La comunicación tiene género

Juana Ayala Noriega

Introducción

Tomando en cuenta la relación de la comunicación con los conceptos de lenguaje y pensamiento, expongo someramente las tesis e investigaciones de Piaget y Vygotsky respecto al origen del lenguaje, para después enfocarme en la comunicación y el conocimiento que devienen en teorías epistémicas y pedagógicas. Luego abordo el lenguaje positivo y negativo que se corresponden con tipos de comunicación masculina y femenina. La unidad como la humanidad y dos unidades independientes como hombre y mujer que, a su vez, expresan lo Uno y lo Otro. Concluyo dando algunas características de lo que podría ser una comunicación femenina, que contribuya a la reflexión sobre la dominación y la subordinación que se presenta en las relaciones humanas donde las habilidades tienen género.

 

La comunicación tiene género 

La comunicación hace referencia inmediata al lenguaje y éste al pensamiento. Los anteriores términos se han utilizado para definir al “hombre”, ya que el concepto es universal e implica al hombre y a la mujer. Pero me pregunto, ¿en verdad al definir al hombre se define a la mujer? Antes, al leer todo lo que se decía que era el hombre me asumía como parte de él, con las mismas características, capacidades y hasta los mismos defectos; sin embargo, ahora sé que la humanidad es una en el mundo de los hombres y múltiple si se considera a la mujer (o por lo menos binaria). 

El lenguaje como una capacidad humana se define desde lo universal; es decir, no hay género en la definición. La especie humana tiene la habilidad del habla sin importar lo femenino o lo masculino, y también el pensamiento es propio de la humanidad. Pensamiento y lenguaje son conceptos analizados por filósofos, psicólogos y lingüistas. Aquí, parafraseando a Vygotsky respecto a si el pensamiento y el lenguaje son una unidad absoluta e indivisible, entonces no existiría entre ellos la posibilidad de relación, por lo que el pensamiento sería una lengua sin sonido. El silencio es el origen del pensamiento y las puertas están cerradas para la reflexión. Si, en cambio, son dos entidades separadas en su totalidad, el enlace que se conseguiría sería artificial y mecánico, pero más favorable respecto a buscar una comunicación entre ambas, lo que puede relacionarse con un tipo de pensamiento como el razonamiento y su conexión con el lenguaje y así entender al decir que: “se ha demostrado que los movimientos del habla facilitan el razonamiento” (Vygotsky, 2010, pág. 69), existiendo una correspondencia mecánica totalmente visible. 

El pensamiento verbal es producto del enlace artificial que toca procesos cognitivos importantes usando elementos como la palabra y el significado (pensamiento y lenguaje), ya que uno nos remite a la comprensión y conciencia, mientras que el otro a los sonidos o grafías que, como una sola entidad, son parte del conocimiento. En este sentido: 

Una palabra no se refiere a un objeto aislado, sino a un grupo o una clase de objetos. Cada palabra es ya, por tanto, una generalización. La generalización es un acto verbal de pensamiento y refleja la realidad de un modo radicalmente diferente a como la reflejan la sensación y la percepción (Vygotsky, 2010, pág. 71).

La generalización en la palabra también refiere a la particularización, como llevar a cabo con una dimensión lógica completa; esto es un acto de la razón y el lenguaje, que va de lo general a lo particular y viceversa, en perfecta sincronía al hablar y al pensar. 

La unidad de la lengua es una con el significado, porque si no es así, sólo hay sonidos vacíos que no pueden ser parte de ningún proceso cognitivo ni del pensamiento verbal, que a su vez se vinculan y responden a la necesidad de conseguir una comunicación racional, lo que implica la presencia de las relaciones sociales. 

Mientras que para Vygotsky en el origen del lenguaje se encuentra la comunicación y las relaciones sociales, para Piaget –según sus estudios realizados en niños entre 7 y 8 años de edad– está en el egocentrismo. Piaget nos dice que “el pensamiento egocéntrico del niño ‘está a medio camino entre el autismo en el sentido estricto de la palabra y el pensamiento socializado’” (Piaget, 1968, pág. 208), por lo que privilegia el pensamiento socializado, por ser un pensamiento dirigido, que es consciente e inteligente, que se adapta a la realidad y es susceptible de ser verdadero o falso, pero, sobre todo, se puede comunicar mediante el lenguaje. Éste es resultado de tres etapas del proceso cognitivo: la asimilación, adecuación y acomodación, que además se dan dentro de un marco lógico racional, que hace una diferencia entre el autismo y el egocentrismo, como etapas originarias del lenguaje estrictamente comunicable.

Para Vygotsky, los procesos cognitivos se llevan a cabo en una zona de desarrollo próximo, donde la comunicación y las relaciones sociales posibilitan el aprendizaje, tanto en la infancia como en cualquier etapa de la vida. La interacción comunicativa propicia un avance potencial del conocimiento, que aparece justo en la conexión con los otros; lo que garantiza la solución de problemas, que se privilegia en ámbitos de colaboración. Así, aparecen una gama de habilidades que no se pueden dar individualmente, sino sólo en la interacción con otros y en las comunicativas del lenguaje. De esta manera, se logran aprendizajes y destrezas –como la lectura y escritura– resultantes de procesos cognitivos, en que el pensamiento verbal está presente.

En primera instancia, pareciera que Piaget y Vygotsky son opuestos respecto a sus tesis sobre el fundamento del lenguaje, ya que el partir de unidades independientes como pensamiento y lenguaje permite establecer la relación, a través de la comunicación, siendo ésta el origen de las capacidades propias del ser humano. Pero si es una la unidad donde están ya relacionados el pensamiento y el lenguaje, entonces el pensamiento egocéntrico es el primer actor que deviene en pensamiento socializado propiciando la comunicación, sin ser ésta la causa de las capacidades sino un resultado del pensamiento verbal. Entonces, en el ámbito pedagógico se disuelve tal oposición, enfocándose en el aprendizaje. El constructivismo es la corriente epistémica que resulta de tales investigaciones y con la que se cuenta en la actualidad. Teorías del conocimiento antiguas y nuevas son hechas por y para hombres. 

Hablar de lenguaje, pensamiento y comunicación refiere a lo que es el ser humano, aunque particularmente se hable del hombre. El varón es el que actúa gracias a las capacidades propias del conocimiento, el que habla y se comunica con otros iguales a él. El punto de referencia es lo masculino en lo que respecta al razonamiento y a las habilidades del lenguaje (habla, lectura y escritura) dando estabilidad a cualquier teoría del pensamiento. Es así como se pensó durante varios siglos en la historia de la humanidad –que, por cierto, la escribieron hombres. Así que la mujer que razona y habla sólo es entendida desde el universo masculino.

Como mujer se está del lado de un lenguaje negativo, “calladita te ves más bonita”, porque es lema del que habla primero. Callar es un silencio impuesto por el que habla con uso de razón y en búsqueda del conocimiento, por lo que esto justifica su imposición. La comunicación sólo es posible en igualdad de circunstancias y capacidades. El emisor y el receptor dan cuenta de una relación intersubjetiva respaldada por la igualdad de posibilidades al hablar y al responder, por lo tanto, si no hay respuesta alguna no hay comunicación.Puedo decir que la comunicación, entendida por teorías epistémicas, es una capacidad humana practicada por sujetos que ejercen un lenguaje positivo a través de cualquiera de sus habilidades, por lo tanto, la comunicación es masculina. 

Ahora me pregunto, ¿será necesario explicar la posibilidad de que haya una comunicación femenina? y ¿cómo será esta? De seguro con matices sustanciales que refieren a una sujeta que ejerce, muchas veces, un lenguaje negativo. El silencio impuesto es algo que hay que erradicar y vindicar a la razón y al conocimiento como propios de la humanidad a la que pertenecemos las mujeres. 

Y en verdad basta pasearse con los ojos abiertos para comprobar que la Humanidad se divide en dos categorías de individuos cuyos vestidos, rostro, cuerpo, sonrisa, porte, intereses, ocupaciones son manifiestamente diferentes. Acaso tales diferencias sean superficiales; tal vez estén destinadas a desaparecer. Lo que sí es seguro es que, por el momento, existen con deslumbrante evidencia (De Beauvoir, 1949, pág. 3).

La deslumbrante evidencia refiere a dos unidades de las cuales está hecha la unidad de la humanidad. El todo es dual y no uno. Así como Vygotsky propone que lenguaje y pensamiento son dos unidades independientes que construyen una relación artificial y mecánica, así hombre y mujer son dos unidades independientes que relacionadas pueden dar origen a las partes que devienen de su relación. La comunicación y el conocimiento son partes prístinas de un “todo” dual; sin embargo, lo uno siempre está en el principio y éste goza de conciencia, razón y ser que da orden a lo diferente. Lo masculino es la unidad que está con el todo único y verdadero que es universal. 

No es lo Otro lo que, al definirse como Otro, define lo Uno, sino que es planteado como Otro por lo Uno, al plantearse éste como Uno. Mas, para que no se produzca el retorno de lo Otro a lo Uno, es preciso que lo Otro se someta a este punto de vista extraño (De Beauvoir, 1949, pág. 5).

La mujer es lo Otro que no se define a sí mismo, sino es definido por lo Uno, así que definir al hombre es definir a la mujer y solamente en este caso sería posible la igualdad que se necesita para que se produzca la comunicación masculina. La igualdad es la abstracción que fortalece la hegemonía androcéntrica. La comunicación requiere de la igualdad para conseguir relaciones sociales, conocimientos científicos y habilidades intelectuales que le permitan el control de la naturaleza y la trascendencia de sí mismo. La comunicación femenina es resultado de la unidad que representa un lenguaje y un pensamiento que es opuesto a la imposición del silencio, a la falta de escucha y a la negación de respuesta que caracteriza a lo Uno frente a lo Otro. 

El hombre que constituye a la mujer en un Otro, hallará siempre en ella profundas complicidades. Así, pues, la mujer no se reivindica como sujeto, porque carece de los medios concretos para ello, porque experimenta el lazo necesario que la une al hombre sin plantearse reciprocidad alguna, y porque a menudo se complace en su papel de Otro (De Beauvoir, 1949, pág. 7).

 

La tarea consiste, entonces, en hacer sustancial y práctica una comunicación femenina que no tenga relaciones de complicidad, ni de conformidad complaciente frente a la dominación, sino que haga conciencia de la injustica que implica una condición de subordinación absoluta. Generar medios concretos que permitan la vindicación de la mujer como sujeta que exija siempre reciprocidad en las relaciones cognitivas y de comunicación. Lo social y lo individual son partes de un todo pensado desde la subordinación, y la comunicación puede ser origen del lenguaje y del conocimiento –o el pensamiento y la palabra están en el inicio del “Ser” único y existente.

Porque en el momento en que la mujer comienza a exigir una existencia como sujeto histórico-social en el hecho de representar contemporáneamente uno de los polos de una relación natural (mujer-hombre, mujer-maternidad), se encuentra obligada a romper con todos los viejos equilibrios, poniendo en discusión cada nivel de opresión, privado y público, individual y social, que no puede ya más mistificarse con su incapacidad natural. Se trata de un cuestionamiento radical que obliga a confrontarse con la propia práctica y la del otro, práctica cotidiana donde los elementos naturales y culturales, individuales y sociales están indisolublemente confundidos. Pero en esta fractura provocada por su emerger a la historia como sujeto, la mujer podría querer vencer después de tantas derrotas; perdiendo así la oportunidad, implícita en su rol natural y social, de proponer una óptica y una dimensión distintas de las de una mera inversión igual y contraria a la subordinación (Basaglia, 1987, pág. 11).

 

La sujeta histórica-social es una unidad que debe romper con todos y cada uno de los niveles de opresión que ha sido capaz el “Uno” en complicidad con el “Otro”; y enfrentar, confrontar y afrontar las prácticas sociales, individuales, privadas, publicas y culturales, a través de una comunicación que siendo femenina no es igual, pero tampoco contraria a la masculina y de paso a la misma subordinación. 

REFERENCIAS

Basaglia, F. (1987). Mujer, locura y sociedad. México: Universidad Autónoma de Puebla.

De Beauvoir, S. (1949). El segundo sexo. En: file:///C:/Users/Orion/Downloads/7-De-Beauvoir-Simone-El-segundo-sexo.pdf 

Piaget, J. (1968). Seis estudios de psicología. Barcelona: Seix-Barral.

—. (1980). Epistemología y psicología. México: Ariel.

—. (1983). A dónde va la educación. Barcelona: Hay que saber.

Vygotsky, L. (2015). Pensamiento y lenguaje. México: Booket.

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