Una revisión teórica sobre la familia como precursora de ciberacoso en sus hijos.

POR: Joel Almeida García

El objetivo del presente artículo es el resultado de la exploración de una literatura científica acerca de cómo la familia es precursora en el abuso del consumo de los contenidos de las redes sociales de sus hijos adolescentes, produciéndose conductas violentas. Para esto, se revisan conceptos como familia y sus tipos, clases de maltrato infantil, Internet en el hogar, redes sociales, así como el ciberacoso y algunas de sus repercusiones; se discute desde la propuesta teórica del modelo Ecología de medios. Los resultados de la investigación ponen de manifiesto que la familia tiene un rol en la generación de la identidad digital de sus hijos adolescentes, porque las actividades presentes en el seno familiar propician la manera en la que el joven utiliza las herramientas digitales, así como la forma de dirigirse a otros usuarios.

1. Introducción

Internet, con el tiempo, se ha convertido en una vasta base de datos a la que, desde un dispositivo, se puede acceder a una extensa cantidad de información; por ejemplo, libros y música son encontrados en sus versiones homólogas en digital.

En la actualidad son varios los productos digitales que uno puede encontrar en el entorno digital: correo y comercio electrónico, redes sociales, software, plataformas educativas, entre otros, que proveen al cibernauta de contenido informático llamativo, de acuerdo con sus gustos y preferencias, sin mencionar una eficiencia en las tareas diarias, como notificaciones y recordatorios (Mejía, Gatica y Rojas, 2016). Sin embargo, y dada la diversidad de contenidos, en ocasiones son inadecuados para los menores de edad, de ahí una reflexión sobre qué contenidos están a disposición de los adolescentes, porque repercuten en sus futuros hábitos de consumo.

En relación con la última idea, diversos jóvenes son condicionados a consumir constructos de acuerdo con modas y tendencias que circulan por medios electrónicos, cuyo resultado es el frecuente y continuo manejo de redes digitales, las que se convierten en su insumo principal de contenidos (Pozos, 2015).

Los hábitos de consumo representan un reflejo de la disciplina que el joven cibernauta desarrolla sobre la naturaleza del producto que consume; sin embargo, algunas veces omite la formalidad de los espacios dónde se localizan, en especial cuando gozan de validez, popularidad o gusto por otros usuarios.

En contexto, un estudio realizado en México en el 2018, por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), mostró que los adolescentes poseen el tiempo suficiente para estar en contacto por diferentes medios de mensajería electrónica, quienes practican su libre expresión en plataformas que dan las facilidades para ejercerla, a veces sin censura.

Así, autores como Díaz, Arrieta y González (2015) afirman que los roles de familia han sido adaptados a esquemas sociales derivados por los hábitos de consumo de los padres y, además, a factores externos, como reformas en materia de trabajo, por lo que los progenitores dedican menos tiempo al seno familiar, cuya consecuencia es la falta de atención en sus hijos.

Por su parte, Morán (2016) explica que una conducta antisocial, característica del adolescente, fomenta un impulso hacia la búsqueda de una salida a su ociosidad, síntoma de aislamiento o soledad, la que se sustituye por alguna dinámica de interacción, porque el vínculo entre el contexto digital y el social desaparece cuando los cibernautas son capaces de portar mensajes con facilidad entre ambos ámbitos.

De la misma forma, Chaparro (2016) expresa que desde la presencia de las tecnologías de la información, en la cotidianidad, los jóvenes han visto en las redes sociales un reemplazo a la atención parental; es decir, propician empatía, porque los lazos afectivos entre pares iguales es secundado entre ellos y genera un vínculo afectivo sólido (Nava, 2017). A partir de lo anterior, si las problemáticas son el común denominador de la relación afectiva, el adolescente manifiesta actitudes nocivas en contra de otros que no pueden reaccionar o responder al comportamiento violento.

Dicho de otra manera, autores como Herrera, Romera y Ortega (2018) concluyen que el acoso digital es intimidación, que uno recibe de forma continua a través de medios electrónicos, se trata de una ventana que se aprovecha para atacar por la oportunidad de permanecer en anonimato.

2. Marco teórico

2.1 Familia

A manera de inicio, Capulín, Otero y Reyes (2016) definen a la familia desde una perspectiva etimológica; es decir, como la unión de personas cuyas decisiones son tomadas por un masculino.

Por otro lado, Fiengo (2016), desde un enfoque organizacional, conceptualiza al núcleo familiar como un sistema estructurado de individuos con características específicas, con diversos roles definidos por el jefe del grupo.

Del mismo modo, Pedraza, Moreno, Robayo y Moreno (2017) mencionan que la familia es un grupo cuyos integrantes son preparados para la vida, buscan el bien común, y así puedan desenvolverse en el contexto que los rodea.

En cambio, Gómez y Guardiola (2014), con una aproximación humanística, definen al colectivo en el que sus integrantes cuidan de sí para que se desarrollen en la vida, no considera género ni edad; sin embargo, las normas internas asignan roles y facultades para reproducirse biológicamente.

Y, por otra parte, Camarero (2015) define a la familia como un grupo que comparte gustos, preferencias, tendencias o moda, y se localiza en redes y comunidades digitales.

2.2 Tipos de familia

Gómez (2015) explica que las estructuras socioculturales repercuten en los roles de los miembros de la familia; por ejemplo, la figura patriarcal se ha reemplazado por la de una matriarcal. Los cambios políticos, influencia mediática, educación, folclor y sociales son evidencia de resultantes fenomenológicos del impacto de una sociedad insertada en una economía globalizada.

Lo anterior da como una resultante la fragmentación en la estructura familiar: nuclear –aquella formada por padres e hijos con lazos consanguíneos en común–, monoparental –padre o madre está presente en el seno familiar–, extendida –une a otros miembros de la comunidad a convivir en bajo el mismo techo–, y reconstituida –miembros con hijos de relaciones previas (Rosales, 2016).

2.3 Conflicto familiar y el maltrato infantil

El conflicto es el resultado de presentar supuestos cuya postura es mayor en relación con la de otros y se acepte como tal (Rodríguez et al., 2015).

El seno familiar es propenso al mayor índice y diversidad de problemas cuando algún o ambos progenitores presentan síntomas de inmadurez, además de una ausencia para la adaptación cultural, hábitos y costumbres, entre ellos (Hipp, 2017).

En algunos casos, los problemas se agudizan en el momento en que los hijos inician su etapa de la adolescencia porque, tanto para los padres como para el prepúber, los intereses y roles entran en conflicto (Ramos y Martínez, 2015).

Al respecto, Gómez y Bobadilla (2015) consideran que los conflictos familiares son un proceso escalonado que inicia con algún tipo de problema personal, después entre pareja y replicado hacia los hijos.

En relación con el maltrato infantil, la Unicef (sf) considera el acto como un atentado violento físico, psicológico o abandono, ejecutado por algún miembro familiar en contra de un infante o adolescente.

2.4 Las redes sociales

Rosas (2014) afirma que tecnología ha puesto al alcance identidades y privacidades de otros.

Los cibernautas que transitan entre el contexto social y digital atraviesan por un proceso de aculturación, las nuevas comunidades se forman a partir de gustos y preferencias de sus usuarios, quienes están dispuestos a compartir sus atributos culturales (Ferrer et al., 2014).

Para Ramírez (2016), la adaptación cultural y el uso de diversas comunidades están en función del grado de beneficio o gratificación que reciba el usuario, mientras mayor sea la posibilidad de tener presencia en espacios digitales, mayor su consumo o apego a la comunidad.

Por ejemplo, un estudio realizado a adultos entre 18 y 65 años, concluyó que la red social que más se utiliza es Instagram (MetriCool, 2018). Un espacio que facilita subir fotos para compartir y escribir comentarios es atractivo para un adolescente, y satisfacer su deseo de tener presencia (Sánz y Fernández, 2018).

Por otra parte, Sánchez, Mora y Chavarría (2018) aseveran que el uso de redes sociales facilita a los jóvenes expresar sentimientos, emociones y estados de ánimo, y la retroalimentación, lo que es óptimo para quienes necesitan sentirse estimados en el momento.

 

2.5 Internet y familia

Barrera y Duque (2014) explican con la presencia de Internet en los hogares, que la familia es responsable de las pautas y condiciones para su uso y abuso.

Dado lo anterior, la sociedad interconectada presenta cambios que afectan a los estilos de vida de sus individuos, con información instantánea muestra un efecto adictivo para quien la adquiere (Hernández et al., 2014).

El alto consumo de Internet afecta a la familia, porque genera un distanciamiento entre sus miembros, y una falta de sentido común en el tratamiento de su uso, con las herramientas correctas, la privacidad de uno se expone en espacios abiertos digitales (Franco y Marín, 2015).

Sobre la exposición al entorno, Arab y Díaz (2015) consideran que la mediación de los contenidos digitales comienza con la intervención de los progenitores sobre los contenidos que consultan sus hijos.

Con el avance de la tecnología, los instrumentos para su uso correcto están al alcance de la familia y, por tanto, debe impactar en la forma en que interactúan los miembros del hogar entre sí (Fernández, Talledo y García, 2018).

2.6 Internet y conflictos familiares

Villalobos (2015) explica que el entorno familiar es una réplica de las situaciones que se viven en la sociedad, y que el espacio nuclear es precursor de los valores y las actitudes que tienen los hijos, por eso los medios digitales son un buen escenario para manifestar alguna forma de estos comportamientos.

Siguiendo con esta idea, Garaigordobil y Maganto (2016) mencionan que las formas de conductas violentas varían de acuerdo con el género, la edad, el estrato económico, y según los roles en la familia es cómo el adolescente actúa.

La pubertad es una de las etapas más críticas para el joven y se debe poner atención en sus problemas y conflictos, sin considerar el ámbito en que se encuentre: vivencial o digital (Barros et al., 2018).

Estos conflictos generan violencia de tal forma que en algunos casos produce baja autoestima en quien la sufre, acumula tristeza, enojo, frustración o depresión, que son descargados hacia otras personas (Balam, Maldonado y Méndez, 2018).

2.7 Ciberacoso

Las conductas de riesgo se presentan con mayor frecuencia cuando los hijos están por entrar en la adolescencia, desde un ambiente hostil, tiende a replicar su estado en los ámbitos tecnológicos, porque los espacios facultan para expresarse de manera instantánea (Andrés y José, 2014).

Siguiendo la idea anterior, para el agresor resulta benéfico, porque su acto puede quedar impune, además de que causa diversión en otras personas (Donoso, Hurtado y Baños, 2016).

En otros términos, las tecnologías propician nuevas formas de violencia, como extorsiones, hostigamientos, amenazas e insultos, siendo la violencia física preferible en la mayoría de los casos (Rodríguez, de Prado y de Lucas, 2018).

En relación con nuevas formas de violencia, un estudio presenta que el acoso cibernético, o ciberbullying, es uno de los problemas que deriva del abuso del consumo de redes sociales (MOCIBA, 2018).

2.8 El modelo teórico de comunicación

Desde la década de 1950 se concibe a la Comunicación como un campo de estudio dedicada a los medios y su influencia en la sociedad (Vidales, 2015).

En la actualidad, y dentro del marco de las deconstrucciones de los medios digitales, la Ecología de los Medios estudia el impacto de las redes sociales desde la salud integral de sus cibernautas y los efectos en sus conductas (Scolari, 2015).

De forma adicional, Gutiérrez (2018) menciona que en la actualidad la Ecología Mediática explica el alcance mediático como agente externo que altera el estado de ánimo de los jóvenes, implicaciones en su comportamiento y en quienes le rodean.

3. Discusión

La revisión de la literatura científica nos da un contexto de la importancia de la familia como formadora de individuos y miembros de la sociedad. El impacto de las decisiones que se toman desde el hogar propicia un reto para los padres, porque las consecuencias repercuten, no solo hacia el núcleo sino en sus descendientes.

En cuanto a las repercusiones, Ramos y Martínez puntualizan que los conflictos inician con la llegada de la pubertad en los hijos; sin embargo, los autores omiten que el tratamiento en la infancia es importante para sensibilizar, de forma paulatina, al joven en cómo manejar sus emociones, aspecto que Villalobos toma en consideración: que lo experimentado en el hogar sea replicado en otros contextos.

Franco y Marín afirman que dentro del seno familiar los roles se afectan por las distintas adaptaciones socioculturales, coadyuvan el acceso a la información e impactan en el hogar, pero Garaigordobil y Maganto contradicen esta postura, porque el nivel socioeconómico tiene importancia, ya que el acceso a Internet tiene un costo.

Siguiendo la idea anterior, Díaz, Arrieta y González coinciden que los roles se ajustan a los contextos culturales y, afirman que, sin medir la clase social, la información se percibe de diferente manera de persona a persona.

De ahí que a partir de redes, como Instagram, se han convertido en espacios convergentes de pensamientos, sitios donde los jóvenes buscan bosquejos de apariencias que desean tener o aparentar, aunque no representan realidades de la juventud o la sociedad; por ejemplo: aspectos físicos que son alterados por filtros o retoques fotográficos.

En relación con el campo científico de la comunicación, Gutiérrez coincide que el estudio científico, así como su impacto emocional, de las redes sociales desde el modelo Ecología de los medios, favorece para una aproximación sobre los efectos de los espacios digitales y su diversidad de contenido, explicando por qué los adolescentes son sesgados de los cánones de identidad y aceptación, dañan su estima y la concepción de sí mismos.

Es pertinente destacar el metaanálisis realizado por Cheng y Li (2014), que reveló que las repercusiones de conductas agresivas pueden ser de índole clínico: el resultado del acoso es la reducción o eliminación de la identidad mental del individuo.

4. Conclusiones

A manera de cierre, la familia es el primer entorno organizado donde conviven los hijos, por ende, debe generar los ambientes idóneos para que puedan ejercer valores positivos.

El hogar representa el primer modelo a seguir en relación con las actitudes a desarrollar en cualquier ámbito en que se encuentre insertado el joven.

Las redes sociales no son espacios para ofender a personas con diferentes gustos, de lo contrario, sino considerar la oportunidad para adquirir conocimiento sociocultural de otros contextos, hacer útil la relación entre la cultura digital y social a favor de un mutuo complemento.

Por eso, se concluye que la familia es responsable de la formación valoral de sus hijos, porque también intervienen en la forma en que ellos interactúan, independientemente del ámbito social o digital.

Esta investigación considera que los conflictos familiares son inevitables; sin embargo, con una apropiada comunicación se pueden generar adecuadas estrategias sobre el manejo de las emociones y conductas dentro de un clima de tolerancia y diálogo.

Asimismo, este estudio acepta, entre otros alcances, el contexto escolar, porque tomando como base el objeto de estudio familiar, el académico puede contribuir a reforzar las agresiones cuando los académicos no cesan con comentarios negativos hacia los alumnos.

Dado lo anterior, sirva esto como punto de partida para una nueva línea de investigación considerando el impacto en el rendimiento académico de los jóvenes.

Para finalizar, es prudente reflexionar sobre las implicaciones en los hijos del abuso de las redes sociales, en ellas denotan su esquema de valores, de sus contextos familiares y de la sociedad a la que pertenecen. Con una guía apropiada, el joven podrá enfrentar retos sociales, tendrá disposición para trabajar en equipo y tolerar otros puntos de vista.

Dicho de otra manera, son aspectos que coadyuvan a un hijo a desarrollarse como persona íntegra en una sociedad digitalmente conectada, así favorezca un continuo bienestar, y tolere el de otros, desde sus ámbitos social y digital.

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