El fenómeno de la mujer en la nueva televisión

Giselle Melchor Rojas

Resumen

Este artículo revisa la representación femenina que se hace en telenovelas o series relacionadas con el narcotráfico que, en la mayoría de los casos, las ponen en una profunda desventaja frente a la figura masculina. Se analiza cómo las narrativas se han modificado en cuanto a la mujer abnegada y ahora presenta a mujeres más dispuestas a tomar decisiones, aunque no siempre participan en ellas.

Se sigue considerando a la mujer como un objeto sexual o una moneda de cambio para beneficio del hombre; incluso, estas nuevas narrativas sólo presentan a la mujer en dos grandes esferas; la primera, es como una madre abnegada, mientras que la segunda, como prostituta capaz de ocupar su cuerpo para ascender socialmente.

La representación de la mujer está en total desventaja en relación con la del hombre y aunque los dos se dediquen a la misma actividad, la mujer siempre debe cuidar su físico y sus emociones, porque su vulnerabilidad se exacerba en este tipo de propuestas.

Introducción

Plantear el tema de la televisión o la telenovela en el ámbito académico siempre resulta interesante, porque este género en general se descarta por considerar que estas propuestas se alejan del aspecto intelectual; sin embargo, están intrínsecamente relacionadas con la telenovela o la serie; es decir, los productos audiovisuales siguen consumiéndose y forman parte de su contexto, por ende, permean la manera en que se concibe a la mujer.

A pesar de haber pasado más de un siglo desde que la televisión ingresó a la vida cotidiana de las personas, su presencia sigue vigente en los hogares, sólo que ha modificado sus plataformas y formas de presentarse. Su diversificación en cuanto a formatos no representa su extinción, por el contrario, las audiencias pueden encontrarla en más lugares y en diversos momentos. En la actualidad, los jóvenes revisan la “televisión” desde distintos y nuevos objetos.

Metodología de la investigación

El presente trabajo contempla el análisis de contenido de las telenovelas con temática de narcotráfico y, de esta manera, analizar cómo se representa el sentido femenino; para ello se eligieron tres propuestas: La reina del sur, Sin tetas no hay paraíso y La viuda negra, con el fin de identificar el tratamiento que cada propuesta realizaba sobre los personajes femeninos.

Desarrollo

Como parte de los estudios de equidad de género convendría analizar cómo muchos productos audiovisuales, en particular las telenovelas o series sobre todo las que se relacionan con el tema del narcotráfico en países como México, Estados Unidos y Colombia, representan a la mujer en sus “nuevas” propuestas. El análisis de contenido resulta urgente, porque las audiencias encuentran un lugar común en los discursos televisivos que ponen a la mujer en una constante desventaja frente al hombre. Como lo plantea Martin-Barbero (2002, pág. 84):

Ese discurso “común” es sobre todo el discurso de los medios, el que la “comunicación” impone a los consumidores como su lenguaje. Aunque es mucho más eficaz desde la radio o la televisión ese lenguaje empezó con la prensa y no ha dejado de modelarla.

La presencia femenina en propuestas de narcotráfico es cada vez más predominante, ya que existe una simbiosis entre el sentido de ilegalidad y “pecado” aplicado al sentido femenino, por ello no resulta sorprendente que muchas de las propuestas de entretenimiento aludan a mujeres vinculadas con el crimen o relacionadas con el sexo para su crecimiento social. Existen títulos como: La Reina del Sur, Camelia la Tejana, Sin tetas no hay paraíso, Señora Acero, Mujeres y narco, La viuda negra, y La Prepago, entre muchas otras, en que las mujeres se encuentran siempre al servicio del hombre.

La narrativa televisiva en relación con la mujer, la pone en desventaja por su mera condición. En la actualidad, las propuestas televisivas han modificado el tradicional “final feliz” para dar paso a personajes femeninos en que el contexto de violencia y pobreza las define, pero no desde la inocencia sino desde la toma de decisión como mujeres simuladamente empoderadas; sin embargo, al igual que en las propuestas iniciales, estas nuevas mujeres salen de una situación de infortunio gracias al apoyo masculino, porque desde muy corta edad y por azares del destino son maltratadas por un hombre. Casi siempre la violencia se ejerce sobre el cuerpo de la mujer y el sentido de vulnerabilidad femenina se sigue explotando. Luego, la mujer encuentra en otro hombre a su mentor y defensor, y continúa la simbiosis.

En las tramas de las telenovelas existe una interacción constante entre el hombre y la mujer, porque ella siempre sale avante por la presencia masculina, mientras que el personaje masculino es aleccionador en el sentido laboral y personal. Las nuevas narrativas no presentan a una mujer desvalida sino a una mujer que sabe cómo moverse para obtener dinero fácilmente; así es como surge un nuevo personaje denominado femme fatale o mujer fatal.

La femme fatale se caracteriza por disfrutar de su sexualidad y, por ende, es considerada villana e, incluso, no importa si es protagonista o antagonista, ya que toda mujer que busque el disfrute y goce de su sexualidad es categorizada como un personaje peculiar o distinto, situación que ocurre pie a juntillas en la realidad.

Al tratarse de personajes femeninos, la situación de diversos amores se convierte en una constante, sumando el que sus amigos lleguen a enamorarse de ella. La mayoría de las veces, el sentido amoroso puede ser el catalizador idóneo para que el personaje femenino logre todo lo que se propone y se convierta en la mujer que “manda”; es decir, existe un cambio de poder, pero no de jerarquía social, porque las mujeres logran “mandar”, aunque siempre necesitarán de un hombre que las dirija o las cuide.

Las diferencias narrativas se ubican en el contexto y se identifican en el campo de los estereotipos; es decir, qué significa para el contexto latinoamericano ser mujer en contraposición con el hombre. Si bien, ha existido una modificación en la manera de representación del hombre y de la mujer, las narrativas actuales no han dejado de lado la idea clásica de poner en desventaja a la figura femenina. La forma de contar historias y de presentar a los personajes no ha cambiado del todo, porque la forma en que desarrollan el negocio del narcotráfico varía dependiendo del género.

Como lo plantea Itzelín Mata (2013), en las narrativas de narcotráfico las mujeres que tienen mejores condiciones económicas y un cuerpo bello, son las que se convierten en un material de intercambio y ascenderán en el ámbito del narcotráfico, porque se consideran mercancía intercambiable en todo momento y se contempla la volatilidad de su permanencia en el negocio, pero también las grandes ventajas económicas que obtienen de ellas.

La idea de la mujer objeto sigue prevaleciendo en las narrativas de narcotráfico que, además de encerrar un círculo de violencia exacerbado y predominante en la actualidad, también entiende a la mujer como un ser que sólo usando su cuerpo, como forma de intercambio, logrará triunfar; esto es, en la mayoría de los casos las mujeres son tomadas únicamente para el placer sexual, y la forma de pensar o su intelecto no importa; tan es así que los personajes masculinos se rodean de mujeres hermosas, pero entienden que ellas no participarán en el negocio o trabajo, porque no son aptas para esas labores.

Para Mata (2013), la posición de la mujer en narrativas de narcotráfico siempre resulta vulnerable, ya que debe estar en constante cumplimiento de los cánones de belleza. La mujer se convierte en el objeto de poder en el narcotráfico, incluso modifica su cuerpo para atraer y permanecer el mayor tiempo posible en el negocio, y siempre es vulnerable para ser presa de violencia.

Mientras tanto, el personaje masculino desde muy joven aprende el negocio y sólo busca la manera de crecer en éste, no importan sus atributos físicos, ya que sobresale su inteligencia. El personaje masculino no se hace acompañar de mujeres en el negocio, no las considera capaces para trabajar con él, por el contrario, piensa que las mujeres nada más son objetos sexuales, porque en el rubro de los negocios pueden afectar la productividad.

Los personajes femeninos en las telenovelas siguen arrastrando una serie de tabúes, desde el cuidado del físico y el tributo al cuerpo hasta la maternidad, son elementos que continúan acompañando a las heroínas de las historias, porque dentro de las narrativas pueden sobresalir en el negocio, pero no dejar de lado la maternidad o disfrutar plenamente de su sexualidad. La sexualidad siempre se acompaña del amor; es decir, ellas pueden tener sexo, pero nada más si aman a alguien o casi siempre terminan enamoradas de las personas con las que se involucran en la intimidad, lo que es contrario a lo que sucede con los hombres que optan por dejar de lado el sentido familiar por el éxito profesional y pueden disfrutar de su sexualidad sin el menor dejo de amor en sus relaciones.

La idea de que la mujer forma parte central de la estructura familiar prevalece, y la crianza de los hijos debe seguir a su cargo e, incluso, dentro de la historia, la religión se mantiene como un recurso de castigo, ya que las mujeres que disfrutan de su sexualidad o no optan por la maternidad, o piensan en sí mismas, son quienes se alejan del sentido bondadoso de la vida y posteriormente serán castigadas; cuestión que no ocurre en ningún momento en la representación del hombre.

Conclusión

Apuntar la mirada hacia las propuestas de entretenimiento es interesante, ya que se observa que existen “nuevas” formas de visualizar a la mujer, ahora desde un sentido más “libre” o quizá más expuesto, en que las escenas de sexo son cada vez más claras, pero siguen poniendo en total y absoluta desventaja a la mujer. Las historias siguen castigando a las mujeres con representaciones que sólo oscilan entre las abnegadas (madres) o las prostitutas, ya que se le castiga por el disfrute de su cuerpo. Las mujeres son plasmadas como objetos o monedas de cambio; es decir, son claramente sustituibles porque no importan sus vidas, sino el placer o los beneficios que le dan al hombre. Como lo plantea Butler (2002), existen sólo ciertos cuerpos que importan, y éstos no corresponden al de las mujeres.

En el sentido de interculturalidad a nivel medio superior, no se puede dejar de lado que muchos de los productos que se consumen denotan las ideas con las que se comulgan en la realidad y, sin lugar a duda, se debe modificar el tratamiento que se hace de los personajes femeninos en toda propuesta audiovisual para que, de esta manera, se logren tener ideas más reales del sentido femenino y masculino.

REFERENCIAS

Butler, J. (2002). Cuerpos que importan: sobre los limites materiales y discursivos del sexo. Buenos Aires: Paidós.

González, F. (2012). Espacialización de la violencia en las ciudades latinoamericanas: una aproximación teórica. México: Universidad Nacional Autónoma de México.

Imbert, G. (2008). El transformismo televisivo: postelevisión e imaginarios sociales. Madrid: Cátedra.

Martín-Barbero, J. (2002). Oficio de cartógrafo. Travesías latinoamericanas de la comunicación en la cultura. México: Fondo de Cultura Económica.

Mata, I. (2013). El cuerpo de la mujer vinculada al narcotráfico como narración de sus relaciones sociales. México: Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (tesis de maestría).

Pin It on Pinterest

Shares
Share This