Barcelona: Gedisa.

—. (2018). Adolescentes, medios de comunicación y culturas colaborativas. Aprovechando las competencias transmedia de los jóvenes en el aula. Barcelona: Transmedialiteracy.org.  En: http://transmedialiteracy.upf.edu/sites/default/files/files/TL_Teens_es.pdf

Wenger, E. (2001). Comunidades de práctica: aprendizaje, significado e identidad. Buenos Aires: Paidós.

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