Interlocución no hegemónica del sujeto Dreamer: consideraciones metodológicas sobre las narrativas de vida vertidas en escenarios digitales

Rebeca Vilchis Díaz

Resumen

Los movimientos sociales, y las subjetivaciones producidas por ellos, mantienen una relación muy cercana con las plataformas digitales, y el movimiento y el sujeto dreamer las ha usado para expresar discursos identitarios con fines estratégicos; el más importante hasta ahora: generar una identidad y voz pública en la sociedad estadounidense. En este artículo se presenta una forma no hegemónica de este discurso vertida en una serie en YouTube.

Introducción

El objetivo de este artículo académico es mostrar una forma de interlocución no hegemónica del sujeto dreamer a partir del ejercicio del colectivo Dreamers Adrift en una serie titulada Undocumented and Akward, que se encuentra en la red sociodigital YouTube. Antes de comentar sobre esta forma de interlocución es necesario clarificar una serie de ideas: ¿quiénes son los dreamers y cuáles son sus singularidades como sujetos desde la biopolítica? y ¿por qué llamar al ejercicio discursivo de Dreamers Adrift una forma no hegemónica? Luego se plantea una discusión metodológica sobre el trabajo de campo en el mundo digital, donde se explica el camino etnográfico digital empleado para que, finalmente, hablar de los hallazgos que conforman la respuesta que este colectivo ofrece ante cuestionamientos como la racialización, las consecuencias cotidianas de la indocumentación, la discriminación hacia ellos y ellas, su aculturación estadounidense o blanqueamiento (Echeverría, 2007) y la forma en la que viven el sueño americano.

Una idea que resulta imprescindible, para efectos de este artículo y la investigación que lo inspiró, es que los sujetos surgen en la historia y, desde la perspectiva posestructuralista foucaultiana, resulta de gran utilidad observar y analizar las condiciones de la posibilidad de éstos, ya que los sujetos siempre son resultado de múltiples ejercicios de poder. En el caso de esta investigación, el punto focal estuvo originalmente en los discursos de poderes hegemónicos que contribuyeron a la producción política, social, mediática y jurídica del sujeto dreamer. Antes de observar las diferentes formas de interlocución de este sujeto era necesario observar cómo se había producido por medios de comunicación, organizaciones en pro de los derechos de las personas migrantes y figuras políticas (como los senadores Orrin Hatch y Richard Durbin) que trabajaron intensamente para la aprobación de la ley conocida como DREAM Act (propuesta desde 2001 sin aprobación), etc. ¿Por qué abordar de esta manera la producción de sujetos? Se ha seguido la línea que sugiere Butler (2001) cuando dice que los sujetos son resultado y producto de todo aquello que ejerce poder de sumisión y sujeción, pero no sólo de eso. El poder no nada más tiene un lado negativo de opresión y sujeción, sino también uno positivo: produce subjetividades.

El sujeto dreamer es, desde nuestra interpretación, un sujeto producido de forma inacabada, estratégica y conveniente al neoliberalismo, y consideramos que es resultado de las estrategias que se gestaron por la lucha de los derechos migrantes durante la década de 1990. La gestión estadounidense de la migración entre 1980 y 1990 provocó una serie de tensiones importantes, por un lado The Immigration Reform and Control Act de 1986 (IRCA) fue observada como la gran amnistía hacia la población migrante indocumentada, pero trajo consigo un discurso sobre las y los migrantes que merecían beneficios, y aquellos y aquellas que no. Esto provocó, en buena medida, una separación en función de la retórica del merecimiento (Perry, 2014, 2016; Melamed, 2011).

Esta ley se caracterizó por la racionalidad neoliberal con fuertes restricciones –dirigidas a personas migrantes indocumentadas, como madres latinas y antiguos trabajadores agrícolas temporales; Grace Chang (2000) lo llamó feminización de la pobreza– al Estado de bienestar y una aplicación con una perspectiva sexista y racializada (Perry, 2014, 2016). Si a ello se suma la política antiinmigrante característica de la década de 1990, no resulta extraño que entre las múltiples luchas que buscaban un camino hacia la legalización de migrantes indocumentados se optara por un conjunto que no sólo cuadrara con la retórica del merecimiento, sino también gozara de un proceso de blanqueamiento[1] (sustantivo que emana del concepto blanquitud de Echeverría, 2007) o aculturación estadounidense.

Entonces, el sujeto dreamer emerge como una figura ejemplar, excepcional, brillante, merecedora y fácilmente aceptable por parte de la opinión pública estadounidense (Nicholls, 2013). Podemos identificar su momento de aparición en la historia a partir de la forma jurídica mencionada anteriormente (Foucault, 1996). Afirmamos que el sujeto dreamer es inacabado, porque nunca se ha aprobado ninguna iniciativa de ley que sea una reelaboración de la propuesta en 2001, en ese sentido padece de forma constante la inclusión/exclusión en el sistema en que vive. Además, se trata de un sujeto cuya configuración jurídica y política lo relega a la zona de la ilegalidad (se trata básicamente de jóvenes que llegaron a Estados Unidos siendo niños, niñas o adolescentes, y que en la actualidad no tienen una residencia legal en ese país, pero que gracias a la acción ejecutiva promovida durante el primer periodo de Barack Obama, conocida como Acción diferida para los llegados en la infancia (DACA por sus siglas en inglés: Deferred Action for Childhood Arrivals), ha podido ser incluido como sujeto político y social de manera transitoria o temporal. Un sujeto atravesado, sin lugar a dudas, por el dispositivo de la raza estadounidense (Vilchis, 2021), y periodistas como Eileen Truax (2011, 2013) dan cuenta de ello, con trayectorias de vida que exaltan los valores estadounidenses y el sueño americano, narrativas de éxito, superación de obstáculos y logros académicos excepcionales. Lamentablemente nada asegura hasta el momento que esto sea un camino permanente y viable para la legalización de este conjunto poblacional que se asume como estadounidense, habla perfectamente inglés, se ha formado en ese sistema educativo y enarbola los valores del sueño americano (Nicholls, 2013).

Ahora bien, el sujeto dreamer entendido como esta configuración particular espaciotemporal resultado de múltiples ejercicios de poder (Vilchis, 2021), ha encontrado en los espacios digitales, como la mayoría de sujetos movilizados socialmente en el siglo XXI, una herramienta importante para lograr promover sus historias de vida, ser visibles, ganar la aceptación social, pero también construir una voz pública (Nicholls, 2013). Este movimiento y este sujeto no puede entenderse sin la comunicación mediada digitalmente, aunque esto es una realidad para la mayoría de sujetos, porque lo que sucede en las diversas plataformas digitales forma parte de la realidad de la vida cotidiana; espacios de la red se han convertido en los primeros sitios de búsqueda y registro de muchos acontecimientos; movimientos sociales se han organizado en y a partir del mundo digital (la primavera árabe, el M11, etcétera); la sociedad civil los ha empleado como parte de estrategias de búsqueda de personas desaparecidas, y resistencia a formas de ser gobernados y gobernadas (Foucault, 1989). Las diferentes aplicaciones se han vuelto mediadoras, por excelencia, de compra de productos y servicios, han permitido generar comunidades con propósitos muy diversos: fandoms, clubes de discusión, venta de productos, concertar citas con intereses románticos o sexuales, etc. ¿Qué movimiento social, figura pública, empresa e individuo en general no forma parte de este circuito de comunicaciones que van de lo offline a lo online y viceversa?

El sujeto dreamer, como se ha visto, mantiene una relación cercana con la comunicación mediada digitalmente, ha usado las plataformas digitales y ha respondido a convocatorias de grandes medios de comunicación, como The New York Times[2] o la revista People[3] para contar sus historias. Nos enfrentamos a una subjetividad que emplea las redes para activar protocolos de actos de desobediencia civil, expresa experiencias constitutivas de su subjetividad, como el miedo a la deportación y la condición de ilegalidad, estrategias para solicitar apoyos económicos, becas para continuar con sus estudios, entre otros, y crea comunidades digitales. Internet, en estos casos, constituye una fuente primaria de la interlocución de este sujeto.

    Metodología

    Antes de hablar sobre el uso estratégico de las plataformas digitales es necesario plantear una serie de observaciones metodológicas para aproximarnos analíticamente al mundo digital. Lo primero es observar lo digital como un espacio más de la vida, un elemento que forma parte de un continuum de experiencias en las que a veces participamos sin ser muy conscientes de ello, pero que constantemente nos ayudan a reproducir nuestras condiciones materiales de existencia y nos subjetivan; es decir, contribuyen a nuestra configuración como sujetos.

    El mundo digital puede considerarse como un campo de investigación y ello supone ciertos retos. Hine (2015) describe que, desde la etnografía tradicional, se definía el campo a partir de límites geográficos, pero desde la etnografía digital, la autora propone repensar esta noción, no suponer que el campo es algo dado, sino que es una construcción elaborada por quien investiga. En ese sentido, los límites del campo podrían ser configurados por las interacciones y diversas prácticas (entre ellas las discursivas) de sujetos y comunidades en línea. Evidentemente esta noción plantea una idea más fluida, menos estática y sólida sobre los límites. El campo puede estar constituido por estas prácticas en diferentes plataformas, y ser situado o multisituado, además de móvil. En el mundo digital es probable que el objeto de estudio se encuentre en múltiples sitios a la vez o que haya una especie de continuidad de un sitio a otro. Para Hine, esta movilidad permite identificar patrones de conexión y circulación de objetos (de investigación) que no podemos encontrar físicamente en un sentido tradicional.

    Cuando me aproximé a las narrativas e historias de vida de los diferentes sujetos dreamers en escenarios digitales hallé lo anterior, estaban en sitios web de organizaciones civiles en pro de derechos de las personas migrantes, de instituciones educativas de nivel superior, de medios de comunicación, pero también en redes sociodigitales (sobre todo después del 2010). El campo que iba conceptualizando no sólo era móvil y multisituado, sino también heterogéneo, porque la lógica de la producción de información en sitios web es distinta que en las redes sociodigitales.

    A ello habría que sumar dos cosas: 1) las características propias del movimiento dreamer, ya que los espacios digitales en que aparecían sus historias de vida cambiaron –o más bien se ampliaron– dependiendo del momento que se vivía en el movimiento, y 2) la historia misma de las plataformas digitales. Para encontrar esos cambios de escenarios y tomar decisiones metodológicas fue necesario elaborar una especie de línea del tiempo del movimiento social que contribuyera a clarificar estos criterios de selección.

      Posterior a ello, resultaba necesario contrastar esos momentos coyunturales con el tipo de usos que los usuarios y las usuarias de la red tenían permitido. Sin afán de profundizar en el tema, es importante recordar que los usos han ido cambiando en función de las posibilidades arquitectónicas de la red, ya que desde 1960 hasta la década de 1990, las plataformas se limitaban a brindar información, y la interacción de los usuarios y las usuarias era mínima (salvo por el uso del correo electrónico), esta etapa se conoce comúnmente como web 1.0.

      La dinámica comunicativa cambia considerablemente desde la introducción de las redes sociodigitales y los blogs. Los usuarios y las usuarias pueden también ser productoras de contenido, esto es justo lo que caracteriza a la web 2.0. SixDegrees, introducida en 1997, es considerada la primera red sociodigital que alcanzó 3.5 millones de usuarios y usuarias (Universidad Montemorelos, 2020). Más allá de los números, que siempre fueron considerables, el uso de las redes tendría un momento explosivo algunos años después;[5] sin embargo, este uso no coincidió del todo con el primer periodo señalado en la línea del tiempo del movimiento.

      Por lo anterior, y para efectos de esta investigación, inicialmente se consideraron sólo plataformas digitales, como blogs y sitios web, pero no redes sociodigitales. La intención de encontrar ciertos discursos de dreamers en el mundo digital era justo dar cuenta del discurso hegemónico[6] que este movimiento distribuía; sin embargo, al observar que después del 2010 este movimiento mostraba disidencias importantes, se consideró oportuna la inclusión de un ejemplo de resistencia a esa forma hegemónica de ser producidos y producidas. En la actualidad, hay más ejemplos, incluso más subversivos, pero en 2019 llegué al conocimiento de un canal en YouTube de un colectivo dreamer que se mofaba y observaba, desde una perspectiva más crítica, de su posición como dreamers en Estados Unidos. Esta forma de entenderse se distanciaba de ese perfil de excelencia y éxito que ayudó a estos y estas jóvenes a ganarse una voz pública.

        Discusión

        En 2020, Dreamers Adrift había creado alrededor de 90 videos en su canal de YouTube, en que incluían dos series originales del colectivo: Undocumented & Awkard y Osito. Los creadores y las creadoras de contenido son jóvenes que recuperan la narrativa indocumentada a través de videos, arte, música, palabras y poesía. Fue creado en octubre de 2010 por cuatro estudiantes indocumentados: Deisy Hernandez, Fernando Romero, Jesús Iñiguez y Julio Salgado. Su propósito fue mostrar que el Dream Act era necesario para ofrecer un camino a la residencia legal de este conjunto poblacional. Este proyecto evolucionó y se expandió teniendo como consecuencia pláticas con políticos estadounidenses siempre a la luz del tema migratorio (Dreamer Adrift, 2016).[7]

        Hasta este momento, el canal cuenta con 1470 suscriptores, en 2020 contaba con 1400. El video de la serie Undocumented & Akward, que más vistas tiene, sigue siendo el primero, con 16479; la tendencia indica que conforme la serie avanzaba las vistas disminuían, característica que no aplica para los comentarios, ya que aunque todos tienen al menos uno (caso del último video perteneciente a la segunda temporada), el episodio siete es el que cuenta con mayor número, 58 en total (en 2020), ahora tiene 56.

        Si bien los temas de los videos siempre están relacionados de forma directa con la narrativa indocumentada Dreamer, la serie Undocumented & Akward mantiene un tono irónico, de burla. En esta serie se presentan situaciones de la vida cotidiana actuadas por jóvenes indocumentados e indocumentadas caracterizadas por el tono risible, exagerado e irónico. No observamos, como en el discurso hegemónico, jóvenes hablando en primera persona sobre su historia de vida resaltando sus esfuerzos individuales y familiares, en la superación de obstáculos y su resiliencia. El contenido y el tono es distinto.

        Mientras que las historias de vida (discurso hegemónico) mantenían un tono serio, emocional e incluso dramático,[8] en estos episodios los creadores y las creadoras de contenido canalizan su incomodidad (respecto al estatus de indocumentación) a través de la ironía, el sarcasmo y la burla. Es claro que su intención no es posicionarse como víctimas del sistema jurídico y político estadounidense, y tampoco pretenden banalizar su situación, por el contrario, expresan y resaltan lo incómodo, así como lo decepcionante de vivir como dreamers: con grandes expectativas de movilidad social debido a la sólida formación educativa y profesional que tienen, pero siempre impedidos e impedidas por varias barreras jurídicas. Estas situaciones reflejan la discriminación, ignorancia, poca comprensión y sensibilidad que las personas indocumentadas y no indocumentadas muestran cuando interactúan con los y las jóvenes dreamers.

        La serie consta de dos temporadas, la primera con trece videos publicados entre el 9 de noviembre del 2011 y el 17 de febrero del 2012; la segunda con un episodio publicado el 12 de mayo de 2015. Pareciera ser que la intención era continuar con la serie, pero fue cancelada. Sólo se consideró la primera temporada para seleccionar cuatro episodios que formarían parte del análisis, un tipo disidente de interlocución del sujeto en cuestión.

        Los videos seleccionados (episodios dos, siete, ocho y trece) resaltan ámbitos discursivos que las historias de vida (discurso hegemónico) no abordaban. Las historias de vida extraídas de sitios web fueron analizadas con base en una guía de observación digital elaborada a partir de las prácticas discursivas y sus respectivas categorías de observación relacionadas con: 1) el sueño americano: valores estadounidenses, trayectoria de éxito (logros, superación de obstáculos), expectativas positivas; 2) la ilegalidad: miedo a la deportación, no culpabilidad (ellos y ellas no son responsables por su condición indocumentada); 3) la blancura: origen nacional, herencia familiar o nacional y análisis de imagen (si es que la había); 4) la blanquitud: sentido de pertenencia estadounidense, asimilación cultural, política y social.

          En el caso de los episodios, retomé estas categorías de observación, pero fue añadido el nivel ideológico a partir de Los aparatos ideológicos del Estado, de Louis Althusser (1988). Como ya se mencionó, la formación y subjetivación a partir del sistema educativo estadounidense es uno de los aspectos constitutivos del sujeto dreamer, desde este autor, la institución educativa es uno de los aparatos ideológicos del Estado, además de la familia, la religión, la política, las leyes, la cultura y los medios de comunicación. Para dar continuidad a una sociedad no sólo es necesario reproducir las condiciones materiales de la existencia de quienes la conforman, también se requiere sostenerla ideológicamente. Para Althusser, el sistema educativo figura en un sitio especial dentro del sistema, porque ningún otro aparato retiene, somete y adoctrina de forma obligatoria a la mayor parte de las fuerzas productivas durante tantos años.

          Los cuatro episodios repitieron información contenida en las historias de vida recabadas, en que estaban presentes las categorías mencionadas anteriormente. La idea del perfil racial del sujeto dreamer continuó, estos y estas jóvenes comparten características físicas identificadas como latinas, además de que siguieron exaltando algunos valores estadounidenses, como el trabajo arduo, la persistencia y la meritocracia, no deja de estar presente una constante lista de obstáculos superados y logros obtenidos. En lo que sí se distancian es en las expectativas positivas sobre su futuro y, por el contrario, es clara un gran frustración e inseguridad. Los temores asociados a la ilegalidad no se presentan de forma tan cruel como en las historias de vida, ya que en los videos más bien se muestran las mentiras u omisiones de información en que incurren estas y estos jóvenes para evitar que otras personas conozcan su condición.

          No hay muchas menciones sobre el país de origen y, si las hay, es para compartir las condiciones negativas que obligaron a sus familias a mudarse a Estados Unidos, porque se trata de países con pasado colonial, inseguros, inestables, con pocas oportunidades para estudiar y encontrar un empleo. Al hablar de su herencia familiar, la mayoría defiende la decisión de sus madres y padres. Ven en esa decisión sobrevivencia y búsqueda de oportunidades; sin embargo, no debe dejarse de lado la lógica imperialista que sigue ejerciendo Estados Unidos en el mundo y cómo la narrativa del sueño americano continúa subjetivando a quienes viven ahí, pero también a muchas personas fuera de esas fronteras: tierra de libertad donde los sueños pueden volverse realidad si se trabaja lo suficiente. En todos los casos hay una especie de defensa de su asimilación cultural, política, educativa y económica que no busca cuestionar o rebelarse ante el statu quo. Hay reclamos de pertenencia a partir de su formación, de sus saberes. En ocasiones se señalan las injusticias del sistema, pero no se usan para criticarlo sino en un afán de resistir a él, lo que contribuye, evidentemente, a reproducir las condiciones materiales del sistema de producción capitalista estadounidense.

          El capítulo dos tiene la siguiente descripción: “that awkward moment when you bump into someone you knew from high school after 10 years of not having seen them. It can be painfully awkward”;[9] además, para el momento en que se hizo la observación no participante, tenía 26 comentarios en los que destacaban tres temas: 1) apoyo a la labor del colectivo, 2) la comunicación de historias parecidas, y 3) opiniones encontradas sobre el contenido del video (hubo quienes criticaron el hecho de haber elegido la carrera de periodismo como la elección profesional del joven dreamer, porque esa área de la comunicación es de las peor pagadas, también hubo quien no consideró adecuado apoyar la homosexualidad).

          Lo que este video pondera está en la incomodidad que implica encontrarse con compañeros de la escuela a los que 1) no has visto en muchos años, y 2) no son indocumentadas o indocumentados. En el video, Julio, un joven dreamer se encuentra laborando en un hotel como parte del staff de limpieza, es reconocido por un compañero llamado Jorge. La plática sobre los estudios y la familia muestra las desventajas que Julio ha experimentado: ha tardado 10 años en poder tener una licenciatura, primero estudió en un Community College y continuó en otra institución, pero al combinar los estudios con el trabajo para poder pagar las colegiaturas (que siempre son más altas para los extranjeros, como se considera a alguien que no tiene documentos)[10] le ha llevado más tiempo; aunque cuenta con formación universitaria no puede ejercer al ser indocumentado, por ello debe conseguir empleos que no requieren la cualificación que él tiene, su ingreso es mucho menor; por último, Julio es homosexual y no puede casarse, porque no tiene documentos.

          La experiencia de Jorge ha sido muy distinta, estudió en Brown, tiene un buen empleo, para él, el sacrificio ha valido la pena. Esa frase, parece ser tomada como una provocación por Julio: “sé lo que es trabajar duro, incluso más duro que tú”. Pero en lugar de reflexionar sobre la injusticia propia del sistema, la desigualdad social que enfrente un joven dreamer, esta discusión se queda en un tono individual. Julio comienza a alardear sobre quién ha hecho y dado más, exacerbando la narrativa de la meritocracia y el trabajo duro. Otro momento tenso se muestra cuando Jorge ofrece su tarjeta de presentación a Julio para que lo busque, planea ofrecerle un trabajo más acorde con su formación, lo que parece ofender a Julio, quien responde: “trabajar en un hotel es un trabajo decente”. Es posible interpretar que Julio observa un acto de condescendencia. En esta grabación es claro que no se cuestionan las condiciones materiales del sistema de producción estadounidense, por el contrario, las reproduce: en su mayoría, la conversación se centra en la trayectoria de vida esperada y exigida, tener una formación universitaria es fundamental en esa narrativa y sobre todo la obtención de un grado. La lógica discursiva de los personajes no busca emanciparse, rebelarse o jugar estratégicamente contra el sistema, sino una salida al lugar jurídico-político producido desde los poderes hegemónicos.

          El episodio siete presenta la siguiente descripción: “We’re sure you’ve heard your parents tell you to never make assumptions. Never judge a book by it’s cover. Never jump to conclusions. Etc. This is why.[11] Este video tiene 58 comentarios con temas variados: algunos encuentran la temática graciosa, otros se identifican con los personajes de la grabación asumiendo que otras personas no eran indocumentadas o hispanohablantes o, por el contrario, porque fueron los excluidos o las excluidas y criticadas; otros mencionan la variedad racial, así como hay quien comparte el punto de vista del colectivo que evidencia cómo en la misma comunidad migrante se reproducen los estereotipos, los prejuicios y el racismo.

            Entre las consideraciones a hacer sobre este episodio es que, a diferencia de la mayoría de videos de la serie, el discurso se distancia de la narrativa hegemónica de las historias de vida y lo hace de forma graciosa y sarcástica. Dos jóvenes (un hombre y una mujer) esperan la llegada del autobús mientras platican en inglés, se trata de un par de estudiantes que fácilmente encajan en el fenotipo latino. Otro joven se aproxima para esperar el transporte, también parece estudiante, pero tiene los ojos rasgados y la piel más clara. En cuanto llega, la pareja cambia el idioma, de inglés a español, en la plática terminan llamando “codo” al “chinito” que no quiere pagar gasolina para el auto que probablemente tiene en su garage, desean saber la hora y se dirigen al joven preguntando en inglés, pero obtienen una respuesta en español. Evidentemente el joven que luce físicamente distinto entendió lo que dijeron y entablan una conversación sobre el hecho de que él también es indocumentado y aunque la pareja lo ve con incredulidad le preguntan por su origen nacional. La pareja sigue asumiendo cosas, como que proviene de China, aunque en realidad es de Perú.

            En el marco más amplio de la investigación se trabajaron las diferentes estrategias y prácticas discursivas que produjeron al sujeto dreamer, la blancura, como se vio, es una de ellas. Esta práctica o tecnología se activa siempre que se pone de relieve un criterio racial para clasificar conjuntos poblacionales. Biopolíticamente (Foucault, 2000; Esposito, 2006, 2011; Mbembe, 2011; Agamben, 1998), las poblaciones son administradas a partir de la separación y segregación de determinados grupos a partir de criterios raciales y racistas. Los migrantes indocumentados producidos con un perfil racial se consideran, en este sistema de gestión, como vida no afirmada, sacrificable, desechable. Se permite y es necesaria su reproducción, pero como mano de obra barata o pieza estratégica política (como es claro en el caso de los dreamers), de cualquier manera, son objeto de explotación.

            En el episodio ocho la descripción del video es: “Problem Addicts. We run into them ALL the time. Sometimes, they’re allies. Sometimes, they’re DREAMers as well”.[12] Hay 18 comentarios en los que predominan dos posturas, quien apoya la del colectivo frente a las diversas críticas que han recibido como activistas, y quien considera que presentar a sus críticos bajo el estereotipo gastado del revolucionario es lamentable y equivocado. En este episodio también encontramos a dos jóvenes dreamers sentados en la calle, un chico transita por ahí y los reconoce como parte del colectivo y activistas. La charla comienza y se abordan los siguientes temas: 1) situaciones cotidianas risibles y sarcásticas que experimentan los y las jóvenes indocumentadas; 2) el activismo de Dreamers Adrift se señala como fácil o cómodo, no como uno de verdad; 3) algunas facciones observan que defender el Dream Act es un problema en sí mismo; 4) ideas que el colectivo presenta sobre México (una imagen mediática); 5) Dream Act como problema de primer mundo; 6) presentación de los críticos del colectivo con el estereotipo del revolucionario, y 7) relación contradictoria que los críticos del colectivo mantienen con ellos, no están de acuerdo con ellos y ellas, pero acuden cuando los necesitan.

            El interlocutor de los jóvenes del colectivo es presentado como naif, hablador, idealista, ignorante de las condiciones materiales de existencia de los dreamers y toma cuerpo en símbolos opositores de la política e ideología estadounidense. Consideramos que existe un giro ideológico perverso en el hilo argumentativo. El crítico del colectivo, además de encarnar lo anteriormente dicho, también es mostrado como un sujeto privilegiado por poseer la ciudadanía. La idea del dispositivo racial (Vilchis, 2021) afecta a todos y todas de forma diferenciada, pero también existen otros regímenes de verdad que están operando al mismo tiempo, relacionados con la clase social, la sexualidad, el género, etcétera. Estos discursos se manifiestan todo el tiempo y una reflexión personal lleva a considerar que algunos sujetos dreamers siguen reclamando su pertenencia con base en el merecimiento sin observar de forma crítica los diferentes dispositivos que los producen a ellos y ellas, pero también a las y los demás sujetos.

            El último episodio de la temporada uno es el único que tiene título: Enlisted man. En este video se presenta un resumen de los discursos que reclutadores militares usan para convencer a los jóvenes indocumentados. A diferencia de la mayoría de los episodios, en éste encontramos una descripción detallada sobre el propósito del episodio: la narrativa y la figura del reclutador militar significa para muchos de los jóvenes provenientes de familias de clase trabajadora un posible escape de sus situaciones; sin embargo, estos jóvenes toman conciencia de que las promesas y la narrativa emplean conceptos racistas, sexistas y ofensivos. En este episodio, el reclutador resulta ser una mezcla de las experiencias de las y los jóvenes indocumentados del colectivo. Al igual que en el episodio analizado antes, la figura del interlocutor (el reclutador) encarna todos los aspectos negativos: personaje con un discurso poco articulado, una figura que no entiende razones e insiste en los beneficios para convencer al otro de unirse al sistema militar.

            Conclusión

            En resumen, este discurso que se distancia de la narrativa hegemónica sobre sujetos dreamers permite observar una continuidad de temas que, si bien muestran una postura más crítica sobre la discriminación entre las mismas personas migrantes, la narrativa militar para reclutarles, las frustraciones frente al futuro y presente continúan reproduciendo el sistema que medianamente los y las incluye. Se han formado y dejado disciplinar, porque muchos de ellos y muchas de ellas conocen las implicaciones que esto tiene, y procuran utilizar la asimilación cultural como su principal ventaja. Se puede observar la producción de un sistema neoliberal que ocupa de forma estratégica su posición diferenciada frente a otros conjuntos poblacionales de migrantes indocumentados e indocumentadas.

            Quizá lo anterior confirme una de las premisas de esta investigación sobre el Dreamer: un sujeto producido estratégicamente por los poderes hegemónicos estadounidenses para justificar la gestión de la población indocumentada, sujeto que en su discurso y sus acciones manifiesta una coincidencia con las narrativas del multiculturalismo, del sueño americano. En resumidas cuentas, un sujeto que por la forma en que fue producido no puede o, más bien, no debe ser muy radical, porque su función no es la de criticar, derribar y confrontar al sistema. Lo conocen, porque han navegado por muchos años en él, han sido seducidos y creen (como muchas personas en el mundo entero) en la democracia, los derechos y las libertades estadounidenses.

            PIE DE PÁGINA

            [1] “Podemos llamar blanquitud a la visibilidad de la identidad ética capitalista en tanto que está sobredeterminada por la blancura racial” que se relativiza a sí misma (Echeverría, 2007, pág. 19). Así, la blanquitud obedece a una serie de prácticas, mecanismos que los sujetos inmigrantes (hablando del caso que nos ocupa, aunque cualquiera que no califique con la blancura racial adecuada para el sistema puede echar mano de este mecanismo) emplearon cuando fueron excluidos por no ser blancos o blancas (en términos raciales). Es una vía para actuar y reclamar su pertenencia. Se trata de una identidad moderna impuesta y autoimpuesta que retoma algunos elementos étnico-raciales del hombre blanco, pero evidentemente no se agota en ellos. Para Echeverría en la condición de blanquitud, el orden ético se subordina al orden identitario de la modernidad capitalista, de tal manera que cualquier individuo (sin importar su color de piel) puede blanquearse. De esta forma, aquellos individuos que se introducen en la norma, aceptan la disciplina, “corrigen” lo que el sistema capitalista y estadounidense (en este caso) les solicita y logran salvar cierta distancia que impone la blancura para ser aceptados y aceptadas en la sociedad en la que viven.

            [2] The New York Times abrió un espacio digital en 2017 destinado a que los y las jóvenes dreamers compartieran sus historias y contribuyeran al debate en apoyo a la continuación del Programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés). Estas historias están disponibles en: https://www.nytimes.com/interactive/projects/storywall/american-dreamers

            [3] En 2017, la revista People viralizó el hashtag #TodosSomosDREAMers invitando a celebridades, público en general y dreamers a que “mostraran su apoyo tras la decisión del presidente Trump de eliminar el programa de protección DACA, que otorgaba permisos de trabajo mientras permanecían en este país” (Trejos, 2017).

            [4] Extraigo este cuadro de la tesis Producción, inclusión e interlocución de la subjetividad Dreamer: análisis biopolítico de jóvenes indocumentados, 2021.

            [5] En 2003 se creó MySpace, Friendster y LinkedIn; en 2004 Flickr, Vimeo y Facebook; en 2005 YouTube; en 2006 Spotify, Twitter; en 2009 WhatsApp; 2010, Instagram y Pinterest; 2011, Google +, Snapchat y Twitch; 2016, TikTok (De la Hera, 2022).

            [6] Denomino discurso hegemónico a las historias de vida compartidas de forma sistemática, tanto por las figuras políticas que promovieron el DREAM Act como por los jóvenes que fueron subjetivados como Dreamers por esa propuesta de ley. Las historias de vida forman una parte fundamental de la estrategia de lucha por los derechos de las personas migrantes durante la década de 1990. Estas historias mostraban cuán ejemplares eran esas personas migrantes, y evidentemente fortalecían la retórica del merecimiento. Nicholls (2013) describe que los jóvenes Dreamers eran disciplinados (en el sentido de volver los cuerpos y psiques dóciles al sistema) en campamentos y ahí aprendían a contar esas historias de vida. Las diferentes historias adoptaban una manera similar de ser contadas, resaltando estratégicamente elementos que exaltaran su aculturación, su camino al éxito y sus valores estadounidenses.

            [7] En la actualidad este sitio web ya no está disponible, sólo existe el canal en YouTube y ahí es a donde redirige el buscador.

            [8] También se revisó este discurso hegemónico en otros productos culturales, como series televisivas, películas, documentales, etc.

            [9] “Ese momento incómodo en el que te topas con alguien que conociste en la prepa después de no haberse visto 10 años. Puede ser dolorosamente incómodo”.

            [10] En 1982, una decisión de la Corte Suprema de EU determinó “que los estados estaban obligados a proporcionar a todos los estudiantes una educación pública K-12 (jardín de infantes, primaria y secundaria), independientemente de su estatus migratorio” (Benavides, 2022). Esta obligación no aplica a niveles universitarios.

            [11] “Estamos seguros de que escuchaste a tus padres decir: nunca hagas suposiciones. Nunca juzgues un libro por su portada. Nunca saques precipitadamente conclusiones. Etc. Esta es la razón.”

            [12] “Adictos a los problemas. Nos encontramos con ellos TODO el tiempo. En ocasiones se trata de aliados. A veces también son DREAMers”.

             

            REFERENCIAS

            Agamben, G. (1998). Homo sacer, el poder soberano y la nuda vida. España: Pre-textos.

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