Los youtubers como representaciones sociales y su influencia en la identidad adolescente

Por: Miguel Ángel Landeros Bobadilla

Introducción

Han desplazado a las figuras mediáticas tradicionales. Ocupan las portadas de las revistas. Dominan las listas de los libros más vendidos. Tienen éxitos musicales. Divierten, enseñan, comentan, critican y orientan a las nuevas generaciones. Cuentan con millones de seguidores y su impacto es enorme entre los adolescentes, quienes han pasado de las relaciones “cara a cara” a las virtuales. En nuestro país, bajo nombres como Yuya o Luisito Comunica, acaparan la atención de los jóvenes, se han convertido en celebridades e influencers y han llegado a intervenir en el proceso de formación de las identidades juveniles. Ellos son los youtubers.

Forman parte de un fenómeno que puede parecer desconcertante. En pocos años, rompieron el dominio de los comunicadores y medios habituales, doblegaron (junto con el streaming) a la aparentemente invencible televisión, forman parte de la cultura popular y participan activamente en las actividades de los nativos digitales. Además, se convirtieron en un negocio rentable, innovaron los contenidos mediáticos y son formadores de opinión pública. En pocas palabras, transformaron las formas de producción y difusión de los mensajes audiovisuales desde la plataforma de YouTube.

En este trabajo se analizan las características de los youtubers, así como su injerencia en la construcción identitaria de los jóvenes, desde una perspectiva comunicativa y psicosocial.

Youtubers y la generación centennial

YouTube presentó su primer video el 23 de abril de 2005. Tan solo seis meses después, un video alcanzó el millón de vistas, cuando la marca deportiva Nike presentó un comercial con Ronaldinho, jugador del Club Barcelona (Berzosa, 2017, pág. 14).

Sus crecientes números de vistas y suscriptores lo han convertido en un poderoso medio de creación y transmisión de contenidos. Un factor de su aceptación fue la posibilidad de que sus usuarios tuvieran un rol más activo al comunicarse con los productores de contenidos y comentarlos, votar por sus productos favoritos y, algo fundamental: crear sus propios videos y hacerlos accesibles a millones de personas. Con ello se creó la situación inédita de que cualquier interesado, con un mínimo de recursos, pudiera compartir su material audiovisual. Así, nació un nuevo concepto y profesión: la del youtuber.

Los youtubers pueden entenderse como “los creadores de contenidos que graban, en video, piezas sobre sí mismos o su entorno, que protagonizan dichas piezas o administran esos contenidos en un canal de YouTube” (Berzosa, 2017, pág. 16); es decir, no son aquellos que elaboran videos de manera informal sino de forma metódica, con una determinada narrativa capaz de generar una gran cantidad de visitas (Hernández-Fernández, 2017, pág. 125). Todo ello, a partir de ciertas temáticas y con una periodicidad más o menos determinada, y con el fin de que el usuario se suscriba.

Algo que explica el enorme éxito de YouTube y sus creadores de contenido, es que es muy fácil “personalizar” los videos, porque su producción es más flexible que en otros medios, por lo que pueden adaptarse a cualquier público en canales especializados. El espectro de contenidos de los youtubers es sumamente amplio, pero es posible enmarcarlos dentro de algunas de las principales categorías:

  1. Entretenimiento: juegos y retos (challenge).
  2. Humor: sketches, bromas.
  3. Tutoriales: procedimientos para realizar alguna actividad.
  4. Reseñas (reviews): análisis crítico de productos mediáticos, como películas, videojuegos o moda.
  5. Talento: creadores novatos presentan sus esfuerzos artísticos.
  6. Educativos y de divulgación científica.
  7. Personales: hablan sobre sus experiencias personal (viajes, cotidianidad, etcétera). Este último punto, como veremos, es clave en la formación de identidades.

A partir de estas categorías básicas, el youtuber se vuelve un líder de opinión que expone sus ideas, aconseja, comparte sus opiniones y críticas. Como respuesta, obtiene suscriptores, reciben likes y comentarios positivos (a los usuarios que hacen comentarios negativos sistemáticamente, se les denomina haters) y, en ocasiones, los seguidores relatan sus propias experiencias, lo que refuerza el papel del youtuber como referente personal (Berzosa, 2017, pág. 15).

El triunfo de estos nuevos profesionales de la comunicación es inusitado. Las mismas peculiaridades del canal les ha permitido un crecimiento explosivo con miles e, incluso, millones de seguidores.[1] Son cifras apabullantes si se piensa que hacen sus videos con recursos propios y, muchas veces, un mínimo de inversión. Para entender esta aceptación, se debe investigar a las nuevas generaciones.

De acuerdo con Carol Hernández-Fernández (2017, pág. 119), la juventud es una construcción sociohistórica que se configura en un espacio-tiempo determinado. La generación actual ha sido denominada como posmilenial, centennial, nativos digitales o Generación Z. Son aquellas personas nacidas entre 1998 y el 2010, que en nuestro país representa 27.6% de la población, usan constantemente las redes sociales y uno de cada dos usuarios tiene 27 años de edad o menos (Gaceta UNAM, 2018, pág. 12).

Dicha generación no experimentó la transición tecnológica, porque nació durante el predominio de las nuevas tecnologías. De este modo, son muy dependientes de éstas, se sienten cómodos expresando sus opiniones y emociones en los medios virtuales. Asimismo, gustan de crear contenidos y compartirlos en las redes. Se han alejado de los medios de comunicación tradicionales y prefieren plataformas interactivas como YouTube, buscando contenidos más dinámicos y atractivos (Landeros, 2017, pág. 15-16).

 

Identidad y comunicación

El concepto de identidad involucra elementos como el reconocimiento, la distinción y la aceptación. En este trabajo se entenderá como un producto relacional; es decir, el resultado de una construcción social que es parte de las relaciones colectivas llevadas a cabo en marcos comunitarios determinantes en el comportamiento de los actores dentro de los intercambios sociales (Chihu, 2002, pág. 4). Por lo tanto, es una identificación mediante la cual el individuo se define a sí mismo y a otras personas por determinadas categorías como la edad, el sexo, las creencias, las biografías, etc.

Así, la identidad tiene una naturaleza psicosocial con elementos de valores, metas y autoconcepto, admitidos con el fin de generar aceptación e integrarse a los grupos sociales. En la actualidad, las redes sociales influyen en la construcción identitaria juvenil, porque forman parte del entramado colectivo y son clave en las interacciones con los demás, sobre todo con los adolescentes. De esta manera, permiten establecer relaciones virtuales, al grado que los factores identitarios, como la familia o la escuela, han perdido importancia y se considera que los medios cibernéticos ahora “construyen comportamientos, valores, opiniones, donde se gestan identidades, expectativas” (Ruiz, 2017, pág. 34).

Para esta elaboración de la identidad se generan las representaciones sociales. De acuerdo con Moscovici, éstas se refieren a las en que los sujetos sociales aprehenden los sucesos cotidianos y el contexto, con el fin de comprender y explicar hechos, convivir y comunicarse, así como actuar a nivel social e integrarse a los grupos (Urteaga, 2011, pág. 43).

Este punto de vista psicosocial coloca al proceso comunicativo como el eje de las relaciones intergrupales y como un mecanismo de integración. Se entenderá a la comunicación a manera de proceso de relación donde los sujetos proyectan sus subjetividades y modelos de mundo, e interactúan desde sus lugares de construcción de sentido. Por ello, su base es psicosocial (Ruiz, 2018, pág. 338). Así, de acuerdo con Marta Rizo (2008, pág. 301), la comunicación se apoya en las representaciones sociales, que son un sistema de valores, nociones y prácticas que proporcionan a los individuos medios para orientarse en su marco comunitario y material, y logra que se realicen las relaciones cotidianas de intercambios comunicativos; es decir, nos dan referentes para comprender la realidad y son importantes para la identidad, ya que son orientaciones sobre cómo actuar. Las representaciones pueden ser la religión o las tradiciones, pero con el desarrollo de los medios de comunicación, en buena medida, su lugar lo han ocupado los líderes de opinión.

Impacto de los youtubers en la construcción identitaria

 

Sin duda, los youtubers se han convertido en los líderes de opinión más importantes entre la Generación Centennial. Esto es posible porque son vistos por los jóvenes como sus iguales, porque comparten rasgos demográficos, además de intereses, lenguaje, etc. Es importante señalar que, a diferencia de otras redes sociales como Facebook o Twitter, en YouTube la mayoría de los usuarios son pasivos, lo que puede favorecer el rol de los youtubers como referencias sociales en la construcción de la identidad, ya que dichos usuarios están más dispuestos a recibir los mensajes (Pérez, 2018, pág. 5).

Desde esta perspectiva, se convierten en representaciones sociales y en guías para explicar, comprender y actuar en el entorno colectivo. Los usuarios, al interactuar y comunicarse con sus pares a través de los videos de sus youtubers favoritos, generan identificación grupal. El componente esencial, que aúna este flujo comunicativo, es el youtuber, quien con su presencia convoca y da sentido a la comunicación, todo esto acompañado de procesos de autoafirmación e identificación por parte del seguidor.

Los youtubers devienen en referentes para los adolescentes al intervenir directamente en sus procesos comunicativos y su interpretación de la realidad. Son las celebridades que los jóvenes admiran e imitan. Este hecho no es nuevo, por supuesto, ya antes pasaba con ídolos deportivos o artísticos; pero el Internet lo ha expandido y ha permitido el rápido surgimiento de nuevas figuras mediáticas. Su poder de convocatoria se incrementa en tanto se convierten en influencers que, como señala Hernández-Fernández (2017, pág. 124), se relaciona sobre todo con el medio digital, y se definen como “las personas que han ganado cierta credibilidad para hablar de determinados temas y que cuentan con la suficiente presencia e influencia en Internet y las redes sociales para convertirse en prescriptores (de marcas, productos, estilos de vida, etc.)”. Es una forma moderna de representación social que tiene la capacidad de generar opiniones y tener cierto poder en el comportamiento de sus seguidores (por ejemplo, seleccionar productos de consumo). Así, “su nivel de influencia se mide por la cantidad y calidad de sus seguidores, que tienen que ser también capaces de redistribuir sus contenidos, amplificando su alcance global” (Hernández-Fernández, 2017, pág. 124).

Específicamente, los youtubers, como representaciones sociales e influencers que inciden en la identidad juvenil y generan deseos de imitación, tienen las siguientes características.

Provoca identificación con la audiencia. Comparten rasgos con sus seguidores, como edad, gustos, intereses, experiencias de vida, etc. Los usuarios perciben un perfil similar al suyo.

Crea vínculos emocionales. Esto se consigue cuando los youtubers cuentan sus experiencias y reafirman su autoconcepto, lo que junto a la información proporcionada sobre cómo éstos se valoran a sí mismos y los consejos que proporcionan sobre diversos problemas familiares y personales, también influyen en la autoestima del seguidor. Esto fomenta la identificación (Pérez, 2018, pág. 8).

Comparten dudas existenciales. Los youtubers hablan frecuentemente de lo que les gusta y molesta, sus relaciones con los demás, de los cambios físicos experimentados durante su adolescencia, así como sobre sus miedos, aspiraciones, relaciones familiares, viajes, y sus percepciones sobre la imagen corporal o la sexualidad. Todos son componentes trascendentales durante la construcción de la identidad e incide en el proceso de autoafirmación de los jóvenes y el reforzamiento de la imagen de éstos.

Generan confianza. El youtuber debe demostrar que sus orientaciones son congruentes y confiables. Si llega a recomendar un producto o servicio de mala calidad su imagen se verá afectada. Debe estar más allá de los intereses corporativos y preocuparse por el bienestar de sus seguidores. Por ello, también tienen un alto valor comercial y publicitario.

Honestidad. Es un componente fundamental. El seguidor espera que el youtuber siempre muestre su verdadera personalidad, y haga sus videos con pasión y compromiso. Esto genera empatía, la que se fortalece porque el youtuber siempre rompe la “cuarta pared” con el espectador y establece relaciones francas, directas y abiertas.

Modelos de referencia. Presentan modos de vida deseables y comportamientos que son imitados. Sus seguidores aprueban lo que proyecta. Esto les genera capacidad de influencia y les permite ser influencers que marcan tendencias.

Ayudan a integrarse a grupos. Al seguir a un youtuber, el usuario pasa a formar parte de comunidades virtuales dentro de las cuales sus integrantes, incluso, se ponen nombres para identificarse entre ellos; por ejemplo, los aficionados a Isabella de la Torre, “La bala”, se autodenominan “Balovers”.

Son figuras de experiencia. Si bien algunos youtubers son niños o preadolescentes, en su mayoría son adultos jóvenes, lo que les dota de una perspectiva distanciada de la adolescencia y pueden aconsejar sobre las formas de vivir esta etapa. Así, se vuelven orientadores del recorrido hacia la madurez, incluso más confiables que los padres de familia o profesores (Berzosa, 2017, pág. 16). De este modo, los jóvenes aprenden, comparan y expresan sus temores sobre procesos de la vida que, tal vez, no se atreverían a compartir con otras personas o por otros medios de comunicación.

Para finalizar, el siguiente cuadro presenta la influencia de los youtubers en la construcción de la identidad en el proceso comunicativo, a partir del enfoque psicosocial.

Conclusiones

Los youtubers han transformado la forma en cómo se concibe el entretenimiento; sin embargo, su influencia ha ido más allá al convertirse en referentes sociales y, en un grado cada vez más creciente, en formadores de la identidad entre los adolescentes al desempeñar, en buena medida, el rol que antes ejercían las estrellas del cine, deportivas o de la música.

Como se analizó, dicho proceso parte de que han sido capaces de ser percibidos como iguales por sus seguidores, lo que genera mayor aceptación y, al ser representaciones sociales, logran estimular la autoestima y el autoconcepto de los jóvenes. Son los nuevos líderes de opinión, pero cuya sorpresiva irrupción e inesperado impacto entre su público, es una novedosa materia de análisis académico y, por supuesto, un redituable negocio.

Así, aunque es imposible predecir su evolución, dadas las cambiantes condiciones de la red y de plataformas como YouTube, es de suponer que los youtubers perdurarán y seguirán siendo un fascinante fenómeno comunicativo.

PIE DE PÁGINA

[1] Anotar datos es un tanto ocioso en un medio tan voluble e inestable, pero sirven para dar una idea de su volumen de suscriptores. En el mundo, el más popular es el sueco PewDiePie con 100 millones de suscriptores (García, 2020, 19 de enero, pág. C1). En nuestro país, en 2009, la más exitosa era Kimiziitha, con 28 mil suscriptores. Para finales del 2019, Luisito Comunica tenía más de 28 millones, seguido de Yuya (24 millones); Los Polinesios (21 millones); Kimberly Loaiza (casi 21 millones); Juan de Dios Pantoja (casi 19 millones); Werevertumorro (más de 16 millones) y Caeli (poco más de 16 millones) (https://www.youtube.com/watch?v=AgrfU9F1R-E&t=13s). Por otra parte, solo durante el 2019, Luisito Comunica obtuvo casi ocho millones de nuevos suscriptores, Kimberly Loaiza más de cinco millones y Yair17, casi cinco millones (https://www.youtube.com/watch?v=ycLBpWu6R5g).

REFERENCIAS

  • Berzasa, I. (2017). Youtubers y otras especies. El fenómeno que ha cambiado la manera de entender los contenidos audiovisuales. España: Ariel-Telefónica Fundación.
  • Chihu, A. (2002). Sociología de la identidad. México: Porrúa-UAMI.
  • Gaceta UNAM. (2018, 10 de septiembre). Los Centennial y los nuevos modelos de comunicación, 12.
  • García, A. (2020, 19 de enero). Youtubers encuentran su nicho. El Universal, p. C1.
  • Hernández-Fernández, C. (2019, 17 de septiembre). Nuevos ídolos juveniles, más allá de la banalidad. Revista de Estudios de la Juventud, 119-144.
  • Jebano. (2019). Top 10 youtubers mexicanos 2009-2019. En: https://youtube.com/watch?v=AgrfU9F1R-e&t=13s (consultado el 13 de enero de 2020).
  • La vida en un gráfico. (2020). Los 100 youtubers en español que más suscriptores sumaron a su canal en 2019. En: https://www.youtube.com/watch?v=ycLBpWu6R5g (consultado el 13 de enero de 2020).
  • Landeros Bobadilla, M. Á. (2017, 9 de enero). Nacidos en las redes: la generación Z. Gaceta CCH, 15-18.
  • Pérez, V., Y. Pastor y S. Abarrou-Ben-Boubaker. (2018, abril). Los youtubers y la construcción de la identidad adolescente. Comunicar, 61-70.
  • Rizo, M. (2008). “La psicología social como fuente científica histórica de una comunicología posible”. En Galindo, J. Comunicación, ciencia e historia. Fuentes científicas históricas hacia una comunicología posible México: McGraw Hill. Pp. 289-342.
  • Ruiz, L. (2017). Noches y jóvenes: manual para intervenir en el ocio juvenil. España: Ned Ediciones.
  • Urteaga, M. (2011). La construcción juvenil de la realidad. Jóvenes mexicanos contemporáneos. México: UAM.

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