Comunicación y género: otras formas posibles

MaryJose Montserrat Cruz Rosas

Comunicación y género: otras formas posibles es un texto que pretende explorar dos campos de interés, porque resulta necesaria y urgente la incorporación de la variable “género” en la práctica comunicativa. El desconocimiento de la categoría género en el campo de la comunicación, implica no tener en cuenta las diferencias entre mujeres y hombres, en particular en el acceso, la generación y la difusión de la información. 

En la actualidad nos encontramos ante cambios y transformaciones para la comunicación y, como profesional de este campo y feminista en construcción, considero importante exponer el rol que tenemos las mujeres dentro de los medios de comunicación, porque los cambios sociales y políticos necesitan ser analizados desde la categoría de género. 

En las relaciones sociales encontramos distintas estructuras de autoridad, poder y explotación. “Género”, término empleado en diversos campos de conocimiento, es una herramienta que permite cuestionar las representaciones: referentes en los medios de comunicación, aquellas expresiones comunicativas transmisoras de modelos, estereotipos, violencia, machismo, misoginia, que se replican de manera consciente o inconscientemente por la sociedad. 

En las culturas existen diversas manifestaciones de las relaciones de poder: explotación, discriminación y violencia entre hombres y mujeres; estamos ante la posibilidad de adquirir consciencia sobre las estructuras en las que vivimos y nos desempeñamos como profesionales de la comunicación. En nuestro país existen diversas agencias y colectivos feministas que se orientan a la representación de la mujer en los medios masivos de comunicación, ya que es indudable que éstos generan imágenes y representaciones de género que se convertirán en patrones sociales.

Comienzo este análisis explorando el acceso que tienen las mujeres y niñas a la información, al conocimiento, a la libertad de opinión, y a la libertad de expresión y difusión. Las agencias y los colectivos no deberían ser las únicas encargadas de esta labor titánica, que es la erradicación de la violencia hacia la mujer, la discriminación y los machismos. Como comunicóloga me cuestiono desde dónde estoy comunicando y con qué objetivo. 

Para adentrarnos en estas dos grandes áreas de conocimiento que son la comunicación y el género, primero necesitamos saber, ¿qué es el género?

¿Qué entendemos por género?

En El segundo sexo, Simone de Beauvoir (1962) menciona que el género se construye bajo la obligación cultural de hacerlo, y si es así y se suma la obligación social, la pregunta es: ¿cuál será la obligación de la comunicación dentro de la cultura y la sociedad? La autora señala las características humanas y entre éstas destacan las “femeninas”, que son adquiridas por nosotras las mujeres mediante un complejo proceso que va desde lo individual hasta lo social. 

Reflexionemos sobre aquellas características que, como mujeres, hemos aprendido a través de los mensajes, las imágenes, los discursos comunicativos, y que nos apropiamos y reproducimos en cada esfera de nuestra vida. Por su parte, Judith Butler (1999) afirma que el género es una construcción cultural independiente del sexo, y es una actuación obligatoria que las personas realizamos como parte de la práctica social. Al considerarse una actuación obligatoria, ¿qué rol estamos desempeñando dentro de la sociedad? ¿Somos mediadoras(es) en esta sociedad que normaliza y revictimiza?

Asimismo, Marcela Lagarde (1996) dice que uno de los fines de la perspectiva de género es contribuir a la construcción subjetiva y social de una nueva configuración, a partir de la resignificación de la historia, la sociedad, la cultura y la política desde las mujeres y con las mujeres. Éstas son sólo algunas de las autoras que definen la categoría “género”, como una construcción cultural y social que es independiente del sexo, una categoría social impuesta que se construye bajo la obligación cultural de las ideas que son propias para mujeres y hombres. Nos hablan de lo que “deben ser” las mujeres y hombres dentro de una cultura.

Desde la comunicación y el género se pueden resignificar las representaciones que se tienen de mujeres, niñas y la comunidad LGBTTTIQ+, reconocer la diversidad de géneros dentro de los mensajes comunicativos, además de cuestionar la opresión existente y su manifestación en los medios de comunicación. Las ideas que concebimos se construyen a través de las representaciones del lenguaje y la cultura que nos apropiamos y reproducimos en un sistema patriarcal, heteronormativo, machista, violento y eurocentrista.

La desigualdad tiene su origen en la niñez, cuando las infancias tienen un primer acercamiento a las relaciones de poder que hay dentro de las clases sociales, la raza y la violencia envuelta en cada esfera de la vida. La comunicación la relaciono con el término “comunidad”, puesto que significa hacer, compartir y poner en común, ¿cómo poner en común si la propia sociedad y cultura marcan los límites sobre el acceso a la información y al conocimiento?

Por lo tanto, si comunicación es igual a comunidad, la Agenda Feminista entra en acción al poner en común los derechos a la comunicación.

Agencias de género

Las agencias de género surgen como una alternativa al modelo de información hegemónico, y se trata de la construcción de un periodismo no sexista que visibilice la participación de las mujeres en el discurso informativo. Los medios de comunicación requieren con urgencia desarrollar una mirada crítica que ofrezca la categoría de género, y esta necesidad surge ante las problemáticas latentes en la sociedad mexicana, que nacen en un sistema patriarcal, y la mayoría de esos medios son dirigidos por hombres, dejando de lado la participación y aportación de las mujeres.

En los libros se menciona que somos una sociedad democrática, pero cómo podría ser democrática si sólo un porcentaje de la población tiene acceso a los medios de comunicación, pocas mujeres pertenecen a las juntas directivas y menos son dueñas de los medios; en general, se excluye la participación de la mujer y no tienen voz sobre las decisiones en la cobertura, el tratamiento y la difusión que se le da a la información. Podrá ser democrática una vez que se tome en cuenta el pensamiento, el conocimiento y las acciones de todas y todos. Por esta razón, las integrantes de las agencias de género tienen una labor muy importante, ya que construyen la información dando voz a quienes no la tienen, y lo mismo sucede con los sectores de la población cuya voz ha sido sesgada y silenciada por un sector dominante. Pienso que las agencias de género cuestionan los prejuicios y las brechas de género en el proceso comunicativo, a la vez que reflexionan sobre el propio discurso informativo. 

Redes

En lo que se refiere al ámbito digital me pregunto, ¿las mujeres y niñas indígenas son incluidas en la creación de las tecnologías y los sitios web? ¿Acaso las redes digitales han empoderado a las mujeres? Durante años, los pueblos originarios de México han realizado una labor titánica en la creación y difusión de información, su lógica les ha llevado a apropiarse y mantener vigentes sus conocimientos y tradiciones. En esta labor, las mujeres han desempeñado un papel fundamental como creadoras y transmisoras de saberes en el ámbito de la información y la comunicación. 

Al inicio del texto mencioné el significado de comunicación igual a comunidad: poner en común saberes y conocimientos que sobreviven cuando se comparten a través del proceso de comunicación. En ese sentido, en las comunidades indígenas la transmisión de los conocimientos se articula mediante la oralidad; sin embargo, poco a poco las experiencias se están trasladando a formatos digitales. 

Como comunicóloga y feminista considero importante rescatar y preservar las tradiciones, los conocimientos y los saberes de las comunidades indígenas, porque son un sector de la población que vive bajo la sombra de la opresión, discriminación y violencia. Hagamos uso de las redes digitales como una herramienta que facilite los procesos de identidad, crear un soporte que permita almacenar la información y que ésta, a su vez, se analice desde el género para su difusión.  En definitiva, así como se crean agencias de publicidad y marketing, también es necesaria la creación de espacios donde se abra la posibilidad de intercambiar las experiencias de las mujeres y niñas indígenas, de repensar su papel como transmisoras de saberes tradicionales y su representación dentro de los medios de comunicación e información. 

 

Violencia de género digital 

Continuando con el tema de lo digital, hablaré de la Internet y las redes sociales, ya que en ambos campos existen múltiples formas de violencia hacia la mujer, como el ciberacoso, la violencia simbólica (2) y la mediática. En mi opinión, los medios de comunicación son los generadores y difusores de los estereotipos, la violencia y el machismo, además de que promueven imágenes y discursos que distorsionan la realidad. 

En marzo de 2021, la Comisión Nacional de Derechos Humanos de la Ciudad de México (CNDHCM) presentó un informe en que menciona que 9.4 millones de usuarias de Internet vivieron alguna situación de acoso cibernético. Las mujeres son agredidas, violentadas, acosadas a través de estos espacios digitales, pero es el anonimato de las plataformas lo que favorece el uso de nombres y perfiles falsos para ejercer esas relaciones de poder. 

El derecho a la comunicación que tienen las mujeres y las niñas, se ve obstaculizado por la violencia digital, y las redes digitales se vuelven sus verdugos, se convierten en espacios inseguros, por lo tanto, el acceso a la comunicación e información digital ya no será seguro para ellas si se limita el uso y el ejercicio de su derecho. En el espacio digital se crean y comparten masivamente mensajes discriminatorios y violentos en contra de las mujeres, pero la situación se agrava cuando los discursos de odio son normalizados y se replican hacia los grupos vulnerables: comunidad indígena y población trans. 

El Módulo sobre ciberacoso (Mociba) señala que 40.3% de las mujeres fueron víctimas de insinuaciones o propuestas sexuales, mientras que a 35.3% se les contactó mediante identidades falsas; además, 33.9% recibieron mensajes ofensivos. En lo personal, pienso que la comunicación debería retomar algunos aspectos de la Agenda Feminista, promover medidas para la atención y prevención de la brecha digital de género, y erradicar la violencia y el acoso que viven las mujeres. La comunicación va de la mano de la categoría de género para canalizar estos problemas: 

 

  1. Visibilizar las desigualdades de género existentes en la Internet y las redes sociales.
  2. Garantizar los derechos de las mujeres, las niñas y la comunidad LGBTTTIQ+.
  3. Crear espacios digitales que promuevan la seguridad para las mujeres, las niñas y la comunidad LGBTTTIQ+.
  4. No culpar ni revictimizar a las personas que vivieron violencia digital. 
  5. Crear y promover herramientas digitales e informativas enfocadas a las mujeres en situación de riesgo. 

Lenguaje 

Por último, en esta exploración de comunicación y género no podía faltar el lenguaje, la materia prima de la práctica comunicativa, para poner sobre la mesa los derechos de las mujeres: a la libertad de expresión y difusión, y a ser nombradas y visibilizadas sus aportaciones. La historia se construyó desde la mirada patriarcal, una mirada que ha ocultado y negado a las mujeres y a la comunidad LGBTTTIQ+, y donde el lenguaje forma parte de la historia y es a través del que nombramos la realidad.

La comunicación tiene una deuda con aquellas comunidades que han sido silenciadas, y estamos ante la posibilidad de aprender a nombrarles, como sujetas, sujetos y sujetes que participan en el desarrollo económico, político, social, educativo y cultural. El lenguaje crea estructuras de opresión, porque es el reflejo de la cultura que reproduce estereotipos. Recuerdo aquellos programas de televisión de mi niñez, en los que se normalizaba el lenguaje sexista, el machismo y la misoginia, las películas y series que representan a mujeres como seres irracionales, sensibles, melancólicas, unas mujeres imposibles de comprender. 

La comunicación y el género necesitan cuestionar el lenguaje y a quienes se nombra con él; con esto quiero decir, que no se trata de sólo diferenciar entre masculino y femenino, sino reflexionar y tomar conciencia, como profesionales de la comunicación, sobre el poder que tenemos cuando nombramos en los distintos mensajes, de qué manera lo hacemos y con qué intención.

Existe una deuda histórica, y es primordial que dejemos de silenciar, de emitir prejuicios y estereotipos en nuestros mensajes, porque las distintas identidades de género necesitan y reclaman su espacio y visibilidad en el discurso. Qué importante es visibilizar y nombrar a todas, todos y todes; favorecer la representación de las mujeres, niñas y la comunidad LGTTTIQ+ en los medios de comunicación e información; evitar relacionar a la mujer con la pasividad, obediencia, dependencia y docilidad en los productos comunicativos y, sobre todo, cuestionar el sexismo y androcentrismo en los discursos informativos, sean orales o escritos. 

Para finalizar, como jóvenes dentro del campo de la comunicación, nos enfrentamos a un tiempo de cambio y transformación, en nuestras manos está la oportunidad de crear otras formas posibles de generar y difundir mensajes, e incluir la categoría de género en el quehacer de la comunicación en cada una de sus subdisciplinas: periodismo, investigación, comunicación educativa, comunicación organizacional y política, publicidad, marketing, multimedios. 

En mi opinión, el género contribuirá a visibilizar el papel que tenemos como profesionales de la comunicación, ya que es una herramienta que nos ayudará a modificar la manera en que se crean, diseñan, comparten y reproducen los mensajes. Es necesario fomentar la inclusión de esta categoría desde las aulas, mostrar a la comunidad estudiantil otras formas posibles de ejercer su profesión desde una mirada crítica y analítica, con la finalidad de que sean capaces de cuestionar el sistema patriarcal, androcéntrico, machista y violento en el que viven día a día. Tejamos, dentro de las aulas, pensamientos críticos y empáticos que cuestionen su actuar como profesionales de la comunicación, para que reflexionen sobre las identidades que son silenciadas, minimizadas y estigmatizadas desde el discurso comunicativo.

PIE DE PÁGINA

 (1) La palabra patriarca se utilizó en la década de 1970 en los estudios feministas y de género, y se refiere a una estructura de organización y dominación sexo-género. Por su parte, Gerda Lerner (1986) mencionó al patriarcado como la manifestación e institucionalización del dominio masculino sobre las mujeres y niñas y niños. Algunos estudios confirman que en México prevalece una cultura patriarcal en las relaciones entre mujeres y hombres, la familia, y en espacios de interacción social y política. .

(2) Es un concepto acuñado por Pierre Bordieu en la década de 1970, que se utiliza para describir una relación social donde el dominador ejerce un modo de violencia indirecta y no físicamente directa contra los dominados. En los medios de comunicación la violencia simbólica refuerza los estereotipos, las discriminaciones, los prejuicios, y las ideologías misóginas y machistas.

REFERENCIAS

Barbieri, T. (1995). Certezas y malos entendidos sobre la categoría de género. Estudios de Derechos Humanos IV. Costa Rica.

Carranza, A. (2006). Evolución de los estudios de Lenguaje y Género: valoración crítica en torno al método empírico y los condicionantes socioculturales. España: Universidad de Sevilla. 

Colín, A. (2017). La desigualdad de género comienza en la infancia: manual teórico-metodológico para transversalizar la perspectiva de género en la programación con enfoque sobre derechos de la infancia. México: Red por los Derechos de la Infancia.

El Colectivo. (2007). Hacia una pedagogía feminista. Buenos Aires. 

Gómez, C. (2007). Redes y saberes: el papel de la mujer indígena ante la creación de sitios web. Redes, 13, 215-233.

Guichard, C. (2015). Manual de comunicación no sexista. Hacia un lenguaje incluyente. México: Instituto Nacional de las Mujeres.

InMujeres (s/a). Glosario para la igualdad. México. En: https://campusgenero.inmujeres.gob.mx/glosario/terminos 

—. (2005). Las mujeres y los medios de comunicación. México.

Lovera, S., Menéndez, M., Ortiz, M. y Justo, C. (2004). Agencias de género. comunicadoras en el mundo. Madrid: Asociación de Mujeres Profesionales de los Medios de Comunicación. 

Natansohn, G. (2014). Por una agenda feminista para internet y las comunicaciones digitales. Género y sociedad. Brasil. 

Otras referencias

afrofeminas.com 

Beauvoir, S. (1962). El segundo sexo. Buenos Aires: Siglo Veinte.

Butler, J. (1999). El género en disputa. El género y la subversión de la identidad. Barcelona: Paidós.

Comisión Especial de Equidad de Género-Subcomisión de Difusión (2012). México.

CNDHCM. (08 de marzo de 2021). CNDHCM presenta Informe Violencia Digital contra las mujeres en la Ciudad de México. Boletín. México.

—. (2021). Violencia digital contra las mujeres de la Ciudad de México. México.

Lagarde, M. (1996). El género, fragmento literal: “La perspectiva de género”. España.

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